Los maltrechos barcos fantasma de madera flotan a la deriva por el mar de Japón durante meses, llevando como única carga cadáveres de pescadores norcoreanos estragados por el hambre y cuyos cuerpos han quedado reducidos a esqueletos. El año pasado, más de 150 de estas embarcaciones macabras llegaron a las costas de Japón y en los últimos cinco años han sido más de 500.
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Durante años, este espeluznante fenómeno desconcertó a la Policía de ese país, cuya mejor suposición fue que el cambio climático hizo que la población de calamares se alejara de Corea del Norte, llevando a sus desesperados pescadores a distancias peligrosas de la costa, donde se quedan varados y mueren por exposición al sol.
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Pero una pesquisa realizada por un equipo internacional de investigadores académicos –integrado por Ian Urbina, ex reportero de investigación de The New York Times que ahora dirige The Outlaw Ocean Project, y Global Fishing Watch, una organización sin fines de lucro que se especializa en el uso de inteligencia artificial para rastrear actividades ilegales en alta mar– ha revelado una explicación más probable, con base en nuevos datos satelitales: China está enviando una armada de barcos industriales para pescar ilegalmente en aguas de Corea del Norte, desplazando violentamente a pequeños barcos norcoreanos y llevando a una disminución en las existencias de calamares, que alguna vez fueron abundantes.
Este es el caso más grande conocido de pesca ilegal perpetrada por una sola flota industrial que opera en aguas de otra nación
Los buques chinos, casi 800 en 2019, estarían violando las sanciones de la ONU que prohíben la pesca extranjera en aguas de Corea del Norte. Las sanciones, impuestas en 2017 en respuesta a las pruebas nucleares del país, tenían la intención de castigar a Corea del Norte al no permitirle vender los derechos de pesca en sus aguas.
“Este es el caso más grande conocido de pesca ilegal perpetrada por una sola flota industrial que opera en aguas de otra nación”, dice Jaeyoon Park, científico de datos de Global Fishing Watch.
China es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, que firmó por unanimidad las recientes sanciones a Corea del Norte. Pero la flotilla que viola esta prohibición comprende casi un tercio de toda la flota pesquera de aguas lejanas de China, según Global Fishing Watch. Tras ver los resultados de la investigación, la Cancillería del gigante asiático aseguró que “China ha aplicado de manera consistente las resoluciones del Consejo de Seguridad relacionadas con Corea del Norte”. El ministerio agregó que el país ha “castigado constantemente” la pesca ilegal.
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En marzo, dos países se quejaron anónimamente en un informe a Naciones Unidas sobre las violaciones de estas sanciones por parte de China y proporcionaron evidencia deonio de una tripulación pesquera china que dijo que habían alertado a su gobierno de sus planes para pescar en aguas de Corea del Norte.
Las zonas de pesca en el mar de Japón, conocido en Corea como el Mar del Este, se encuentran entre esa península, Japón y Rusia, e incluyen algunas de las aguas más disputadas y peor controladas del mundo. Hasta ahora, la enorme presencia de barcos chinos en esta área estaba en gran parte oculta, porque sus capitanes apagaban sus transpondedores de forma rutinaria, haciéndolos invisibles para las autoridades terrestres, lo que en la mayoría de circunstancias es ilegal.
Sin embargo, Global Fishing Watch y sus investigadores asociados pudieron documentar estas embarcaciones, utilizando varias tecnologías satelitales, incluida una que detecta luces brillantes por la noche. Muchos barcos de calamar usan luces extremadamente fuertes para acercar a sus presas a la superficie, lo que las hace más fáciles de atrapar. Los chinos también usan lo que se llama “parejas de arrastreros”, que consisten en dos barcos uno al lado del otro con una red colgada entre ellos que peina los mares, que son más fáciles de rastrear por satélite.
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El aumento de estos barcos fantasma que encallan en territorio japonés ha avivado la paranoia e inflamado una tensa historia entre Japón y Corea del Norte. Algunos en Japón especulan que estas naves llevan espías, ladrones o posiblemente, incluso armados, portadores de enfermedades contagiosas.
