Cerro Azul o Cerro Pinturas es una joya arqueológica del Guaviare. En la cima de esa montaña se descubre el pasado y se conserva la historia que marcaron los indígenas que habitaron la serranía La Lindosa hace 7.250 años.
Está ubicado a 47 kilómetros de la capital del departamento. Se llega a la cima del cerro a través de una caminata de nivel medio de aproximadamente 40 minutos. Es un ecosistema donde corren cauces de agua cristalina, árboles de largas raíces, troncos cubiertos por el musgo y diferentes tipos de insectos.
En la imponente formación rocosa se encuentran figuras rupestres que representan escenas de danzas o ceremonias, plantas y animales. Se ven los símbolos de las comunidades indígenas amazónicas. Son más de 1.200 metros cuadrados de dibujos pintados con pigmento rojizo.
“Este es un sitio sagrado que nos dejaron los antepasados. Ellos eran muy espirituales y lo que vivían lo transformaban en las pinturas. Hace 25 años, una un incendio quemó toda la cordillera y las rocas se fueron cayendo por pedazos y el humo borró algunas de las figuras”, cuenta Víctor Caicedo, habitante de la vereda hace 48 años.
Ver estos pictogramas es un viaje ancestral que permite conocer los valiosos rastros de la arqueología. Es entender cómo se desarrollaban entonces los primeros oficios cotidianos.
El Ministerio de Cultura de Colombia incluyó a Cerro Azul en la lista de ocho zonas arqueológicas declaradas como área protegida en el país. Este atractivo es una biblioteca del pensamiento indígena, sin duda.
Cerro Azul, Guaviare.
Foto:
Juan Alcaraz / EL TIEMPO
Cerro Azul, Guaviare
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Cerro Azul, Guaviare
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Juan Alcaraz / EL TIEMPO
Cerro Azul, Guaviare
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Juan Alcaraz / EL TIEMPO
Cerro Azul, Guaviare
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Juan Alcaraz / EL TIEMPO
Cerro Azul, Guaviare.
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Juan Alcaraz / EL TIEMPO
Cerro Azul, Guaviare.
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Juan Alcaraz / EL TIEMPO
Cerro Azul, Guaviare
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Juan Alcaraz / EL TIEMPO
JUAN ALCARAZ EL TIEMPO Con invitación de 'Booking'.