El papa Francisco no ha utilizado nunca el palacio del Castel Gandolfo, por ello tomó la decisión hace dos años de abrir algunos de sus espacios públicos. Pero desde esta semana se puede acceder incluso a las habitaciones más privadas, las del apartamento papal.
“El Papa tiene muchas cosas que hacer y no quiere venir aquí, por lo que prefirió regalarnos la oportunidad de visitar este exclusivo palacio”, explicó el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci.
Francisco ha roto con las anteriores tradiciones papales: no reside en el tercer piso del palacio apostólico sino en la residencia Santa Marta, y tampoco ha querido veranear nunca en la fresca y silenciosa Villa de Castel Gandolfo, a 30 kilómetros de Roma, y que en 1626 mandó construir el papa Urbano VIII para huir de la canícula de la capital.
Hace dos años abrieron al público los jardines y desde el año pasado otros espacios del palacio. Pero las habitaciones donde habían dormido, escrito sus encíclicas y rezaban los papas eran inaccesibles.
Ahora, todos los días, menos los domingos, y por 18 euros, quienes quieran visitar la villa pontificia podrán acceder al dormitorio del pontífice, enorme e iluminado, en lo más alto del palacio y desde donde se divisa el mar. Una habitación que sorprende por su austeridad, su cama pequeña y sin excesivas decoraciones y pocos muebles.
Allí nacieron unos 40 niños durante la II Guerra Mundial, ya que el palacio se convirtió en refugio y sala de partos, cuando en enero de 1944 desembarcó el ejército estadounidense en Anzio para liberar Italia de la invasión nazi y en la zona se vivieron duras batallas. A estos bebés los llamaron ‘hijos del Papa’ y a muchos los bautizaron con el nombre de Eugenio, como el papa Pío XII, que les abrió las puertas.
El nuevo espacio es un recorrido por la historia del ‘otro Vaticano’ con la pequeña capilla privada, el estudio donde aún hay una bandera de la Baviera de Joseph Ratzinger o la biblioteca, donde anteriores pontífices redactaron documentos y encíclicas y donde Benedicto XVI instaló un piano.
También está la biblioteca del encuentro entre Benedicto XVI y Jorge Bergoglio junto con los expedientes sobre las guerras intestinas en el Vaticano, que acabaron con la renuncia del pontífice alemán.
EFE
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