“Si un barco coreano se pierde, será destruido cuando toque nuestras playas”, dijo Kazuhiro Araki, CEO de la Organización de Investigación de Secuestros, que estudia la historia de cientos de ciudadanos japoneses que presuntamente fueron secuestrados por Corea del Norte en los años 70 y 80. “Pero algunos barcos llegaron a nuestra costa intactos y sin hombres a bordo, y es posible que esas personas sean espías que llegaron a tierra”, añadió Araki.
Sin embargo, la explicación más probable es que estos coreanos sean solo pescadores mal equipados que toman riesgos desesperados y se aventuran demasiado lejos de la costa, según Jungsam Lee, del Instituto Marítimo de Corea y uno de los autores de la nueva investigación para Global Fishing Watch. Después de ser golpeados por tifones o vararse por fallas en el motor, son transportados por la corriente de Tsushima, que va hacia la costa oeste de Japón, dijo.
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Arrastreros chinos anclados en el puerto de la isla de Ulleung en aguas de Corea del Sur (octubre de 2016).
The Outlaw Ocean Project
Incrustados con conchas y algas, estos botes de madera de fondo plano miden entre cuatro y seis metros de largo y típicamente llevan de cinco a diez hombres. No tienen baños ni camas, solo pequeñas jarras de agua limpia, redes de pesca y aparejos, según los informes de la Guardia Costera japonesa. Enarbolan andrajosas banderas de Corea del Norte y sus cascos a menudo están estampados con números pintados o marcas en escritura coreana que incluyen ‘Departamento de Seguridad del Estado’ y ‘Ejército Popular de Corea’.
Los cuerpos encontrados a bordo de estos barcos fantasma parecen ser hombres, aunque algunos estaban tan descompuestos que los investigadores japoneses no lo afirman con certeza. Las tensiones políticas entre los países y la falta de transparencia en el llamado ‘Estado Ermitaño’ de Corea del Norte hacen que sea difícil obtener una explicación oficial.
En 2004, China firmó un multimillonario acuerdo de pesca con Corea del Norte que condujo a un aumento drástico en el número de barcos chinos en aguas de Corea del Norte. Pero las sanciones internacionales impuestas en 2017, en respuesta a los lanzamientos de misiles balísticos intercontinentales de Corea del Norte y las pruebas nucleares, estaban destinadas a exprimir las fuentes clave de ingresos de Corea del Norte. China, benefactor de Corea del Norte desde hace tiempo, firmó las sanciones después de ser presionado por Estados Unidos, y en agosto de 2017 el ministro de Comercio, Zhong Shan, reiteró públicamente el compromiso de su gobierno de hacer cumplir estas reglas.
‘Los peces son como balas’Los productos del mar son la sexta mayor exportación de Corea del Norte y, en recientes discursos, el líder supremo Kim Jong-un ha presionado a la industria pesquera estatal para que aumente su alcance. “Los peces son como balas y proyectiles de artillería”, escribió un editorial en Rodong Sinmun, el periódico oficial del gobernante Partido de los Trabajadores de Corea, en 2017. “Los barcos de pesca son como buques de guerra, protegen a la gente y a la patria”.
A raíz de las sanciones de la ONU y a medida que las reservas de divisas disminuyan, el Gobierno de Corea del Norte ha tratado de impulsar su industria pesquera convirtiendo a los soldados en pescadores, enviando a estos marinos mal entrenados a aguas turbulentas. Las sanciones también han intensificado la escasez de gasolina. Investigadores japoneses dicen que algunos de los pesqueros coreanos que llegaron a las playas japonesas sufrieron fallas en el motor o simplemente se quedaron sin combustible.
Desde 2013, al menos 50 sobrevivientes han sido rescatados de estos barcos en ruinas, pero en entrevistas con la policía japonesa, los hombres rara vez dicen más que estar varados en el mar y que quieren regresar a Corea del Norte. Las autopsias de los cuerpos que se encuentran en estos barcos generalmente indican que los hombres murieron de hambre, hipotermia o deshidratación.
