Un grupo multidisciplinario de científicos colombianos propuso la extracción (incluso con sacrificio) de algunos de los casi 100 hipopótamos invasores que habitan en Colombia. Los investigadores elaboraron modelos predictivos para saber cuántos individuos habrá en el 2034 y los datos geográficos de dispersión, y concluyeron que de no controlarlos ahora, el país deberá lidiar con 1.500 ejemplares regados por la cuenca del río Magdalena en los próximos 13 años.
Pero ¿cuál es el problema con esta población de hipopótamos? EL TIEMPO entrevistó a Nataly Castelblanco Martínez, doctora en Ecología y Desarrollo Sustentable, quien participó en la investigación ‘Un hipopótamo en la habitación: prediciendo la persistencia y dispersión de un megavertebrado invasor en Colombia, Suramérica’, publicada en la revista Biological Conservation (@ELSenviron), en busca de una solución al manejo de esta especie foránea que está fuera de control.
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La historia de estos Hippopotamus amphibius, nativos de África, comenzó en los años 80, cuando el narcotraficante Pablo Escobar trajo ilegalmente al país cuatro ejemplares, con destino al zoológico de la hacienda Nápoles. Sin mayor control, estos animales comenzaron a reproducirse en la cuenca del río Magdalena, y a la fecha, según los investigadores, la población de este animal, que ha invadido extensas áreas de Colombia ha crecido constantemente a una tasa del 14,5 por ciento (ver mapa).
¿Qué implicaciones tiene el aumento de esta población en Colombia?
En la investigación revisamos cómo esa población se dispersará con los años y con el cambio climático. Los hipopótamos viajarán hacia el norte, a la depresión momposina y al complejo cenagoso, zonas con una riqueza y una biodiversidad impresionante, muchas son áreas Ramsar protegidas. Allí se presentará una invasión con unos impactos socioeconómicos y ecológicos enormes.
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En esas zonas, como donde habitan hoy, tendrán agua y comida por montones y se adaptarán rápidamente, lo que hace más fácil su reproducción y aumento. Todos las especies en el planeta tienen formas naturales de control ya sea por mortalidad, por competencia, por enfermedades o por predadores. Pero con estos hipopótamos no pasa eso, ellos tienen un crecimiento constante en el país, por eso, hacia el 2034 se llegará a un punto en el que la capacidad de carga de nuestro ecosistema no podrá soportar más individuos.
En África se reproducen lentamente por las condiciones de sequía de ese continente. Pero en un ecosistema como el del Magdalena, lleno de agua y alimento todo el año, la población aumenta y es muy exitosa. Acá no tienen predadores, en África los leones y los cocodrilos del Nilo se comen a los hipopótamos bebés. Acá no se da esa condición, el país no está capacitado para controlarlos de manera natural.

Nataly CastelblancoMartínez, Ph. D. en Ecología y Desarrollo Sustentable
Particular
¿Qué peligros representa ese aumento descontrolado?
Hay consenso entre la mayoría de los científicos sobre el impacto a nivel ecosistémico y socioeconómico. Los hipopótamos son animales enormes que se mueven entre la tierra y el agua, transportando sedimentos que cambian la composición fisicoquímica de la cuenca y eso hace que especies nativas y sensibles se vean desplazadas o extintas, lo que genera un desequilibrio ecológico importante para el país.
En ese escenario, otras especies competirán con ellos por recursos, por ejemplo, el chigüiro y el manatí del río Magdalena, especie que hoy está en peligro de extinción. Nuestro llamado es a ser conscientes de que no todo puede girar en torno a proteger al hipopótamo sin considerar las especies nativas que habitan allí. También especies migratorias que utilizan caños o ciénagas dejarán de pasar por donde ellos estén y eso produce un impacto importante para el ecosistema.
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En el aspecto social y de seguridad de la población, hay que tener en cuenta que los hipopótamos están entre los animales más letales y agresivos del planeta. En África, el número de muertes humanas que ocasionan está por encima de las de los cocodrilos y los leones juntos. Ellos son capaces de abrir 180 grados su mandíbula y agarrar un ternero. Corren rapidísimo (más de 30 km/h), y con sus toneladas de peso se impulsan en el agua y voltean canoas y embarcaciones fácilmente.
Es importante considerar que en el país aumentarán los encuentros de hipopótamos con la gente y la seguridad alimentaria se pondrá en riesgo, las poblaciones que dependen del recurso pesquero artesanal verán disminuidos los peces (por cambios ecosistémicos) y dejarán de utilizar las zonas que ellos frecuenten para evitar accidentes y fatalidades. Es injusto dejar a esas comunidades solas con esos animales y que ellos miren a ver cómo se las arreglan. Tenemos la responsabilidad de ayudar a quienes viven a diario con el problema.
La gente nos dice: ‘Ustedes se van por el lado fácil al proponer el sacrificio’. Pero lo cierto es que es difícil encontrar soluciones ante esta especie invasora y carismática, una mezcla explosiva.
