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Mujeres

‘Toda mi inspiración está en Colombia’: Johanna Ortiz

Johanna Ortiz inaugurará Colombiamoda

Johanna Ortiz inaugurará Colombiamoda

Foto:Cortesía Inexmoda

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La exitosa diseñadora colombiana se encargará del desfile inaugural de los 30 años de Colombiamoda.

Ese día que Johanna Ortiz entró a su tienda en Cali y pensó que no se pondría ninguna de las prendas que estaban allí exhibidas, por más que ella las había diseñado, fue muy doloroso. “Sentí que le estaba cumpliendo a mis clientas, pero que lo que estaba haciendo no era yo”.
Llevaba ya casi dos años con esa insatisfacción. Proponía algunas siluetas distintas porque quería demostrar que se puede ser sexy, femenina y elegante sin tanto escote ni cuerpos ceñidos, pero ellas querían más de lo mismo.
En esos días de inquietud y frustración llegó la invitación de Inexmoda para cerrar Colombiamoda en julio del 2014. Era el momento para hacer su colección soñada. La llamó Nativa. Jugó con las camisas de hombre, con pareos de colores vibrantes, con hombros al descubierto y con boleros en todas partes. Esa pasarela se convirtió en un antes y un después en la carrera de esta diseñadora caleña.
Una foto en Instagram sirvió de catapulta para pasar del mercado local a tener una vitrina con exposición internacional. Lauren Santo Domingo, directora de Moda Operandi, el portal de moda y accesorios de lujo, le dio ‘like’; Johanna le escribió y le mandó las fotos de la colección. Ella le dijo que se vieran en Nueva York.
“Viajé en diciembre. Llevé unas diez prendas para mostrarle. Lauren y su equipo las revisaron por el derecho y por el revés; era como presentar una tesis de grado. Me dijeron que querían fotografiar toda la colección al día siguiente, pero había un problema: casi todo lo había vendido la noche del desfile en Medellín. Mi amiga Adriana Arboleda me ayudó a recoger las prendas entre las clientas y a mandármelas esa misma noche”, cuenta.
Desde entonces, la rueda de la fortuna no ha parado de girar. Johanna Ortiz es, en este momento, la diseñadora colombiana más reconocida a nivel internacional. Sus creaciones no solo las usan famosas como Michelle Obama, Amal Clooney, Alexa Chung y Lily Collins, entre muchas, sino que también son incluidas en editoriales de moda de revistas como ‘Vogue’ y ‘Elle’.
Sus prendas se venden en sitios tan prestigiosos como Neiman Marcus, Bergdorf Goodman, Net-a-Porter, Harrods y Saks Fifth Avenue, donde ha compartido piso con grandes como Chanel y Valentino, y el reconocido sitio web The Business of Fashion la ha incluido en su lista de las personas más influyentes de la industria de la moda en el mundo.
Definitivamente, Johanna Ortiz se ha convertido en una empresa de moda, con cifras contundentes –y sorprendentes– por el rápido crecimiento que ha tenido desde el 2015. Son números que demuestran una vez más que la moda no es un asunto vanal y ligero sino una tuerca clave en el engranaje de la economía.

Los números hablan

Johanna Ortiz está presente en 27 países a través de 90 puntos de venta. En el 2016 tenía 12 clientes internacionales, este año ya son 40 en Estados Unidos, Europa y Asia. Exporta el 90 por ciento de su producción y proyectan ventas por casi 14 millones de dólares en el 2019.
En el 2014, la marca producía 3.800 prendas al año y calculan 29.000 unidades para el presente año. Esto ha implicado más personal: de 49 empleados pasaron a 324 actuales. Además del centro creativo que tiene en Cali, donde se hacen los diseños, tiene una planta de producción en la zona franca, que montó y dirige su hermana Paola, mano derecha de Johanna. “Ella dice que yo mato su creatividad porque a veces se enamora de unas telas costosísimas y me toca aterrizarla”, dice.
Son tres bodegas impecables y silenciosas, donde se ven pocos hombres. Aquí reciben las telas: jaquard de Francia, sedas de Italia, algodones bordados de India…, que se transforman en vestidos, faldas, pantalones, tops, kimonos, camisas y demás creaciones, que salen directo a distintas partes del mundo.
En este lugar se hizo un montaje industrial para un producto que tiene mucho trabajo manual, como los bordados y donde se cuidan los detalles para que las prensas queden perfectas tanto por el derecho como por el revés.
“Ha sido emocionante ver cómo hemos crecido. Cuando comenzaron a llegar pedidos de todos lados, había países que nos tocó buscar en el mapa; Baherín, por ejemplo. Y descubrimos que debajo de las burkas las mujeres llevaban nuestros vestidos”, comenta Marta Ordóñez, jefe de producción, que lleva varios años trabajando con Johanna.
“El caso de Johanna es impresionante. Ha crecido siete veces en los últimos cuatro años. Ella es un gran ejemplo para este país, que demuestra que con disciplina, perseverancia y equipo se puede hacer empresa; no es solo creatividad”, comenta Carlos Eduardo Botero, director de Inexmoda.
La marca Johanna Ortiz está un escalón debajo de las marcas de lujo. “Nuestro grueso de clientas están entre los 24 y los 34 años, mujeres que viajan 11 veces al año, que están dispuestas a pagar 2.000 dólares por un vestido porque entienden que una prenda se lleva cuatro días para hacerla”, comenta Catalina Londoño, directora comercial.

¿Dónde está la magia?

