Las ventas directas, o por catálogo, están tomando fuerza en el país. Tanto así que 2’132.769 vendedores independientes obtienen ingresos a partir de ellas, siendo las mujeres mayoría con una participación del 87 por ciento, según la Asociación Colombiana de Venta Directa (Acovedi).
El negocio movió 4,8 billones de pesos el año pasado –el equivalente al 0,4 por ciento del producto interno de Colombia (PIB)–, con un crecimiento de 4,85 por ciento frente a 2017. Sin duda se han convertido en una alternativa para personas que quieren tener ingresos adicionales y emprender, sobre todo para las mujeres.
Aunque el promedio de ingresos varía según el volumen de ventas de cada uno de los distribuidores, pues reciben una comisión sobre los pedidos que hagan, los vendedores consultados por este diario dicen que pueden ganar desde un salario mínimo hasta más de 10 millones de pesos, dependiendo de la cantidad de productos que comercialicen.
Para Andrés Peñuela, director general de Herbalife Nutrition Colombia, dividir el tiempo entre el trabajo, la vida personal y el hogar es una de las tareas más difíciles que enfrentan las mujeres cada día. “En ocasiones, la economía del hogar se convierte en una situación adversa que dificulta que las mujeres puedan suplir todas sus obligaciones, y es allí donde su ingenio se hace latente, impulsándolas a conseguir nuevos ingresos mientras desarrollan una actividad que se relacione con su personalidad y estilo de vida, al tiempo que les permita cumplir sus sueños”.
Ese es el caso de María Eugenia Sarmiento, de 61 años, una vendedora independiente de Natura que decidió vender los productos de belleza y cuidado del cuerpo de la marca brasileña para pagar el crédito educativo de su hijo que entraba a la universidad. “Mi esposo tiene una empresa de ingeniería, y yo le ayudaba ahí, pero la deuda de mi hijo me impulsó a vender con Natura. Nunca me imaginé que con eso lograra pagar ese crédito, y además he podido viajar a lugares como Argentina, Perú, Bolivia y Europa”.
Algo similar pasó con Ileana Lesmes, de 49 años, quien decidió empezar a vender por catálogo luego de separarse de su esposo y tener que responder económicamente por tres hijos. “Saqué adelante un negocio de una peluquería después de muchos años de trabajo y eso me ha permitido hacer cosas que, hoy mirando hacia atrás, no hubiera creído lograr”.
El rango de edades de las personas que trabajan como distribuidores o vendedores es también variado, pues el 25 por ciento de ellos tienen entre 35 y 44 años, seguidos por los que tienen entre 25 y 34 años; el 21 por ciento tienen entre 45 y 54 años, y luego están los de entre 55 y 64 años, con el 13 por ciento.
Para trabajar con este tipo de empresas no es necesario tener una carrera profesional ni un alto nivel de educación, por lo que entrar al negocio se convierte en una salida a la falta de oportunidades laborales, teniendo en cuenta que en marzo, la tasa nacional de desempleo fue de 10,8 por ciento y el de las mujeres, 14 por ciento.
Un ejemplo de ello es Maribel Molina, una mujer de 26 años desplazada por la violencia que, gracias a su trabajo como consultora de venta directa de productos de belleza, ya está a punto de terminar su bachillerato, y además construyó una casa para su mamá, que vive en Santander. “Cuando yo tenía 13 años nos tocó a mi familia y a mí salir del Catatumbo, dejar nuestra finca de café y cacao para poder sobrevivir. Nada ha sido fácil, pero la empresa me dio la oportunidad de que yo, sin haber terminado mi bachillerato, tuviera la posibilidad de unos ingresos fijos”.
En Colombia hay 31 empresas que obtienen la mayoría de sus ingresos, o todos, a través de la venta directa, que son las que están afiliadas a Acovedi
Aunque las mujeres son mayoría en la venta directa, la presencia de los hombres va en ascenso. Datos de Acovedi señalan que hace tres años, la participación de ellos como vendedores era apenas del 4 por ciento, y al cierre del 2018 subió a 13 por ciento.
Ricardo González, de 33 años, es uno de esos hombres que eligieron la venta por catálogo como emprendimiento. “Tuve un receso laboral y no podía quedarme viendo para el techo mientras conseguía trabajo, así que empecé a vender Natura. Obviamente fue un proceso difícil porque había muchos estereotipos con respecto a esa alternativa de ingresos; en ese momento, las cuentas me dieron y era muy rentable para mí. Hoy tengo un trabajo con un salario, pero sigo vendiendo porque todavía es una fuente importante de ingresos para mí”.
En Colombia hay 31 empresas que obtienen la mayoría de sus ingresos, o todos, a través de la venta directa, que son las que están afiliadas a Acovedi.
De esas organizaciones, casi la mitad (45 por ciento) son de productos de cosméticos y cuidado personal, seguido de ropa y accesorios (30 por ciento), y bienestar y alimentos (7 por ciento).
Entre esas 31 están firmas tan reconocidas como Herbalife Nutrition Colombia, Yanbal, Natura, Avon y Leonisa. Además, de los 2 millones de vendedores con los que cuenta este mercado, Acovedi calcula que este genera más de 12.000 empleos directos en las plantas de producción y sedes administrativas, y se prevé que siga en aumento este año.
“La venta directa está consolidada en todo el mundo y creciendo año a año. Es evidente que las innovaciones tecnológicas, los cambios en el mercado laboral y la posibilidad de obtener ingresos trabajando de forma independiente y sin horarios fijos ha hecho que más personas busquen emprender su propio negocio”, concluyó el director de Herbalife Nutrition Colombia.
Teniendo en cuenta que las personas que trabajan en la venta directa son clasificadas como trabajadores independientes y pagan su propia seguridad social, expertos consideran que su situación laboral puede ser a veces “precaria”.
Eso dice el abogado Manuel Bastidas, magíster en Derecho de la Universidad Nacional y quien en una encuesta encontró que el 68 % de personas que se dedican a la venta directa no tienen otro trabajo. “Se evidenció que este trabajo genera incertidumbre sobre los ingresos percibidos por la actividad, ya que las vendedoras carecen de una remuneración fija y deben asumir los riesgos monetarios frente al incumplimiento en el pago de los productos por parte de los clientes”.
En ese sentido, propone la promulgación de nuevas leyes que reconozcan los derechos laborales de las personas que están vinculadas con la venta directa.
María Camila González
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