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Tres alternativas para cumplir el sueño de dormir entre nubes y árboles

El Nido del cóndor está a 23 km del centro de Manizales, a 17 del casco urbano de Villamaria, Caldas.

El Nido del cóndor está a 23 km del centro de Manizales, a 17 del casco urbano de Villamaria, Caldas.

Foto:Diego Vargas

Estos alojamientos ubicados en diferentes regiones de Colombia lo llevan a soñar con 'gran altura'.

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Dormir entre nubes, entre las copas de los colosales árboles de la selva tropical o en la cima de una montaña en donde habita el gran cóndor, son posibilidades que ofrecen tres interesantes alojamientos, uno en el Caribe, otro en la cordillera Central y otro más en las entrañas del Putumayo.
Esto es lo que ofrecen a quienes buscan experiencias originales y de 'alto' nivel:

Un nido para avistar cóndores

Este ecolodge tiene 5 carpas tipo (safari tents) o glamping, una sede principal donde se encuentra el comedor, cocina, baño social y recepción.

Este ecolodge tiene 5 carpas tipo (safari tents) o glamping, una sede principal donde se encuentra el comedor, cocina, baño social y recepción.

Foto:Ernesto Obando

El Nido del Cóndor está a 23 km del centro de Manizales y a 17 del casco urbano de Villamaría (Caldas). Es un lugar que promueve el avistamiento de aves, en especial del cóndor que surca los cielos de este lugar con sus alas de más de tres metros de envergadura.
Se llega tras recorrer un trayecto de 50 minutos sobre una vía sin pavimento, el corredor turístico llamado La Ruta del Cóndor. El acceso al Ecolodge se hace a través de un cable aéreo o caminando un trayecto de 45 a 60 minutos, por un sendero de 2,7 kilómetros.
Tomás Botero, propietario y gerente comercial del hotel, asegura que "nos llamamos El Nido del Cóndor, porque en una de las paredes de nuestra meseta vive una pareja de cóndores. Desde hace más de 20 años".
Es un proyecto familiar que nació como una propuesta al estrés de las grandes ciudades. "Combinando nuestra profesión (arquitectos) con una filosofía de vida iniciamos el proyecto turístico teniendo como premisa la conservación, la restauración y la sostenibilidad de la fauna y la flora de nuestra región", dice Botero.
"Las habitaciones tienen dos balcones tipo deck, uno en el acceso desde el cual podrás contemplar nuestro jardín de diversas flores y otro sobre el acantilado del cañón donde se encuentra ubicado el nido de cóndores; los dos balcones cuentan con hamacas para tu descanso y con mesa para que disfrutes de un exquisito café o una copa", se lee en el sitio web del hotel https://elnidodelcondor.com/.

Paway, en el profundo Putumayo

La casa del árbol
Mildred Ortiz tiene una profunda pasión por las mariposas. Cuenta que cada una solo puede reproducirse en una planta: su planta. Que viven poco, entre siete y 45 días, según la especie, pero que se tardan hasta cinco meses como orugas. Es la dueña de Paway, una reserva natural en la que hay un mariposario y un laboratorio de reproducción. 
Además de conocer la vida secreta de las mariposas, de asombrarse con los azules metálicos de algunas y las manchas como ojos en las alas de otras, es posible quedarse en la copa de un árbol y despertar con el sonido del río Pepino.  
https://www.facebook.com/pawayputumayo

La casa del árbol Mildred Ortiz tiene una profunda pasión por las mariposas. Cuenta que cada una solo puede reproducirse en una planta: su planta. Que viven poco, entre siete y 45 días, según la especie, pero que se tardan hasta cinco meses como orugas. Es la dueña de Paway, una reserva natural en la que hay un mariposario y un laboratorio de reproducción. Además de conocer la vida secreta de las mariposas, de asombrarse con los azules metálicos de algunas y las manchas como ojos en las alas de otras, es posible quedarse en la copa de un árbol y despertar con el sonido del río Pepino. https://www.facebook.com/pawayputumayo

Foto:César Melgarejo / El Tiempo

Ubicado en la vereda San José del Pepino de la ciudad de Mocoa, Paway pretende enseñar el valor del bosque y los recursos naturales mediante la zoocría de mariposas.
El lugar cuenta con servicio de alojamiento, un mariposario, espacios para el senderismo y el avistamiento de flora y fauna, además de servir de marco ideal para la educación ambiental.
En su perfil de Facebook aseguran que "Paway nació con el fin de generar alternativas hacia el uso sostenible de la biodiversidad en la #amazonia #colombiana, es un centro de investigación y acción que cuenta con un mariposario en el que se han estudiado más de 60 especies de mariposas".
El alojamiento
En medio de la naturaleza, los visitantes podrán disfrutar de cuatro diferentes opciones de hospedaje: la ecocabaña en el árbol, la ecocabaña del tronco, la ecocabaña de la quebrada y la zona de camping, con unos precios además muy cómodos que van desde los $ 30.000 por pareja noche, hasta los $ 120.000 para ocho personas.
Son 55 búngalos (de los cuales 22 están al nivel del mar y 33 están entre los árboles).

Son 55 búngalos (de los cuales 22 están al nivel del mar y 33 están entre los árboles).

Foto:Adriana Garzón

Entre las copas de los árboles, en Barú

En el extremo norte de la península de Barú, a 45 minutos de Cartagena por mar o una hora y media por tierra, hay un lugar lleno de magia natural, playas blancas y tranquilas, búngalos escondidos entre llanuras de manglares y dividivis, y un mar plácido y tranquilo.
Desde esa altura se oyen los aullidos del mono tití, los cantos de las guacamayas, y se pueden ver las grandes iguanas camufladas en el follaje de hierbas, arbustos, bejucos y enredaderas.

Desde esa altura se oyen los aullidos del mono tití, los cantos de las guacamayas, y se pueden ver las grandes iguanas camufladas en el follaje de hierbas, arbustos, bejucos y enredaderas.

Foto:Adriana Garzón

Luego de un amanecer con vista al mar tranquilo y solitario, mecido por las copas de los árboles, el plan es gozar del suave clima tropical en uno de los 55 búngalos (de los cuales 22 están al nivel del mar y 33 están entre los árboles), con piscina o jacuzzi, con aire acondicionado, internet y productos de baño de primera calidad.
Solo el sonido de las olas, de las gaviotas y los pelícanos acompaña los atardeceres de esa lejana punta rodeada de mar Caribe. Es justo allí donde desde el 2018 abrió sus puertas el hotel Las Islas (del Grupo Aviatur), y se convirtió en una promesa de bienestar, relajación y paz.
Por eso, en estas épocas tan azarosas este destino reúne todos los elementos que busca un viajero. “Desde los protocolos de bioseguridad (que comienzan con una prueba de antígenos para covid antes de ingresar al hotel) y distanciamiento hasta espacios aireados y búngalos distantes, un clima entre los 25 y los 30 ° C, y todo el personal entrenado para ofrecer seguridad y tranquilidad a los viajeros”, dice Paula Chamorro, ejecutiva comercial del hotel.
Chamorro destaca lo importante que han sido la arquitectura y el diseño del hotel en estas épocas: “La distribución del hotel es un privilegio, los búngalos están muy distanciados unos de otros, hay zonas de playa y la mayoría de las áreas sociales están al aire libre, y eso nos ayuda a ofrecer seguridad”.

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