El plástico es un tema de gran actualidad. Todos los días hay noticias sobre su presencia en playas y océanos, y las autoridades han comenzado a responder con prohibiciones o límites al uso de bolsas y artículos descartables de plástico.
Pero los fabricantes están dando pelea, con el argumento de que el plástico es indispensable, y que el problema real son los consumidores que no reciclan y las deficiencias de los sistemas de gestión de residuos, concretamente, la falta de programas eficientes de reciclaje. Según la campaña de la industria, los pacientes en hospitales y ancianos necesitan pitillos flexibles, y la eliminación de los envoltorios plásticos provocará pérdidas de alimentos desastrosas.
Que la gestión de residuos en buena parte de los países en desarrollo (e incluso en muchos países más ricos) demanda mejoras es algo indudable. Los gobiernos deben invertir urgentemente en mejorar los sistemas de recolección y procesamiento de residuos. Pero los países ricos también deben dejar de exportar desechos plásticos a los países pobres para su ‘reciclado’.
Muy a menudo, la basura que los europeos y estadounidenses clasifican y separan en diferentes recipientes termina en contenedores con destino al sudeste de Asia, donde la recogerán trabajadores mal pagados en condiciones peligrosas.
Y al final de la historia, buena parte de esa basura va a parar a vertederos o cursos de agua.
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En particular, el flujo de plástico en los sistemas naturales está directamente vinculado con las otras fuerzas que están destruyendo el medioambiente y la biodiversidad, impulsando el cambio climático y agotando los recursos naturales.
Es el principal hallazgo del ‘Atlas del plástico’, publicado hace poco por la Fundación Heinrich Böll y el movimiento Break Free From Plastic.
Como deja bien claro el ‘Atlas’ (un compendio de hechos, cifras e información básica sobre los polímeros sintéticos que se han vuelto parte integral de nuestras vidas en los últimos setenta años), la industria del plástico nos ha estado vendiendo una mentira. La crisis del plástico es mucho más que un problema de gestión de residuos. La historia real comienza con la extracción de gas y petróleo, y sigue mucho después del ingreso de los residuos plásticos al océano y otros ecosistemas.
La producción de plástico no solo es una importante fuente de gases de efecto invernadero, sino que también libera al medioambiente una amplia variedad de otras sustancias químicas, muchas de las cuales terminan en nuestros pulmones y estómagos.
De modo que, aunque tratar de reducir la generación de residuos es importante, eso no debe distraer la atención del problema principal: el mundo produce demasiado plástico. Entre 1950 y 2017, se produjeron en todo el mundo alrededor de 9.200 millones de toneladas de plástico, o sea, más de una tonelada por persona viva en la actualidad. Para colmo, más de la mitad de ese plástico se puso en circulación después del 2000, y el ritmo de producción es cada vez más veloz, sin freno a la vista.
Según cálculos recientes, la producción e incineración de plástico pueden provocar la emisión de 56.000 millones de toneladas de equivalentes de dióxido de carbono de aquí al 2050, igual a entre 10 y 13 % de todo el presupuesto de carbono que podemos ‘gastar’ de aquí a mediados de siglo según los compromisos actuales de reducción de emisiones. Al final del siglo, las emisiones relacionadas con el plástico pueden llegar a la mitad de todo el presupuesto estimado de carbono.
La crisis climática y la del plástico son dos caras de la misma moneda. Para mantener el calentamiento global dentro de límites aceptables, es imprescindible reducir la cantidad de plástico que producimos, consumimos y descartamos. Y no, el reciclaje no nos salvará de este problema. De todo el plástico producido a lo largo de la historia, se ha reciclado menos del 10 por ciento; y en Estados Unidos la cifra es todavía menor; el resto se incinera o vierte en rellenos sanitarios.
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Aunque es imprescindible mejorar la gestión de residuos y aumentar el reciclado, la única solución real y duradera es producir menos plástico en primer lugar. Debemos comenzar por reducir el uso de envoltorios plásticos, que generan el 40 por ciento del total de los residuos plásticos. El primer paso es ir eliminando el uso de artículos descartables tales como bolsas de compra y de basura, utensilios de mesa y los distintos formatos utilizados para el empaque de alimentos, entre otros.
