Desde el escenario del teatro Cafam de Bellas Artes de Bogotá, Johana Bahamón dice: “levante la mano quien ha cometido un error. Quien ha perdido una segunda oportunidad. A quien le han dado una segunda oportunidad”. Todo el público y funcionarios citados para el evento levantan la mano.
Bahamón ha sido galardonada, entre 30 nominadas de todo el país, con el premio Cafam a la Mujer 2020. El auditorio la aplaude y ella aprovecha para reconocer en su discurso breve a la población carcelaria, con quienes ha trabajado durante los últimos 8 años.
“Muchas gracias por este reconocimiento, que es también para las 120.000 personas que están privadas de su libertad”, dice como la nueva Mujer Cafam.
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En el 2012, cuando estaba en el pico de su carrera de actuación y en titulares de medios de farándula, Bahamón fue invitada a la cárcel el Buen Pastor para ser jurado de un reinado. Y ese fue su punto de quiebre: “conocí a seres humanos que habían cometido errores y que estaban pagando por ellos, de una forma no muy productiva, en mi opinión”, cuenta. A partir de ese momento canceló sus proyectos profesionales, renunció a ser actriz y se dedicó a trabajar con personas privadas de la libertad.
“Todos hemos cometido errores, cualquiera puede terminar en una cárcel. Ahora es el momento de regresarle a la vida lo generosa que ha sido con uno, y dar y generar segundas oportunidades para la gente y, sobre todo, para quienes no han tenido ni siquiera la primera”, dice Johana después de recibir el reconocimiento, asediada aún por periodistas de diferentes casas editorales.
María Mercedes Gómez,Héctor Bahamón y Juan Manuel Salazar han estado en el auditorio desde el inicio de la gala. Madre, padre y esposo, apoyan hoy a Johana, pero lo cierto es que también han visitado con ella las cárceles (a donde también han entrado sus hijos, Mía y Simón); han acompañado su proceso y han hecho parte de su trabajo.
De un momento a otro –cuenta Héctor Bahamón, su padre–, cuando estaba en las mieles de lo que significa para muchos ser famoso, lo dejó todo a un lado. Su corazón palpitó por los demás
“De un momento a otro –cuenta Héctor Bahamón, su padre–, cuando estaba en las mieles de lo que significa para muchos ser famoso, lo dejó todo a un lado. Su corazón palpitó por los demás”.
El padre dice que su hija entendió, muy pronto, “que la justicia es dura, en la primera conversación que tuvo con una persona que estaba detenida. La mujer mató a su esposo porque estaba violando a su hija. ¿Yo qué hubiera hecho? Probablemente, lo mismo. ¿Ella qué hubiera hecho? Lo mismo. Pero la ley es la ley. Encontrar esa realidad hizo que su vida cambiara”.
Su madre, María Mercedes Gómez, confiesa que se sintió satisfecha cuando supo que Johana se retiraba de la farándula. “Yo me puse feliz –dice–. El mundo de la farándula está lleno de ‘flashes’, de luces, de entrevistas; es muy bien pagado... pero pasa. Lo único que le queda en la vida es lo que ella está haciendo por estas personas”.
María Mercedes recuerda que, en alguna oportunidad, la hija de un recluso fue invitada en su cumpleaños a ver una obra. Se sentó en la primera fila del teatro Nacional y vio a su padre sobre las tablas. Y lo vio, no como un recluso, sino como actor.

María Juliana Ruiz, la primera dama de la república, le entregó el premio a Johana Bahamón.
César Melgarejo. El Tiempo
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Un día del año 1982, cuando María Mercedes estaba embarazada, su esposo Héctor entró a su casa y la encontró debatiendo con sus amigas un informe de la ONU, sobre las reducidas oportunidades económicas de las mujeres en el mundo.
Hoy, un día del año 2020, cuando Johana es reconocida por su labor en las cárceles del país, Héctor recuerda ese momento como el germen de una labor social que no solo definiría la vida de su esposa, quien luego fundó el Banco de la Mujer, sino también, sin saberlo, la de su hija.
“Ese día decidieron hacer un banco que sirviera de garantía para que el banco de Occidente les prestara dinero a las mujeres de la plaza de mercado”, dice.
Ese, dice Héctor, podría ser el origen del evento que hoy los convoca. Un reconocimiento que es también para su esposa y para él.

Johana rodeada de sus padres, Héctor y María Mercedes, y su esposo, Juan Manuel Salazar.
El Tiempo
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Con este trabajo, Johana acortó diferencias con los reclusos y superó los sesgos. Hasta ahora, ha trabajado con mujeres y hombres de 33 cárceles y con más de 30 mil personas privadas de la libertad. Fundó Casa Libertad, un espacio para la atención al pospenado en alianza con el Ministerio de Justicia, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario –Inpec–, Colsubsidio y la Alcaldía de Bogotá.
Es la cabeza de la Fundación Acción Interna, que tiene el propósito de defender la calidad de vida de la población carcelaria y pospenada en el país.
Y, como parte de este trabajo, en la línea de productividad, nació el Restaurante Interno en Cartagena, que pretende darles herramientas a los internos para que, cuando cumplan su condena, tengan con qué defenderse.
Un elemento importante en nuestros programas es generar espacios de encuentro y reconciliación real entre la población carcelaria y la población civil
“En la cárcel de Cartagena había mucho gusto de las internas por la gastronomía y así hicimos el restaurante. Un elemento importante en nuestros programas es generar espacios de encuentro y reconciliación real entre la población carcelaria y la población civil. Y por eso las mujeres que cocinan en el restaurante no son las únicas que se sienten libres sino también los clientes porque salen liberados de muchos prejuicios”, dice.
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Queda mucho por hacer, asegura. Hasta ahora, ha trabado en 33 cárceles de Colombia, pero su interés final es hacerlo en las 134 que existen en el país: “Hemos trabajado con solo 30.000 personas privadas de la libertad y hay 137.000. Espero que con este premio podamos llegar a todas”, dice.
En la edición 32 del premio Cafam a la Mujer fueron nominadas 30 representantes de la misma cantidad de departamentos. Además del galardón central, se entregó una mención de honor a Marcela Pineda, Mujer Cafam Risaralda, quien está a cargo del programa Superhumanos Co&tex: señales de poder, y otra a Olga Yaneth Bocarejo, Mujer Cafam de Boyacá, quien ideó el Banco de la esperanza, basándose en la basura como moneda de cambio para productos financieros que mejoran la calidad de vida de sus asociados. Cada una recibió 20 millones de pesos.
NATALIA NOGUERA
monnog@eltiempo.com
REDACCIÓN EL TIEMPO