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Religión

Diego Jaramillo: ‘No me considero un mártir, estoy feliz con el trabajo’

El padre Jaramillo celebrará su cumpleaños el 19 de mayo, cuando se le rendirá un homenaje a su trayectoria.

El padre Jaramillo celebrará su cumpleaños el 19 de mayo, cuando se le rendirá un homenaje a su trayectoria.

Foto:César Melgarejo- EL TIEMPO

El padre Diego Jaramillo cumple 90 años; de ellos, 30 los ha pasado al frente del Minuto de Dios.

En la memoria del padre Diego Jaramillo –el mismo que a diario vemos en televisión presentando El minuto de Dios– parece que cabe buena parte de la historia de Colombia. No solo de la antigua, como recuerda a la perfección hechos y eventos de la vida de personajes como José Celestino Mutis, de quien es todo un estudioso, sino de la actual, de la que él mismo ha sido actor y testigo de eventos como el desarrollo de la televisión en el país (no por nada, el espacio que él presenta ya es el programa más longevo, con 67 años al aire).
De la mano del padre Rafael García-Herreros convirtieron una iniciativa, que empezó con la entrega de unas cuantas casas a familias pobres en ciudades como Cali en 1952, en un programa de vivienda que ha beneficiado a cientos de miles de familias y en una obra social y evangelizadora que, bajo el nombre Minuto de Dios, agrupa colegios, jardines infantiles, librerías, emisoras radiales, productora de televisión, una corporación de salud, una fundación de biotecnologías y asesorías para el campo, una universidad con presencia en 65 municipios, por solo nombrar algunas de las ramas que le han crecido a ese proyecto, que nació en los años cincuenta y que el padre Jaramillo encabeza desde 1993, tras la muerte de García-Herreros.
Esta semana, el jueves 19 de mayo, el padre Jaramillo cumple 90 años y continúa con una memoria brillante y levantándose a las 5:30 a. m. todos los días para trabajar incansablemente por ese proyecto, que reconoce que ni él ni García-Herreros imaginaron que iba a crecer tanto. El sacerdote habló con EL TIEMPO sobre los 30 años que ya completa al frente de la Corporación Minuto de Dios, sobre el impacto que ha tenido esta obra social en un país como Colombia y sobre cómo garantizar que continúe, aun cuando él ya no esté al frente.

Desde esas primeras viviendas que construyó el padre García-Herreros en Cali, en una inundación en los años 50, ¿cuántas familias se han beneficiado con el programa de vivienda del Minuto de Dios?

Un cálculo no certificado totalmente, pero sumando entre vivienda nueva, como la de aquí (el barrio Minuto de Dios), que se hizo para las familias pobres, y vivienda mejorada, porque tuvimos un Programa de Mejoramiento de Vivienda (Promevi), que también se ha hecho en Medellín, calculamos que se pueden haber construido, más o menos, 160.000 o 170.000. Eso representa a otras tantas familias beneficiadas, y si cada una tiene unos cinco integrantes –aunque en otra época llegó a haber familias hasta con 12 hijos–, entonces podemos decir, más o menos, que un millón de colombianos se han beneficiado de la obra de vivienda, con casa nueva o con casa mejorada.

La corporación es un proyecto que, desde su creación en los 50 por el padre Rafael García- Herreros, no ha parado de crecer. ¿Se imaginaron alguna vez que esto iba a ser tan grande?

No lo creo. De todas maneras, el padre García-Herreros decía: ‘Vamos a hacer un buen barrio, que tenga los servicios básicos, colegio –al principio no se pensaba en universidad–, que haya un banco, una cooperativa de consumo donde la gente compre sus cosas. Es decir, se pensaba en el barrio y luego se pensó que podía ser como una maqueta para indicar cómo en otros lugares se podía construir algo semejante. Recuerdo que cuando ya estaba aprobado hacer la universidad pero apenas estaban comenzando a aplanar terrenos, yo iba con el padre Rafael por la plaza y nos encontramos con el doctor Alberto Soler, que era el arquitecto que estaba planeando el edificio. Él le preguntó a García-Herreros: ‘Padre, ¿para cuántos muchachos cree que puede ser la universidad?’ Y él dijo: ‘Yo creo que unos 5.000’. Ahora tenemos 105.000 en todas partes, el enano se creció.

¿Qué queda por hacer?

Yo creo que todo, porque Colombia es un país de necesidades. Que nosotros las podamos resolver, tal vez no, pero el país tiene que resolverlas permanentemente.
He visto varios candidatos a la presidencia de la República que hablan por televisión y dan declaraciones y les preguntan de todo, qué piensan de la educación, de la falta de vivienda, la falta de trabajo, de todos los campos, y en todo hay que hacer. En los estatutos que tenemos se dice que el objetivo de la entidad Minuto de Dios es servir a todo hombre y a todos los hombres, y seguro que aquí en Colombia todavía entre la gente del campo, de los barrios periféricos de las ciudades tendríamos que ayudar mucho.

¿Hay un proyecto que quiera materializar?

He estado proponiendo que le demos énfasis a la atención al campesino porque cada día vemos que por la guerra de Ucrania o por otros motivos se van haciendo escasos los fertilizantes, va subiendo de precio la canasta familiar, etc., y si la gente del campo se viene a las ciudades, la producción agrícola no va a ser suficiente, aunque tengamos un país tan bello y fértil en algunas regiones. Tenemos una entidad que se llama Fundases, que significa Fundación de Agroecología para un Desarrollo Económico y Sostenible, y ahí creo que tenemos mucho que hacer.

