Cierre los ojos e intente recordar: ¿cuál fue su primer pensamiento esta mañana? ¿Estuvo agradecido por su cobija o por su almohada? ¿O porque tenía un nuevo día frente a usted? ¿Dio gracias por el milagro de estar vivo? O, por el contrario, ¿pensó que le daba ‘jartera’ ir a trabajar? ¿Quizás el clima estaba muy caliente, muy frío o muy lluvioso? ¿Se despertó con una sonrisa o con el ceño fruncido? ¿Pensó en todo lo bueno que tiene o se dedicó a contemplar todo lo que le falta?
Decía sabiamente Albert Einstein que uno puede vivir su vida como si todo fuera un milagro o como si nada lo fuera.
¿Se imagina lo poderosa que sería cada cosa que hiciéramos durante el día si la viéramos como un milagro? Lavarse los dientes ya no es rutinario, es una maravilla. El café de la mañana es un deleite. Llegar a trabajar es una bendición. Y cada beso que les da a sus hijos es incomparable.
La vida no se limita a lo que tenemos al frente sino cómo la percibimos. Este hecho, que parece tan básico, puede cambiar radicalmente la disposición respecto a nuestro propio mundo.
Esta actitud es la que separa a los que triunfan de los que no, a quienes son felices de los que no lo son. Si entendiéramos que cada pensamiento crea nuestra propia realidad, nos daríamos cuenta de que no hay nada que no podamos lograr. Tan sencillo y al mismo tiempo tan complejo como que los pensamientos se vuelven actos y los actos determinan nuestra realidad.
¿Por qué no prueba esta teoría hoy mismo? Cada vez que se dé cuenta de que se está quejando por lo que no tiene o está llenando su cabeza de pensamientos negativos, cámbielos por algo positivo e inmediatamente agradezca lo que sí tiene.
Si hace esto todos los días, se convertirá en hábito y tal vez después de un tiempo esa costumbre mejorará su existencia. Les dejo esta pregunta para esta semana: ¿qué le está consumiendo la mente hoy?
Recordemos diariamente, lo que consume tu mente controla tu vida.
ALEXANDRA PUMAREJO - PARA EL TIEMPO En Twitter: @DeTuLadoConAlex