Aunque el crecimiento ha sido rápido, no se trata de un golpe de suerte. Johanna Ortiz lleva 17 años construyendo su marca, desde que empezó haciendo vestidos de baño cuando volvió de estudiar en Estados Unidos, primero arte en el Instituto de Arte de Fort Lauderdale, y luego moda en Parsons School of Desing.
“Comencé con Flor, una costurera que todavía está conmigo. Nos trasnochábamos terminándolos y luego vendiéndolos maleta en mano”, recuerda con cariño la diseñadora.
En el 2004, arrancó con el prêt-à-porter, ahora volvió a los vestidos de baño y también hace trajes de novia. Este año sacará línea de gafas de sol y pronto vendrá la de hogar; a Johanna le encanta servir la mesa, algo que heredó de su mamá.
“Me apasiona ser emprendedora. Convertir una marca de ropa de diseñadora en una empresa de estilo de vida es algo que quería más que nada en la vida. Para mí cada colección es llevar un poco de Colombia al resto del mundo y todo hecho en el país”, dice.
Ese rasgo emprendedor, como el artístico, lo mostró desde niña. “En unas vacaciones, en un resort en Santa Marta, hicieron un concurso para hacer vestidos en papel periódico y ella se lo ganó; tenía como 8 años… Ella siempre quiso ser exitosa”, cuenta su mamá, Marta Lucía Guzmán de Ortiz.
Pese a todo este éxito, Johanna Ortiz sigue siendo esa caleña sencilla, dulce, amorosa y acogedora, a la vez disciplinada y exigente, que vive agradecida con la vida y con la gente que la rodea y que trabaja con ella.
¿Qué tienen sus diseños que están enloqueciendo a todos?
Creo que lo que más ha gustado es la expresión de la mujer latina, que es femenina, que es sensual y alegre, que le gusta arreglarse. Ha sido importante mirar hacia adentro, mirar más a la mujer de acá y no a la de afuera. La ropa de Johanna Ortiz es para que las uses a tu manera, en el momento que quieras.
¿Y los boleros?
Yo no los inventé, tampoco los hombros descubiertos, solo los volví a poner de moda porque los cambié un poco, los hice latinoamericanos, como los quería ver yo.
¿Qué se combinó para alcanzar esta fama?
Este es el resultado de un trabajo constante, que se hace con pasión y en el que si te caes, te levantas al otro día. También tiene mucho que ver con toda la gente que me rodea. Tengo personas con los conocimientos que de pronto no tengo y que le aportan todo el día a la empresa. Es gente trabajando por un mismo sueño, que en algún momento era mío y se volvió de todos.
¿Qué le ha exigido mostrar sus colecciones en París y Nueva York?
Allí se presentan los grandes y van los mismos compradores que buscan marcas como Gucci o Yves Saint Laurent, entonces tenemos que ser muy profesionales y tener mucha creatividad e innovación para llamar la atención.

Es clave no olvidar dónde están mis raíces: yo soy feliz en Colombia, soy feliz de que mis hijos crezcan acá. Pertenezco a aquí, a mi país, a la gente que me ha visto crecer

¿De dónde sale tanta inspiración?
De vivir en Colombia, en Cali. Vivo rodeada de una naturaleza interminable, con colores increíbles. Acá viene mucha gente para avistamiento de aves, y yo las tengo ahí todos los días. También está el compartir con mujeres, con mis tres hijos, lo que pasa cada día.
El mercado está marcando el reto de la moda sostenible, ¿cómo subirse en esa onda?
Ahora que empezamos línea de trajes de baño, la parte sostenible ha sido uno de sus pilares. Estamos trabajando con telas recicladas, con telas hechas de plásticos reciclados; telas con las que no se usen tintes ni agua en sus procesos.
¿Es difícil hacer empresa en Colombia?
Es un reto y una responsabilidad muy grande cuando tienes 320 empleados. Hay que acatar demasiadas normas y hay muchos impuestos, pero hacer empresa es apostarle a un país.
¿Cómo maneja el estrés con tantas cosas al tiempo?
Soy bastante tranquila. Lo que puede llegar a estresarme por momentos es pensar en cumplir con las expectativas, no solo de los críticos y compradores, sino de todos los empleados que confían en que Johanna Ortiz esté creando una colección que sea aceptada porque así vamos a tener trabajo todos. Soy una mujer de fe; me sirve estar conectada y tener los pies sobre la tierra, porque a veces estamos arriba y a veces, abajo. Es clave no olvidar dónde están mis raíces: yo soy feliz en Colombia. Cuando me invitan a fiestas en París y Nueva York, está bien y rico, pero no pertenezco a eso, sino a aquí, a mi país, a la gente que me ha visto crecer.

Invitada especial a Colombiamoda

Colombiamoda celebra su edición número 30 y tiene como invitada especial a Johanna Ortiz en el desfile inaugural el 22 de julio. Ella presentará la colección Resort Caprice, que mostró en Estados Unidos, pero con muchos más 'looks'. “Refleja una mujer rebelde, extrovertida, divertida, aventurera, que prefiere llevar flores en el pelo en vez de maquillarse, que le encanta andar descalza, que no le da miedo mostrarse tal como es”, explica la diseñadora.
La receta inspiradora para esta ocasión incluye al artista Ellsworth Kelly, el trabajo estilo cómic del diseñador gráfico Saul Bass, la flor del borrachero (“es como las mujeres, linda pero peligrosa”, dice la diseñadora, y unas vasijas al estilo de los alfareros de la Chamba (Tolima). Se verán nuevas siluetas y prendas con volumen y movimiento.
NATALIA DÍAZ BROCHET
Especial para EL TIEMPO
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