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Viajar

Pequeños y medianos empresarios de turismo lanzan SOS

El gerente del hotel El Cantil dice que solo tiene para pagar la nómina de diez empleados por dos meses.

El gerente del hotel El Cantil dice que solo tiene para pagar la nómina de diez empleados por dos meses.

Foto:Archivo EL TIEMPO

Cierres de agencias y hoteles, entre otras empresas, ponen en peligro empleos en las regiones.

El hotel El Cantil, en Nuquí (Chocó), ya está cerrado. Su gerente, Guillermo Gómez, calcula que tiene cómo pagar la nómina de 10 empleados permanentes por dos meses y medio. “De ahí en adelante tomaría préstamos; pero si veo que no tendré más ingresos y la crisis se alarga prefiero liquidar la empresa. Si tengo que indemnizarlos estoy a un mes”, reconoce el gerente de este ecolodge de siete habitaciones.
El caso de este hotel, que brinda experiencias como avistamiento de ballenas, surf y caminatas por la selva, se repite en todo el país a causa de la crisis que ha producido la pandemia de covid-19 y que en el mundo ha puesto en peligro la vida y millones de puestos de trabajo.
El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) estima que 75 millones de empleos están en riesgo de perderse. “Esta cifra escalofriante representa la demora colectiva de muchos gobiernos de todo el mundo para reaccionar lo suficientemente rápido como para ayudar a un sector que es la columna vertebral de la economía global”, asegura Gloria Guevara Manzo, presidente y CEO del WTTC.
La situación en Colombia ha llevado al sector turístico nacional, en cabeza de gremios entre los que figuran Anato (Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo), Cotelco (Asociación Hotelera y Turística de Colombia) y Acotur (Asociación Colombiana de Turismo Responsable), a manifestarle al presidente de la República, Iván Duque, las necesidades de las empresas a las que representan.
Entre otras cosas, en la carta enviada al primer mandatario se pide aplazar las obligaciones fiscales para llevarlas hacia el final del año; agilizar la devolución del IVA y aplazar los créditos bancarios. “Los empresarios a los que representamos son, en su inmensa mayoría, empresas familiares, micro, pequeñas y medianas. No tienen solvencia para mantener el pago de salarios por varios meses sin recibir ingresos. No pueden adicionalmente contraer obligaciones para pagar salarios”, se lee en el documento.
La carta continúa: “¿Por qué no pensar en un subsidio, similar al del desempleo que se otorga al cesante a través de las cajas de compensación familiar, que les permita a esos trabajadores cuyo contrato sea suspendido mantener un mínimo vital mientras se reincorporan a sus labores?”.
“El Presidente ha pedido que conservemos los empleos, pero la realidad es que para nuestras empresas es imposible mantenerse como están. No somos Arturo Calle o GHL. La gente está ilíquida sin recibir plata”, dice Laura Durana, directora nacional de Acotur (Asociación Colombiana de Turismo Responsable), entidad a la que están afiliadas 104 pequeñas y medianas empresas.
La solicitud de los gremios turísticos refleja casos como el de Nelson Díaz. Él es gerente de la agencia de viajes Abordando, una compañía que nació en 2012 y cuyo final este empresario ve acercarse con preocupación. “Tengo tres empleados. No puedo dejar de pagarles y afectar a sus familias. Dos de ellos salen a vacaciones el primero de abril y puedo pagarles la nómina hasta finales de ese mes. Muy seguramente tendremos que liquidar la empresa”, admite.
En vista de los estragos económicos que ha causado la pandemia, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, a través de Bancóldex, lanzó la línea de crédito ‘Colombia Responde’, que tiene un cupo de 250.000 millones de pesos y pretende aliviar el flujo de caja de las empresas de turismo.
“Las tasas son favorables, pero necesitamos subsidios. Ese dinero puede salir de Fontur (Fondo Nacional de Turismo). Nosotros hacemos los aportes parafiscales a Fontur cada trimestre. Llevo aportando desde 2012”, comenta el gerente de la agencia de viajes Abordando.
Sandra Howard, consultora en turismo de Viveajar, una empresa dedicada a la consultoría en turismo, en formación y en competitividad, comenta que usar recursos de Fontur implicaría hacer cambios a las normas con las que se asignan los recursos de esta entidad. En todo caso, ella no es partidaria de que haya subsidios. “Los subsidios resuelven problemas inmediatos, pero son paliativos y no resuelven el problema de fondo”, afirma.
En la página web de Fontur se especifica que “los recursos recaudados por Fontur se destinan a la ejecución de proyectos de infraestructura, competitividad, promoción y mercadeo con el fin de incrementar el turismo interno y receptivo, de acuerdo con la Política de Turismo que establezca el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo”.

