Disfrutar en familia en un escenario natural, descansar del ruido de la ciudad y desconectarse de la tecnología son las promesas de Tierra Bomba, islas del Rosario y Barú, la región insular Caribe, cercana a Cartagena.
La primera parada de este recorrido es a dos minutos en lancha desde la Ciudad Heroica: punta Arena, en la isla de Tierra Bomba (que tiene una extensión de 19,84 kilómetros cuadrados). Un paraíso en crecimiento, desde donde se divisan los monumentales edificios de Castillogrande y Bocagrande.
Punta Arena es un lugar ideal para descansar, con una oferta que incluye hostales a solo un minuto de la playa como Palmarito Beach, que cuenta con bar, restaurante y wifi. Hay también una suculenta propuesta gastronómica con pescado fresco y jugos naturales. Allí no falta el tradicional coco loco y se puede disfrutar del atardecer al ritmo de música electrónica y fusión.
A 10 minutos está Bocachica, también en Tierra Bomba. Esta región cuenta historias de piratas y corsarios que se descubren en los claustros del fuerte de San Fernando, una de las construcciones emblemáticas de Cartagena, la cual se levanta desafiante contras las olas del mar Caribe y que fue punta de lanza de la que fuera la resistencia de Cartagena durante siglos.
La historia, cuenta Jair Piña, habitante y guía turístico de la región, “nos dice que el 13 de marzo de 1741, las tropas británicas desembarcaron y destruyeron el castillo de defensa con fuego de artillería desde los navíos ingleses. En 1753 se inicia la construcción de una nueva fortaleza: el fuerte de San Fernando de Bocachica”.

Punta Arena está a 10 minutos en lancha de Cartagena.
Yomaira Grandett / EL TIEMPO
En este corregimiento hay pequeños hoteles donde podrá pasar una noche de descanso y asistir a los talleres de cocina tradicional cartagenera con mujeres raizales, en una apuesta de turismo incluyente.
Frente a Bocachica está el arrecife coralino de Varadero, un tesoro de la naturaleza en el fondo del mar apetecido por los amantes del buceo. Aquí habita un coral único en su género, descubierto este año. Expertos ambientalistas han emprendido una férrea campaña para que sea declarado zona protegida.
La aventura apenas empieza: hay mucho más mar adentro.
A 30 minutos en lancha desde Tierra Bomba está isla Grande, epicentro turístico del grupo de islas que conforman el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo, donde un mar cristalino y azul turquesa recibe a los viajeros.
Para quienes quieran quedarse un par de noches, está el hotel La Cocotera, una antigua mansión tomada en extinción de dominio por el Gobierno colombiano a la mafia y entregada luego en concesión al Consejo Comunitario de Isla Grande, que hoy lo administra con una experiencia de más 15 años.
Allí ofrecen deliciosos platos a base de mariscos y pescados. Imperdible el plato con langosta recién sacada del mar. Los precios van entre 80.000 y 120.000 pesos.
Isla Grande cuenta con más de 15 kilómetros de playas con arena blanca. Es común ver familias y parejas disfrutar su tiempo de descanso.
Todos los hoteles de la isla ofrecen planes para practicar deportes náuticos (esnórquel, de 30.000 a 80.000 pesos, y una inmersión básica en buceo cuesta hasta 200.000 pesos).
En isla Grande el viajero no solo tiene acceso a sol y al mar Caribe: los amantes del senderismo pueden lanzarse a la aventura de recorrer los bosques de la isla a pie o en bicicleta.
Es común ver durante las primeras horas del día gente trotando por los senderos señalizados de la isla. Esta actividad es gratuita. Se destaca que en la zona no están permitidas las construcciones privadas y no hay vendedores ambulantes.
Música de tambores llega desde Orika, el pueblo fundado hace dos años por la comunidad raizal de isla Grande que recibió la titulación colectiva de su territorio. Solo tiene 24 casas en su territorio.
En Orika, en las noches de luna llena los nativos y visitantes bailan descalzos a ritmo de champeta sobre la arena. Solo cinco calles forman el pequeño poblado.
Para planes románticos se recomienda visitar la laguna Encantada, ubicada en el corazón de la isla, un lugar en donde las estrellas se confunden con el plancton marino, que cobra vida y color dentro de las aguas dulces y tibias.
Esta es tierra de pescadores. Luego del amanecer, los primeros llegan de las faenas con sus canoas llenas de mariscos y pescados.
A 10 minutos en lancha de isla Grande está el Oceanario, el acuario más grande y mejor cuidado que tiene el país, donde los delfines amaestrados son la atracción de grandes y chicos. El recorrido incluye la visita al hogar de los tiburones y el mero gigante, reproducido y criado en los laboratorios del Oceanario. Peces de colores y especies enigmáticas pagan la visita. Además, es posible ver los caballos de mar en los acuarios.
Antes del atardecer la idea es escaparse a la isla del Pirata, donde habita la mítica sirena: la escultura del maestro Dickson Zamora Ladeus, que cumple 20 años encantando a los visitantes de la isla. Si quiere saber cómo esculpió el artista su obra en altamar, pregúnteselo usted mismo.

La isla de Tierra Bomba tiene 19,84 kilómetros cuadrados de extensión.
Yomaira Grandett / EL TIEMPO
Frente a isla Grande está Barú, la más grande de la región, la cual recibe al año millones de especies de aves que huyen de las gélidas tierras del norte en busca de la cálida y fructífera vegetación del trópico.
Por ello, en Barú los niños no pueden dejar de ir al Aviario Nacional.
Inaugurado el primero de febrero del 2016, el primer aviario nacional y uno de los más grandes de Latinoamérica, ubicado en el kilómetro 15 de la vía a Barú, cuenta con más de 150 especies de aves que lo ha convertido en destino obligado para los amantes del ecoturismo.
El cóndor, que habita en una jaula gigante y climatizada; el águila Arpía, una amplia variedad de búhos, flamencos, cisnes negros y pavos reales forman parte de la comunidad de aves que lo habitan.
El aviario está abierto al público todos los días, desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde, con un costo de 35.000 pesos para adultos y 30.000 para niños. Informes en el teléfono 6734045.
Pero, que siga la fiesta: en una de las esquinas caribeñas y folclóricas de la isla de Barú se encuentra Cholón, el sitio de moda para los jóvenes que todos los fines de semana se toman las playas de este balneario para disfrutar de una cerveza bien fría con todo el poder de la música del tropical como telón de fondo.
Este lugar el punto de encuentro de los amantes de los yates y los veleros que atracan sobre las costas, prendiendo una fiesta que seguro vibrará también en el 2018.
El único muelle autorizado es el embarque de la Bodeguita, en el centro histórico. De allí salen todas las rutas marítimas hacia la zona insular de Cartagena.
El costo de desembarque y del seguro para salida es de 60.000 pesos.
El hotel Isla Real Cartagena, en Tierra Bomba, ofrece el tour gastronómico, en el cual se aprende, de la mano de cocineras raizales, a preparar recetas de la más exquisita comida cartagenera. Tel. (5) 666 5700.
En Mariana’s Beach Restaurant & Cocktail Bar puede probar comida de mar (que incluye langostas, calamares y camarones) y cocteles caribeños. Tel. 321 517 3756.
JOHN MONTAÑO
EL TIEMPO
Johgom@eltiempo.com
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