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Mujeres

Pongámosle atención al umbral del dolor / De tu lado con Álex

La columnista Alexandra Pumarejo habla de no dejar subir el umbral del dolor emocional.

Natalia Díaz
El umbral del dolor es la capacidad de los seres humanos de soportar, precisamente, la sensación de dolor. En forma coloquial, escuchamos que hay quienes lo tienen alto y otros, bajo. Aunque los estudios indican que las mujeres lo tenemos más bajo, al igual que los adultos mayores, existe una serie de factores que pueden influir en el nivel en el que lo tengamos.
La lógica nos diría que es mejor tenerlo alto, porque de alguna manera nos hace más resistentes... y a simple vista esto pareciera hacernos más rudos. Al mismo tiempo, aquellos con un umbral de dolor bajo podrían ser vistos como ‘debiluchos’, pues sienten que se van a morir de dolor hasta con la partida de una uña.
Pero tal vez tener esta resistencia al dolor tipo Supermán no es tan benéfico como pareciera. El dolor es un llamado de atención, indica que algo está mal y es necesario encontrar su origen para después tomar medidas y así aliviar la causa. Por ejemplo, un síntoma de alerta de un peligroso aumento en la presión arterial, que podría ser fatal, es el dolor de cabeza. Las personas con umbral alto no sienten ese dolor intenso desde un principio; entonces no se percatan de que algo está fallando gravemente en su cuerpo. De la misma manera pasa con una fiebre alta, e incluso un infarto.
Creo que este mismo fenómeno sucede también con los dolores emocionales. Muchas personas aguantan y aguantan maltratos porque, o han nacido con el umbral alto o porque ellos mismos lo han ido subiendo a través del tiempo en la medida en que han soportado hasta lo insoportable. Estas personas ‘toleran’ altos niveles de dolor y sufrimiento pensando que esto los hace más fuertes, sin percatarse de que son su cuerpo y su corazón los que están intentando decirles que algo está funcionando muy mal y que es urgente buscar el origen y tomar medidas curativas de inmediato. Esta tolerancia no es un don especial; todo lo contrario, hace que estas personas sean más propensas a morir en vida por no haber sentido las alarmas claras y contundentes.
Lo fascinante es que a diferencia del umbral del dolor físico, el emocional sí se puede sensibilizar o ‘disminuir’. Debemos afrontar con sinceridad y humildad las heridas del corazón que tanto daño, así sea subliminalmente, nos hacen.
Permitirnos sentir plenamente todos los sentimientos, en especial los más incómodos, nos libera para poder encontrar la raíz, buscar el remedio más acertado, curarnos y ¡vivir plenamente!
ALEXANDRA PUMAREJO
Natalia Díaz
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