‘No va a haber qué ofrecer’

David Londoño es director de mercadeo y cofundador de Awake, una empresa que sirve de enlace entre los viajeros y 300 anfitriones que prestan servicios turísticos en 60 destinos de naturaleza como La Guajira, el Cocuy, Amazonas y Guainía. Por ahora los 23 empleados de esta compañía se dieron un mes de licencia no remunerada.
No obstante, Londoño afirma que la situación de los anfitriones en las regiones es más angustiosa. “La gente está muy preocupada por las cancelaciones. Todos están afanados por la incertidumbre porque muchos sólo tienen esas fuentes de ingresos. Están pidiendo subsidios, que pienso que sería lo correcto. No tiene sentido endeudara a las empresas ahora. Si se quiebran las empresas se va a demorar mucho más el turismo en reactivarse”, asegura.

El gran peso de la crisis está cayendo sobre los pequeños y medianos empresarios que lo hacemos legalmente, pagando impuestos, tributando, teniendo las nominas legalizadas

Londoño se pregunta a quién le van a comprar las agencias de viajes si las empresas en las regiones se quiebran. “No va haber qué ofrecer”, advierte.
Zully Salazar, ex presidente de Corpoturismo Cartagena, concuerda en el sentido de que se trata de una cadena productiva. “Lo uno va directamente relacionado con lo otro”, dice y añade que la pandemia, aunque plantea grandes dificultades, también dejará grandes enseñanzas.
“Ahora hay que priorizar la salud y la vida, y después nos tocará reinventarnos. Vamos a quedar casi en ceros, con la ventaja de que hay un camino recorrido. Después de estar corriendo nos toca volver a gatear”, señala Zully Salazar.
Mientras se asoma la recuperación abundan casos como el del ecolodge El Almejal, en Bahía Solano (Chocó), que tiene 12 cabañas y 17 empleados. Su gerente, César Isaza, afirma que todos ellos están o en vacaciones o en licencia no remunerada.
“Necesitamos exención del mayor número posible de impuestos (predial, de renta, etc.) porque no hay cómo pagarlos. El Estado no está perdiendo nada, sino solamente el empresario. Así va a ser muy difícil recuperarse”, manifiesta.
Él añade que tal vez el hotel tenga para subsistir un mes. “Si esto se prolonga toca cancelar los contratos que quedan vigentes, seguir cortando gastos y empezar a pedir préstamos. Lo siguiente sería liquidar la empresa, que tiene 38 años”, cuenta.
Algo parecido le sucede a Helena Padilla, quien gerencia en Villa de Leyva el hotel Sol Mandarina, de siete habitaciones. Para ella esta pandemia ha significado un freno en seco durísimo que la obligó a cerrar el hotel el 16 de marzo. “No sabemos por cuánto tiempo vamos a mantener esto. A un empleado se le termina el contrato el 12 de abril y pensamos conservar a dos personas por al menos seis meses, con grandes esfuerzos”.
En opinión del gerente del hotel El Cantil, se debe socializar el impacto económico de la crisis para evitar una debacle económica. Él señala que el gran peso de la crisis está cayendo “sobre los pequeños y medianos empresarios que lo hacemos legalmente, pagando impuestos, tributando, teniendo las nominas legalizadas. Estamos expuestos a lo que venga”, comenta.
Guillermo Gómez está de acuerdo con que se usen recursos de Fontur como salvavidas para las empresas de turismo. “Esa sería una opción: devolver proporcionalmente a lo que se ha aportado. Se tendría que hacer un cambio en la legislación de una manera drástica”, comenta y agrega: “Revisemos en términos prácticos qué puede asumir el país en general sin que sea un subsidio. Si ponen sólo los empresarios, la gente se va a espantar de hacer emprendimiento y de hacer inversiones”.
JUAN URIBE
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
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