La humanidad debe hallar modos de vivir sin convertir el planeta en un basurero. Eso implica reducir, en términos absolutos, la cantidad de materiales que usamos en toda la economía. También implica detener la construcción de plantas petroquímicas para la producción de plástico y otros materiales altamente contaminantes. Y es fundamental exigir a los fabricantes que adopten sistemas de distribución y entrega de productos basados en recipientes rellenables y reusables (combatir los plásticos de un solo uso), y que asuman responsabilidad por el daño que causan sus productos.
Algunas de estas medidas ya se están adoptando. En Asia, ciudades enteras avanzan hacia la generación nula de residuos por medio de iniciativas comunitarias descentralizadas, la prohibición del uso de artículos plásticos descartables y campañas contra la incineración de residuos. Todavía hay muchas soluciones por descubrir y desarrollar, pero Asia se está mostrando como motor del cambio.
En todo el mundo hay un movimiento creciente en pos de una economía libre de residuos, que denuncia a las corporaciones que generan más plástico y presiona a los gobiernos para que prohíban el ‘fracking’, obliguen a reducir la producción de plástico y promuevan el uso de recipientes rellenables y reusables.
Lo único que puede detener la marea de plástico es más rendición de cuentas. Y esta a su vez depende de contar con datos e información fidedignos. Debemos exponer y publicar la verdad sobre el plástico, y rebatir las mentiras de los fabricantes. El ‘Atlas del plástico’ es una oportunidad para dar vuelta a la hoja.
FROILAN GRATE* Y LILI FUHR**
© Project Syndicate
Manila
* Froilan Grate es director ejecutivo de Gaia Asia Pacífico en Manila.
** Lili Fuhr es jefa de la división de Política Ambiental Internacional de la Fundación Heinrich Böll en Berlín.
1. La Unión Europea acordó, al más alto nivel, prohibir a partir del 2021 los plásticos de un solo uso más utilizados, como pitillos, cubiertos y platos desechables, bastoncillos de algodón, etc.
2. Colombia planea hacerlo en el 2021, pero solo con bolsas, mezcladores y bastoncillos de algodón.
3. Irlanda les pondrá impuestos a los vasos para el café que usen plástico.
4. Chile se convirtió ya en el primer país de Latinoamérica en prohibir en todo su territorio que grandes tiendas y supermercados entreguen bolsas plásticas a sus clientes.
5. Ikea lanzará el próximo año una línea de manteles y fundas de cojines fabricados con plástico recogido en el mar Mediterráneo.
6. La firma de cosméticos y productos de belleza e higiene Lush se ha hecho famosa por usar cero plástico en sus tiendas y en el empaque de sus productos, ni siquiera en sus productos para el cabello.
- Los materiales plásticos requieren menor consumo de energía para su producción que otros envases.
- Al ser más livianos, ahorran combustible y causan menores emisiones de CO2 durante su transporte y también durante su recolección, pues disminuyen el peso de la basura.
- Es un tema de educación: el consumidor debe hacer un consumo responsable del plástico, disponer los residuos correctamente y reutilizar todo lo que pueda ser reutilizado. En Colombia, Acoplásticos tiene, en esta línea, una campaña llamada ‘Dale vida al plástico’.
- Los procesos de reciclaje generan empleo.
- Si no fuera por el plástico se perderían millones y millones de toneladas de alimentos en el mundo.
- Lo que hay que hacer es mejorar los procesos de recolección de basuras y reciclaje, pues son un material que puede reutilizarse, incluso como material de construcción resistente y liviano.
- Ahorro en varios frentes: en los regadíos permite ahorrar hasta un 60 por ciento con respecto a otros métodos convencionales; en la construcción, los aislamientos plásticos permiten ahorrar 250 veces más energía de la que se utilizó para fabricarlos; y en los carros, las partes plásticas alivianan el peso del vehículo un 15 % de su peso total, lo que permite que un carro ahorre 750 litros de combustible a lo largo de toda su vida.
- El plástico es higiénico y garantiza la protección del color, frescura y composición de los productos, evitando deterioros de estos.