¿Qué les aconseja a los candidatos a la presidencia?

La política no es atacando al otro y tratando de destruir, sino que se trata de ver cómo se construye de la mejor manera un país.

Primero, que tengan cordialidad unos con otros, la política no es atacando al otro y tratando de destruir, sino que se trata de ver cómo se construye de la mejor manera un país, cómo todos, ganadores o no, podemos aportar para que Colombia salga adelante. Cuando el actual Presidente de la República ganó, meses antes, porque vi en el periódico que la oposición se estaba organizando, yo dije por televisión: ‘Esperemos un poco a ver cuál es la propuesta que va a hacer para ver saber cuál es la oposición’, porque si ya estamos preparados a oponernos a cualquier cosa que el otro diga, pues estamos es únicamente por ampliar las divisiones. Creo que si proponen cosas buenas, hay que apoyarlas y no porque somos de otro partido hay que destruirlas, pero si vemos cosas que no nos gustan, también hay que decir por qué. En ese momento me llamaron dos o tres personas a protestar, pero bueno.

Usted es sacerdote, comunicador, escritor, educador, entre otros tantos roles. ¿Cuál de ellos es el que disfruta más?

Yo creo que el trabajo va llegando y uno tiene que gozar todo lo que hace. Que yo prefiera estar entregando una casa, estar ayudando a un estudiante o estar visitando a un enfermo, lo que tengo que ver es cómo acomodo mi tiempo para cumplir mi trabajo, que es múltiple.

¿Cómo es un día suyo?

Generalmente me levanto a las 5:30 de la mañana todos los días, tengo el aseo personal, me reúno con el grupo de sacerdotes en la casa donde vivo para la oración, desayuno con ellos e inmediatamente después o voy a la corporación o desde mi oficina en la casa comienzo mi trabajo, sea escribir o preparar reuniones. Tengo una maravillosa secretaria y un joven que me ayudan en todo, y ellos van armando la agenda. De mi familia me queda, del núcleo de mis padres y mis hermanos, una hermana que vive fuera de Bogotá y procuro ir a verla una vez por semana o, a veces, cada 15 o 20 días.
Pero el resto del tiempo lo dedico a ciertas ocupaciones que son fijas; por ejemplo, los martes a las 6 p. m. tengo la eucaristía y una predicación, Aquí en el Minuto de Dios hay varias entidades con su personería jurídica y tengo que estar en todas ellas; por ejemplo, la universidad, que tiene presencia en 65 municipios del país; hay 35 instituciones, entre colegios y guarderías, tengo la Corporación Minuto de Dios, que plantea construcción de viviendas, ayuda a los pobres, mercados. Todo eso tiene su reunión mensual, entonces tengo que estar atento.

¿A qué hora descansa?

Antes, cuando estaba joven, hacia la siesta y me dormía, y como matemáticamente, al cuarto de hora o 20 minutos despertaba y me sentía nuevo para la tarde, pero con la edad el sueño se le va yendo a uno; a veces, después de almorzar hago un pequeño descanso, pero ya no duermo. A veces tengo reuniones en la noche, pero por la tarde estoy en la casa, miro los correos que han llegado, respondo las cosas que debo responder, hago llamadas telefónicas con personas que tengo que hacer seguimiento a ciertos temas, pero tampoco me considero un mártir, estoy feliz con el trabajo, estoy desempeñando un trabajo como cualquier hombre que tiene que trabajar.

¿Ha pensado en el retiro?

Este año vamos a celebrar el número 62 del Banquete del Millón, con este habré presidido 30. Entonces digo: ‘Bueno, que el padre tenga paciencia y me espere para que igualemos los 31 los dos’.

Esta semana cumplo 90 años, yo sé que la vida se acaba y tengo un grupo de sacerdotes y de laicos que me ayudan y que van sabiendo cada vez más, que están enterados de lo que pasa en el Minuto. Ya hemos hablado del tema, les digo que tienen que irse preparando para el relevo, pero parece que todavía no. El padre García-Herreros presidió 31 Banquetes del Millón en Bogotá, comenzó el primero el 25 de noviembre de 1961 y cuando se iba a celebrar el número 32 estaba enfermo y yo lo reemplacé. Estando en el Banquete murió el padre. Este año vamos a celebrar, con la ayuda de Dios, el número 62 del Banquete del Millón, con este habré presidido 30. Entonces digo: ‘Bueno, que el padre tenga paciencia y me espere para que igualemos los 31 los dos’.

El minuto de Dios es el programa más longevo del país, ¿cómo garantizar su continuidad?

Cuando Belisario Betancur era presidente hubo una licitación, entonces alguien le preguntó: ‘¿Y El minuto de Dios va a licitar?’ Belisario respondió: ‘No, porque Dios no licita’. Entonces seguimos en eso. Después sé que un grupo de otra confesión a otra fe pidió tener también un minuto, y de la Comisión Nacional les dieron la razón, pero si también se comprometían a hacer universidades y colegios, como el Minuto de Dios, porque el programa, aunque habla de Dios, es la motivación para que haya gente que nos ayude en los Banquetes del Millón o en los colegios, en la universidad o en las viviendas. Nosotros somos pedigüeños, vivimos pidiendo colaboración, lo que hemos hecho nosotros realmente lo ha hecho la gente que nos ayuda a través de nosotros. Yo espero que este Minuto siga en el aire; habrá otros sacerdotes, otras personas que asuman ese trabajo de comunicar, todavía yo puedo hablar un poco, pero tendrá que haber otros.
ALEJANDRA LÓPEZ
REDACCIÓN VIDA DE HOY

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