Tiene una superficie de 500 metros cuadrados, cuesta más de 3 millones de dólares y cuenta con los últimos adelantos en eficiencia energética. Se trata de una lujosa vivienda que está construida en una roca y en un lugar del Principado de Mónaco donde no resulta precisamente fácil edificar.
Cuando se observa desde cierta distancia, la ‘villa troglodita’, diseñada por el arquitecto parisino Jean-Pierre Lott, puede ser fácilmente confundida con un peñasco o una característica natural de la topografía, ya que buena parte de ella está constituida por la roca original, y su parte superior está hecha de hormigón y revestimiento de roca artificial.
Por ahora, esta suntuosa casa de ‘Los Picapiedra’ del siglo XXI es la única con sus características, aunque quizá no sea siempre así, ya que este sistema de diseño y construcción fusionados con el entorno podría aplicarse en otras partes del mundo, según admiten desde el entorno del arquitecto Lott.
“Esta edificación en Mónaco es la primera de Jean-Pierre Lott, y le ha permitido incorporar una serie de conocimientos muy específicos, por lo que no sería sorprendente que en el futuro construyera más villas trogloditas”, adelanta Alice Godefroid, asesora de comunicación de Lott.
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De alguna manera, esta construcción tan particular expresa la esencia topográfica de este pequeño pero rico principado europeo enclavado en la Costa Azul francesa, frente al mar Mediterráneo. Se trata de un promontorio de 141 metros de altura conocido como la Roca y cuyo relieve rocoso y abrupto está formado por las últimas estribaciones de la cadena montañosa de los Alpes.
“La construcción de este proyecto, entregado este año, planteó el desafío de cómo se puede forjar una casa para formar una roca, sin alterar el paisaje, respetando sus volúmenes, fracturas y vegetación”, señala Lott.
Este arquitecto trabajó ‘con’ el entorno en lugar de ‘en contra’ de este. Y al diseñar esta villa, Lott ha tenido en mente “la idea de una gruta” y señala que, por eso, “la edificación presenta similitudes con una cueva, por ejemplo, al producir un paso de la luz a la oscuridad, al cortar y horadar la roca y al situar la entrada a la casa a través de una fractura en esa misma masa rocosa”.
“Se accede a través de una pasarela a una habitación muy grande con vistas a una piscina, que es una metáfora de un lago subterráneo, mientras que la luz se filtra hacia el interior a través de una gran fractura que atraviesa toda la altura de la casa, siendo otra referencia al mundo subterráneo”, apunta.
Todo el camino a través de la casa se organiza alrededor de la fractura excavada en la roca original, en tanto que todas las áreas de estar y dormitorios cuentan con ventanas, “unas aberturas recortadas de la roca en busca de luz, con marcos específicos dependiendo de su función”, explica Lott.
Las ventanas, al igual que las pinturas, “son una parte integral de la roca, crean un diálogo entre lo natural y lo construido”, apunta.
Señala que en la planta baja se ha mantenido la roca natural que ya existía, mientras que en los niveles superiores esta estructura pétrea ha sido recompuesta artificialmente, “consiguiendo una textura idéntica a la de la roca existente”.
“Las formas diseñadas y la vegetación recreada exhiben las características de las rocas naturales con sus fracturas, cavidades y resistencia, sin dar la impresión de ser el revestimiento de las paredes de un edificio”, asegura.
Esta vivienda genera energía a partir del calor del suelo y de la luz solar, y aprovecha el agua de lluvia
El interior de la villa cuenta con huecos y placas de vidrio que ofrecen perspectivas de toda la casa. Está organizada en cinco niveles, con la planta baja accesible desde la calle, sala de estar y tres dormitorios situados en los pisos superiores, a los que se accede por una escalera, y cuenta con un ascensor acristalado.
Para reducir su impacto ambiental, en la ‘villa troglodita’ se han instalado sistemas de uso doméstico, por ejemplo de climatización e irrigación, que aprovechan las energías renovables naturales disponibles en el sitio, como son las generadas a partir del calor del suelo (geotérmica) y de la luz del sol (fotovoltaica), así como agua de lluvia recolectada.
El consumo energético de esta edificación es menos del 40 por ciento del consumo de una casa convencional basada en la normativa térmica francesa, mientras que su diseño arquitectónico garantiza que sus ocupantes disfruten de un ambiente interior seco y cómodo, según su creador.
“Estos objetivos se alcanzaron mediante un tipo de arquitectura que tiene en cuenta las condiciones climáticas y saca partido de los recursos naturales disponibles, para reducir el impacto en el ambiente y el gasto de electricidad y combustibles, optimizando el funcionamiento térmico de la ‘piel’ del edificio y buscando la máxima penetración y difusión de la luz natural”, según Lott.
La estructura es de hormigón con bajo contenido de carbono; su revestimiento de corcho proporciona aislamiento natural, saludable y seco, además de un efecto de insonorización, y sus paredes están revestidas de cal con pigmentos naturales.
“Los pisos de madera incluyen en su estructura pilotes reciclados utilizados en los sistemas de cultivo de mejillones, y sus puertas y escaleras están hechas de madera maciza de bosques gestionados de manera responsable y sostenible”, concluye Lott.
OMAR GONCEBAT
EFE Reportajes