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Mujeres

Demostrar amor no es quedarse callada

Esta es una alianza que logró la Secretaria de la Mujer para apoyar más a este género.

Esta es una alianza que logró la Secretaria de la Mujer para apoyar más a este género.

Foto:ELTIEMPO

De tu lado con Alex / Columna

Leí una frase que me dejó pensativa. La autora, Glenon Doyle, expresa vehementemente en su libro Untamed (aún no tiene traducción al español, pero básicamente quiere decir ‘Indomable’) que las mujeres hemos sido entrenadas para demostrar nuestro amor ‘siendo invisibles’. ¡Wow! Ella afirma que desde el pasado hemos permanecido calladas, aguantando, y juramos que esta es la mejor manera de expresar nuestro afecto.
Obviamente, me dejó pensativa porque tiene toda la razón. ¿Cuántas mujeres se han quedado en relaciones miserables por años, sacrificando su propia felicidad, porque creen que es lo mejor para los hijos? ¿Cuántas han callado años de maltrato porque no quieren angustiar a sus padres o dejar a los hijos sin papá? ¿Cuántas no expresan sus puntos de vista por miedo a que la sociedad las tilde de agresivas o histéricas?
Debo confesar que yo misma he caído en este silencio y he permanecido en relaciones en las cuales creía que ‘calladita me veía mejor’. Muchas mujeres queremos lo mejor para nuestros hijos, pero no somos capaces de querer lo mejor para nosotras mismas.
Tengo una anécdota que suelo contar, más como un halago a lo perceptiva que es mi hija que a mi capacidad de discernir lo que era lo mejor para mí.
Un hombre con quien yo estaba saliendo era una buena persona, pero tenía una gran cantidad de costumbres y actitudes que iban completamente en contra de mi esencia. Yo me quedaba callada porque, de alguna manera, dejaba que pesara más el hecho de que él era un buen ser humano, aunque yo anduviera miserable.
Un día mi hija me preguntó: “A ti no te gusta esto, esto y esto. Es más, a mí no me dejas hacer todas esas cosas que le permites en silencio a él. ¿Por qué te lo aguantas?”. ¡En ese momento tuve que hacer una pausa en el camino y hacerme esa pregunta a mí misma! Y le adicioné un componente: “Si mi hija estuviera saliendo con una persona así, ¿yo estaría feliz por ella?”. La respuesta fue: “No”.
Gracias a eso pude tomar la mejor decisión para mí, sin pensar en lo que era mejor para los demás.
Como mujeres, solemos querer la felicidad de quienes nos rodean a costa de sacrificar la nuestra. ¡Nadaaaaaa que ver! No podemos enseñar sin dar ejemplo. No podemos amar a los demás sin amarnos a nosotras mismas primero. ¡No podemos quedarnos en silencio y pensar que eso es amor!
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