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Medio Ambiente

Lupa al estado de conservación de las aves de Colombia

Esta ave pesa 220 gramos y anida en cuevas.

Esta ave pesa 220 gramos y anida en cuevas.

Foto:Archivo ET

Aves que viven de forma permanente en Colombia no están tan amenazadas como en otros países. 

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En conservación de aves, Colombia no está tan bien, pero tampoco tan mal. “El mundo está empeorando 400 veces más rápido que Colombia respecto al estado de conservación de las aves”, dice enfático Luis Miguel Renjifo, biólogo experto en el riesgo de extinción de las aves y actual vicerrector de la Pontificia Universidad Javeriana.
La cantidad de especies de aves amenazadas en todo el planeta es “casi el doble que la de Colombia”, continúa, lo cual es un hallazgo positivo para el país. Lo que sucede, asegura su coinvestigadora, la bióloga Ángela María Amaya-Villarreal, es que “la avifauna de Colombia está disminuyendo a una tasa mucho menor comparada con la del resto del mundo”.
Si bien hay algunas especies que han empeorado en su estado de conservación, otras han mejorado. Por ejemplo, en el caso del loro orejiamarillo su nivel de riesgo ha mejorado porque se ha trabajado activamente en su protección. “Trabajar por la conservación sirve”, dice Renjifo.
El colibrí inca negro se ha favorecido porque ha habido abandono de algunas tierras donde vive, y eso ha permitido la recuperación del bosque y con ello la de la población de esta ave. En el caso del frutero pigmeo, en cambio, lo que pasa es que el estado de conservación de la especie está empeorando más despacio que los niveles en los que históricamente ha ocurrido.

Dónde poner la lupa

El estudio, publicado en la revista PLOS ONE a finales de enero, comparó los niveles de riesgo en los que se encuentran las aves según los datos de los libros rojos, uno publicado en el 2002 y el otro entre 2014 y 2016. Un trabajo de gran detalle porque, como hoy en día se conoce mucho más de algunas especies de aves, la comparación no podía ser automática, sino que implicó hacer la evaluación de riesgo de 2002 a la luz del conocimiento del 2016.
Los autores presentan los resultados desglosados en tres variables: por regiones, por ecosistemas y por grupos de especies de interés particular.
La región del país que está peor en cuanto a preservación de aves es el área de los Andes, y las que están mejor son la Amazonia y la Orinoquia, resultado que no sorprendió a los científicos. Lo que sí les llamó la atención y envía una fuerte señal de alarma es que regiones como las montañas del Darién –en la frontera entre Colombia y Panamá–, así como las islas de San Andrés y Providencia con áreas pequeñas tienen un gran número de aves endémicas y amenazadas.
“En San Andrés y Providencia no hay muchas especies, pero hay varias que solamente existen allí –explica Renjifo–; eso quiere decir que son tremendamente vulnerables a desaparecer, porque es comparativamente mucho más grave que se pierdan 10 hectáreas de bosque en el Darién que se pierdan 1.000 hectáreas en el Caquetá, donde las especies tienen distribuciones tan grandes que todavía no están amenazadas”.
El Pacífico es otra región que está empeorando, en parte porque la deforestación para cultivos ilícitos se trasladó hace años en buena medida de la Amazonia a Nariño.
En lo referente a ecosistemas, al páramo le va mal, y a pesar de que en ese hábitat hay pocas especies de aves, es necesario ponerle la lupa, así como al bosque altoandino y a los humedales, donde se encuentran las aves acuáticas cuyo estado “empeora rápidamente”, advierten.

Mirada nacional y global

La literatura universal demuestra que la tasa de extinción hoy en día es al menos cien veces mayor que lo que ha ocurrido históricamente, y esto sucede por la acción del ser humano. En el mundo, la principal causa de amenaza para las aves son las especies invasoras, seguida de la pérdida de hábitat, mientras que en Colombia la pérdida de hábitat ocupa el primer lugar y luego está la cacería.
Como grupos de especies, las más vulnerables en el país son las que son cazadas, como perdices, patos, pavas, tucanes, así como las que se comercializan ilegalmente, como loros, pericos y guacamayas.
Estos resultados demuestran que en el país con mayor número de especies de aves del planeta, 1.909 en total, hay razones para la esperanza, pero también para la desesperanza. “Hubo un acuerdo de paz, hay posibilidades interesantes de aviturismo, se ha podido llegar a lugares que antes era imposible visitar, mucha gente en los territorios ha mejorado su ingreso”, explica Renjifo.
Pero “la paz en los territorios se está desmontando por la puerta de atrás”, continúa, y eso significa “un aumento dramático de la deforestación y de complejos y lamentables conflictos sociales”, puntualiza Amaya-Villarreal.
LISBETH FOG CORRADINE
Para EL TIEMPO
*Editora de 'Pesquisa Javeriana'.
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