Una de las postales más emblemáticas de Uruguay es Casapueblo, con sus fachadas blancas sobre un acantilado con una vista privilegiada al mar. Un lugar que no solo llama la atención por su arquitectura y entorno, sino por su historia.
Casapueblo se levanta en Punta Ballena, uno de los lugares más fascinantes de la costa uruguaya. Según el Ministerio de Turismo de Uruguay, se trata de un accidente geográfico desde donde se puede disfrutar la vista de la bahía de Maldonado y de Portezuelo, ideal para contemplar el atardecer. Queda apenas a 13 kilómetros de Punta del Este.
Cuando el pintor y escultor uruguayo Carlos Páez Vilaró (1923-2014) compró el terreno, al precio de una caja de cigarrillos por cada metro cuadrado, era un sitio inhóspito. Solo llamaba la atención por su vista y privilegiada ubicación.
En una primera etapa, el artista levantó un humilde rancho de lata y tablones encontrados en la costa. Luego construyó una casa, a la que bautizó con el nombre de La Pionera. Más adelante, en 1960, dio inicio a lo que sería Casapueblo, un proyecto inacabado, como toda obra orgánica.
Páez Vilaró, al igual que el célebre arquitecto catalán Antoni Gaudí, jamás usó un plano para la construcción, que cuelga de los acantilados que miran hacia al occidente.
La casa, de 13 pisos con terrazas, fue el refugio de descanso, taller y, más adelante, residencia permanente del famoso artista uruguayo, fallecido el 24 de febrero del 2014, a los 90 años. Hoy, además de adornar el paisaje, alberga en su interior un hotel, un museo con la obra del artista, una galería de arte y un café.
Es, sin lugar a dudas, uno de los principales atractivos de Punta del Este y de todo el país. Su construcción, en la que el artista –con sus propias manos– tardó 36 años, se considera universalmente como una escultura habitable. Cuenta con varias salas en dirección al mar sobre los acantilados, donde permanentemente se ofrecen exposiciones de sus pinturas, esculturas y cerámicas. (Ver también: La guía del entretenimiento que no se puede perder en Punta del Este)
El hotel, dentro de sus instalaciones, ofrece atenciones de lujo en 20 suites y 50 apartamentos. Pero hay que reservar con tiempo, pues vive lleno.
Estilo mediterráneo
El estilo de la casona recuerda las construcciones mediterráneas, sobre todo a Santorini (Grecia). El parecido es evidente. Pero Paéz Vilaró siempre dijo que el diseño hacía referencia a la habilidad del hornero, un pájaro típico de Uruguay.
Los visitantes escuchan leyendas como estas: cada rincón de la casa es un homenaje de Páez Vilaró a un ideal (el amor), a un pueblo (los negros) o a una persona (Jorge Luis Borges).
La mejor hora para visitar el lugar es al caer la tarde. Desde 1994, en las terrazas, se celebra la ‘Ceremonia del sol’. Es un momento emotivo en el que todos hacen silencio y solo se escucha la voz del artista, que desde una grabación dedica un poema al sol para despedirlo cada tarde.
Las golondrinas y gaviotas, atraídas por la música que llega hasta el mar, cierran la ceremonia sobrevolando las terrazas de Casapubelo. A esa hora se empieza a ocultar el sol sobre el océano Atlántico, pintado de azul profundo. Un momento y un lugar para guardar en el alma.
VIDA