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Medio Ambiente

El humo de las yurtas asfixia a Ulán Bator, capital de Mongolia

En 2013 figuró como la segunda ciudad con peor aire del globo, según una lista elaborada por la propia OMS.

En 2013 figuró como la segunda ciudad con peor aire del globo, según una lista elaborada por la propia OMS.

Foto:Archivo particular

El uso de carbón para calentar las viviendas ubica la ciudad como la segunda con peor aire del globo

Andrés Montenegro
Es casi irónico que Ulán Bator, la capital de Mongolia, un país de intensos cielos azules sobre inmensas praderas y con la densidad de población más baja del mundo, sea una de las ciudades más contaminadas del planeta.
Si en Pekín los diarios hablan de "apocalipsis" cuando la concentración de partículas en el aire alcanza los 500 microgramos por metro cúbico, en Ulán Bator se han llegado a alcanzar este año los 1.600 microgramos, 65 veces más que lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero los orígenes del esmog son muy peculiares en Ulán Bator, ciudad que en los últimos inviernos está siempre envuelta en neblina tóxica y en 2013 figuró como la segunda ciudad con peor aire del globo, según una lista elaborada por la propia OMS.
Si en Pekín la polución proviene del tráfico y la industria, la de la capital mongola tiene su principal origen en las yurtas o "ger", la vivienda tradicional de las praderas, que muchos inmigrantes rurales se llevan consigo cuando se asientan en Ulán Bator, urbe de 1,3 millones de habitantes.
En los barrios de yurtas y cabañas de las afueras de la ciudad, miles de personas utilizan estufas de carbón para calentarse, un método barato y efectivo ante el extremo invierno mongol -con temperaturas de hasta 50 grados bajo cero- pero altamente contaminante.
Son familias como la de Bat-ochir Uurtsaikh, de 44 años, quien desde su yurta urbana, mientras cose ropa para su marido lama, explica por qué siguen viviendo como cuando eran nómadas. "Llevamos ocho años en Ulán Bator, y nos gustaría mudarnos a una casa, pero cuesta 10 veces más", cuenta a Efe mientras observa a su hija, estudiante de secundaria, cuyo uniforme inglés contrasta en el interior de esa vivienda tradicional.
El esmog se agrava por el hecho de que Ulán Bator está rodeada de montañas, lo que dificulta la circulación de aire que pueda llevarse la niebla contaminante. La ciudad ha vivido este año dos protestas multitudinarias por la polución en la plaza Sukhbatar, una "versión" mongola de la pequinesa Tiananmen, donde miles de vecinos, con máscaras y pancartas en las que aseguraban "no poder respirar" pedían al Gobierno que tomara medidas.
Desde el Ministerio de Medio Ambiente, la responsable de lucha contra la contaminación, Gunbileg Lkhagvasuren, defiende que la principal causa de la polución atmosférica está en los barrios de yurtas, y que la ciudadanía tiene la principal llave para resolverlo, con un uso más racional de los combustibles.
"El 80 por ciento de la contaminación viene de los 'gers', el 10 por ciento del tráfico, el 6 por ciento de las centrales térmicas y un 4 por ciento de partículas flotantes", repasa en declaraciones a Efe. En el edificio de su ministerio, cerca de la plaza donde se llevaron a cabo las protestas, Lkhagvasuren subraya que el Gobierno está tomando medidas para atajar el problema, la principal de ellas, promover el uso de calentadores eléctricos en los barrios humildes.
Desde el 1 de enero, la electricidad en esas yurtas y cabañas es gratuita por la noche, lo que unido a la promoción de estufas de carbón más eficientes ha sido el principal esfuerzo de las autoridades por reducir el esmog. Pero habitantes de esas zonas como Uurtsaikh son escépticos con los calefactores eléctricos.
"Intentamos usarlos, pero el voltaje aquí no es el correcto, los cables se calentaban muchísimo, no era seguro y decidimos seguir usando carbón", cuenta la mujer. No ayuda tampoco a la credibilidad de las autoridades que éstas atribuyan a los más pobres el origen de la contaminación cuando en la ciudad las emisiones más visibles de humo provienen de las cuatro centrales térmicas que tiene Ulán Bator, en pleno casco urbano.
La más aparatosa de ellas, a medio camino entre el aeropuerto y el centro de la ciudad, escupe humo por sus enormes chimeneas constantemente, y es el "monumento" más visible desde cualquier punto de la urbe.
"El Gobierno dice que no cobrará la electricidad, pero sus plantas de energía siguen produciendo contaminación", comenta el guía turístico Bolod Mukhadi, que pasa los días intentando captar viajeros en la plaza Sukhbataar. Para Mukhadi, un septuagenario que tiene un acento inglés digno de Oxford, la única solución posible es drástica:
"Hay que mover la capital a Karakorum", dice seriamente el guía, en referencia a la antigua ciudad del centro del país que hace ocho siglos acogió la corte de los hijos de Gengis Khan.
EFE
Andrés Montenegro
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