¿Cuáles son las posibles salidas para el control de estos hipopótamos?
La medida que arroja nuestro estudio es la extracción de mínimo 30 individuos al año, que se debe hacer de dos formas: traslocación, que es sacar o contener a algunos de los animales en un área específica, y eutanasia. Ahora bien, en Colombia está prohibida la caza de hipopótamos por una ley de protección, decisión de un juez que solicitó que no se capturen o maltrate hipopótamos. Esa ley debe revisarse porque en casos específicos será necesaria la eutanasia.
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Otra estrategia que se debe emplear conjuntamente es la castración, pero no como se hace hoy en Colombia, que se castra un animal cada año y medio, una cifra que no tiene ningún efecto, con un procedimiento supremamente costoso y peligroso tanto para los animales como para las personas, pues sedarlos y operarlos es un enorme riesgo por su peso y agresividad.
El control de especies por eutanasia se aplica en algunos países del mundo...
La Unión Internacional para el Control de la Naturaleza tiene un grupo de expertos que trabaja con especies invasoras y tienen protocolos de acción. Entre ellos están el control y la erradicación de animales mediante eutanasia con procedimientos aceptados por científicos y gobiernos.
Lo que proponemos está incluido en esos protocolos. Hay que entender que es la especie exótica invasora más grande del mundo. La más complicada. Por eso, nuestra investigación ha tenido tanto eco en organizaciones ambientales de otros países, que se preguntan por qué la inacción de las autoridades ante este peligro, por qué no hacen nada. Pero acá el debate se ha ido hacia la parte emocional.
¿Qué recomendaciones hacen en la investigación?
Hacer estudios en terreno con expertos, instituciones, universidades, Gobierno y corporaciones. No se pueden dejar solos a organismos como la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare, que ha dado la batalla contra este problema. Falta hacer un monitoreo urgente, que se debe realizar en pocos meses y con tecnología de punta, para saber cuántos especímenes hay, la estructura de la población en términos de adultos y crías, la distribución real y su estructura genética.
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Para el trabajo de control de esta población debemos coordinar y juntar intereses y recursos antes de que el problema se salga de las manos. Es difícil manejar este problema con las uñas.
La gente se pregunta por qué no trasladarlos a otro país, o crear un parque ecológico para ellos, o esterilizarlos o devolverlos a África…
La gente nos dice: “Ustedes se van por el lado fácil al proponer el sacrificio”. Pero lo cierto es que es muy difícil encontrar soluciones ante esta especie invasora y carismática, una mezcla explosiva. Si usted les habla de matar al pez león, nadie hace escándalo porque es un pez y no tienen la empatía tan fuerte que hay con los hipopótamos o con los mamíferos en general.
Hemos pensado en todas las alternativas. Llevarlos de regreso a África no es viable. Solo pensar en capturarlos, sedarlos, montarlos en un avión, es inviable por la logística y los costos. Pero a eso se suman las características de consanguinidad que son importantes dentro de los protocolos de reintroducción o movimiento de especies.
Estos hipopótamos están totalmente desclasificados para servir de reservorio genético para África. Ya no son africanos. Son colombianos y tienen toda una asociación de patógenos, flora bacteriana y parásitos de este país. Llevaríamos un problema, virus y bacterias a otro continente, que considera a los hipopótamos vulnerables. África no los aceptaría.
Un parque o una reserva sería una opción con algunos de los que viven en la zona de Puerto Berrío, que están más cercanos y acostumbrados a la gente. Se podrían confinar con garantías de seguridad y castración, pero no es viable para los que se han movido cientos de kilómetros río abajo y hoy son silvestres y salvajes. Esa población es inmanejable.
Pensar en acostumbrarnos y vivir con ellos requiere también de una gran estrategia de mitigación. Es más fácil hacer extracción que lidiar con los problemas socioeconómicos y ecológicos que se vendrán para la principal cuenca hidrográfica del país, para el río más importante de Colombia.
¿Cuál es el paso por seguir?
Llamar la atención de entidades y Gobierno para que se tomen acciones urgentes, basadas en la ciencia y en las evidencias, y no en la parte emocional. A mí me produce un conflicto, soy defensora de los animales, pero hay que tener una visión basada en la evidencia y en lo importante para dar respuestas claras.
Se necesitan recursos, incluir actores claves: gente y organizaciones que vienen trabajando hace años en esto para lograr decisiones prontas y basadas en la evidencia científica.
Cualquier control que se haga (eutanasia, castración o traslado) implica costos, recursos y esfuerzos logísticos enormes. No es tan fácil como meter un gato en un guacal y mandarlo en un avión. En este caso es tremendamente complejo. Por eso se requiere de un manejo científico y consolidado, con conocimiento de la biología del animal y su efecto. Es un tema espinoso, pero no podemos ser deshonestos frente a la realidad.
Puede ver la investigación en:
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0006320720309812?dgcid=author
ADRIANA GARZÓN CÁRDENAS
Editora VIDA
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