Airbnb, la plataforma digital que ha revolucionado el sistema de alojamientos en todo el mundo –considerada el ‘Uber’ del turismo– y cuyo desarrollo ha generado todo tipo de aplausos, rechazos y polémicas al mismo tiempo, podría ser regulada en Colombia. Así lo aseguró María Claudia Lacouture, ministra de Comercio, Industria y Turismo: “Estamos en mesas de trabajo con Airbnb para establecer los parámetros de su formalización en Colombia”.
La funcionaria aclara que se trata de una iniciativa del Gobierno y no de una exigencia gremial, pero coincide con el reclamo de la industria hotelera, que ha pedido que regulen el funcionamiento de dicho servicio.
Airbnb, con sede en San Francisco (Estados Unidos), nació en el 2008 y funciona como intermediaria para conectar a anfitriones que ofrecen casas, apartamentos, habitaciones e incluso islas a viajeros en más de 191 países. En Colombia empezó a funcionar en el 2013, y ya hay 21.600 anfitriones activos.
Durante un evento en El Salvador, Taleb Rifai, secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), enfatizó en que todos los prestadores de servicios turísticos debían estar cobijados por un mismo marco regulatorio. En tal sentido, expresó que, en su criterio, “es mejor que Airbnb ingrese a la organización, porque eso facilitaría el diálogo”.
El presidente de Cotelco, Gustavo Toro, es enfático en exigir que Airbnb en Colombia, y sus afiliados, se conviertan en prestadores de servicios turísticos formales (como lo deben hacer hoteles, agencias de viajes y otros) y que, por tanto, obtengan el Registro Nacional de Turismo (RNT), la licencia de funcionamiento del sector. Esto, debido a que la industria turística cumple con toda la carga tributaria, los gastos de nómina y otras inversiones para estar en operación, requisitos que evidentemente Airbnb no cumple y marcan una clara desventaja.
Según declaraciones de Cotelco y del Ministerio, los establecimientos ilegales restan entre 20 y 25 puntos a la ocupación hotelera.
Hernán Franco, presidente de la Confederación de la Industria Turística de Colombia (Confetur) –agremiación de pequeños y medianos empresarios del turismo–, considera que Airbnb fomenta la parahotelería y la ilegalidad. Ve una guerra de tarifas, en detrimento de la calidad y la rentabilidad.
La presidenta de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), Paula Cortés, pide que las plataformas digitales “operen dentro de los parámetros legales establecidos por la legislación”.
Airbnb se ha mostrado receptivo y dispuesto a colaborar con los gobiernos, como lo ha hecho en otros países. La empresa le respondió a EL TIEMPO: “Reconocemos la oportunidad y responsabilidad de trabajar junto a los gobiernos para desarrollar el potencial económico del turismo alternativo en los barrios y ciudades que nuestros anfitriones consideran su hogar. Además, estamos comprometidos a compartir información agregada sobre nuestra comunidad, y hemos entrado en acuerdos de colaboración con más de 275 jurisdicciones en todo el mundo”.
En una encuesta en línea en siete países latinoamericanos hecha por la firma de investigación de mercados Ipsos, el 88 por ciento de quienes respondieron en Colombia dijeron estar de acuerdo con el alojamiento compartido, el 96 por ciento considera que ofrece más opciones para los viajeros y un 76 por ciento piensa que Airbnb ayuda a las personas mediante ingresos extra para los anfitriones y más opciones económicas para los viajeros.
Alejandro Jaramillo es un realizador audiovisual de 49 años que ha ofrecido una de las habitaciones de su apartamento en Bogotá. Le atrajo la idea de ser anfitrión y, sobre todo, que Airbnb “cobra un porcentaje muy bajo”. Pero si le exigieran algún requisito, no ofrecería más la habitación.
Por su parte, Carlos Eduardo Ospina, de 39 años, dirige un hostal en Santa Marta que tiene todos los permisos, y también lo promociona por Airbnb, aunque confiesa que la plataforma “no sirve mucho para hostales”. Para Ospina, quienes buscan alojamiento por medio de la plataforma no son los mismos clientes de un hotel. Él, a diferencia de Jaramillo, sí cumpliría con la reglamentación para anunciarse en la plataforma.
Airbnb se ha aliado con las legislaciones de varios países y, finalmente, ha logrado instalarse en varios mercados. Tal es el caso de algunos países de América Latina, región donde aumentó 148 por ciento el número de llegadas a viviendas de su lista durante el último año, hasta llegar a 5,2 millones de personas.
Como una estrategia de colaboración con el Gobierno, en México aportará 3 por ciento del total de la cuenta del huésped, que irá a las arcas estatales. La ‘startup’ informó que en dos meses abrirá oficinas en la capital mexicana y en Argentina.
En otros lugares no le ha ido nada bien. Es el caso de Barcelona, donde, en el 2016, la ciudad española le impuso el pago de una multa de 600.000 euros por anunciar alojamientos sin licencia. Según datos del gobierno de la capital catalana, citados por el diario británico ‘The Guardian’, hay alrededor de 16.000 alquileres de vacaciones en la ciudad, de los cuales casi 7.000 no tienen licencia
NATALIA NOGUERA
Redactora de Viajar