En 2013, los pescadores norcoreanos estaban limitados por la capacidad de sus motores de 12 caballos de fuerza y generalmente viajaban solo varias docenas de millas desde tierra, dijo un expescador norcoreano, que desertó en 2016 y ahora vive en Seúl. “La presión del Gobierno es mayor ahora, y hay motores de 38 caballos”, afirmó el desertor, quien pidió permanecer en el anonimato por temor a las repercusiones para su familia.
Pero los investigadores sostienen que la presión del Gobierno de Corea del Norte no es el único factor. “La competencia de los arrastreros chinos probablemente está desplazando a los pescadores norcoreanos, empujándolos a las aguas rusas vecinas”, dijo Jungsam Lee, cuyo instituto también descubrió que cientos de barcos norcoreanos pescaron ilegalmente en aguas rusas en 2018.
En 2017, la Guardia Costera japonesa informó haber visto más de 2.000 barcos norcoreanos pescando ilegalmente en sus aguas. En más de 300 casos, la Guardia utilizó cañones de agua para obligarlos a abandonar el área. Los conflictos crecen en todo el mundo, muchos tipos de peces y criaturas marinas están desapareciendo a un ritmo insostenible debido al cambio climático, la sobrepesca y la pesca ilegal de las flotas industriales.
A medida que estas poblaciones marinas disminuyen, la competencia crece y los enfrentamientos en altamar entre las naciones pesqueras se vuelven más comunes. Los países amantes de los mariscos, como Japón y Corea del Sur, están siendo superados por las crecientes flotas de Taiwán, Vietnam y, sobre todo, China.

Un barco de calamar chino que usa luces brillantes está anclado en aguas de Corea del Sur, cerca de la isla Ulleung.
The Outlaw Ocean Project
Con una población de más de 1.380 millones, China es el mayor consumidor mundial de productos del mar y sus capturas globales han crecido en más del 20 por ciento en los últimos cinco años. Muchas de las poblaciones de pesca más cercanas a las costas de China se han derrumbado debido a la sobrepesca y la industrialización, por lo que el Gobierno chino subsidia en gran medida a sus pescadores, que navegan por el mundo en busca de nuevas tierras.
Las flotas pesqueras de China representaron del 50 al 70 por ciento de los calamares capturados en altamar en los últimos años, según una estimación del Gobierno chino. A menudo, estos barcos pescan ilegalmente en aguas nacionales de otros países, según el análisis de C4ADS, una firma de investigación marina. El mar de Japón incluye parches de agua en disputa donde los países circundantes –Rusia, Japón y las dos Coreas– no reconocen las fronteras marítimas de los demás. La incursión de los chinos en esta región solo ha intensificado las tensiones locales.
Los barcos pesqueros chinos son famosos por su agresividad, a menudo armados y conocidos por embestir a competidores o patrulleros extranjeros. Los medios chinos a menudo representan los enfrentamientos marítimos del país con otras naciones asiáticas cercanas como una extensión de los antiguos Tres Reinos de China, que libraron una feroz batalla por la supremacía. Las tensiones entre Seúl y Pekín aumentaron en 2016 después de que un barco chino, que pescaba ilegalmente en aguas de Corea del Sur, hundió un buque de su Guardia Costera.
La embarcación estaba tratando de detener un pesquero chino que supuestamente había sido atrapado pescando ilegalmente cuando otro barco chino chocó con los oficiales de la marina.
Del mismo modo, mientras investigaban en el mar, los reporteros de este artículo filmaron diez de estos barcos pesqueros chinos ilegales que cruzan las aguas de Corea del Norte. Sin embargo, el equipo informativo se vio obligado a desviar su rumbo para evitar una colisión después de que uno de los capitanes de pesca chinos se desvió repentinamente hacia el bote del equipo, llegando a menos de diez metros. Avistados por la noche y aproximadamente a 100 millas de la costa, los barcos de calamar chinos no respondían a las llamadas de radio y viajaban con sus transpondedores apagados.
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EscasezUna especie migratoria anual, el llamado calamar volador del Pacífico engendra en aguas cerca de la ciudad portuaria del sudeste de Busan o en la isla de Jeju, en el extremo sur de Corea del Sur. Nadan hacia el norte en la primavera antes de regresar al sur a su lugar de nacimiento entre julio y septiembre.
En 2017 y 2018, los barcos chinos ilegales, que suelen ser unas 10 veces más grandes que los barcos de Corea del Norte, capturaron la mayor parte de los calamares que Japón y Corea del Sur combinados: unas 160.000 toneladas, con un valor de más de $ 440 millones anuales. Los investigadores marinos temen un colapso total de esta colonia de calamares, que ha disminuido en un 63 por ciento y 78 por ciento en aguas de Corea del Sur y Japón, respectivamente, desde 2003.
La flota china es el principal culpable de esta caída precipitada porque, al apuntar a las aguas de Corea del Norte, estos barcos industriales capturan los calamares antes de que crezcan lo suficiente como para procrear, dijo Park, científico de Global Fishing Watch.
Dado que las autoridades chinas no hacen públicas sus licencias de pesca, Global Fishing Watch remarcó que no hay forma de verificar que todos los barcos que ingresan a las aguas de Corea del Norte fueran autorizados por el Gobierno chino. Sin embargo, la organización corroboró que los buques eran de origen chino a través de varias otras fuentes de información.
Entre estas fuentes de corroboración se encontraban los transpondedores y otros tipos de transmisiones de radio, registros de funcionarios de la Guardia Costera de Corea del Sur que habitualmente abordan e inspeccionan barcos pesqueros en su camino hacia aguas norcoreanas, datos que muestran que los barcos partieron de puertos chinos o aguas estrictamente limitadas a China, registros que indican el uso de un tipo de arte o diseño de barco claramente chino, e información satelital que muestra que los barcos previamente pescaban en aguas chinas que están estrechamente vigilados y prohibidos a los barcos extranjeros. Las aproximadamente dos docenas de barcos de pesca que el equipo reportó que se dirigían a las aguas norcoreanas enarbolaban banderas chinas.
“Cuando vienen, toman el control”, dijo Kim Byong Su, alcalde de la isla Ulleung, ubicada en el Mar del Este, a unas 75 millas al este de la Península Coreana. Una pequeña porción de tierra perteneciente a Corea del Sur, Ulleung, es el puerto más cercano a los caladeros de Corea del Norte. El alcalde Kim señala que los barcos de calamar chinos han diezmado las dos principales fuentes de ingresos de la isla, el turismo y la pesca.
En el mercado de Jeodong, cerca del muelle, las hileras de calamares se extienden a través de líneas como ropa doblada mientras se secan al sol. Los vendedores de calamar estimaron que el costo por libra de calamar es aproximadamente tres veces mayor que hace menos de cinco años.
La mayoría de los hombres de la isla mayores de 40 años son pescadores de calamar, pero un tercio de ellos ahora están desempleados debido a la disminución de las existencias, afirmó el alcalde. Que una criatura tan central en la cultura local pudiera desaparecer ha sacudido a esta comunidad, cuya identidad ha sido definida por la pesca de calamar durante siglos.
La animosidad local hacia la flota china solo ha empeorado, dijo el edil, porque algunas veces al año cuando golpea el mal tiempo, una armada de más de 200 barcos chinos de calamar llegan simultáneamente al puerto de Ulleung para escapar de la tormenta.
El alcalde dice que no puede exigirles que se vayan. Arrojan aceite, tiran basura, hacen funcionar generadores de humo ruidoso toda la noche y al salir arrastran sus anclas y destruyen las tuberías de agua dulce de la isla, lamenta. “El mundo exterior necesita saber qué está pasando aquí”, sentencia.
(A continuación puede ver el reportaje "La flota oscura", del programa Efecto Naím, en el cual participaron Ian Urbina y el equipo de The Outlaw Ocean Project. Si nos visita desde la App, haga click aquí).
IAN URBINA
Especial para EL TIEMPO
* Fue periodista de investigación en ‘The New York Times’. Actualmente es director de The Outlaw Ocean Project, una organización sin fines de lucro. Ha focalizado sus reportajes en la contaminación y delitos contra los Derechos Humanos cometidos en el mar.