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Medio Ambiente

Los Nautilus del siglo XXI

Con casas de 80 metros cuadrados se espera inaugurar el proyecto de viviendas flotantes de la constructora Ocean Builders, en Panamá.

Con casas de 80 metros cuadrados se espera inaugurar el proyecto de viviendas flotantes de la constructora Ocean Builders, en Panamá.

Foto:OCEAN BUILDINGS.COM

Inspiradas en el diseño de una plataforma petrolera se inaugurarán 30 casas sobre el mar en Panamá.

Como el escritor francés Julio Verne cuando creó el Nautilus en Veinte mil leguas de viaje submarino hace 150 años, Ocean Builders (constructores del océano) comenzó un viaje alucinante que espera se prolongue y sobreviva en el tiempo como el famoso submarino de ficción.
Va a construir, sobre mar abierto cerca de Panamá, un barrio de casas flotantes, que más bien son aéreas, pero que se regirá por las leyes marítimas de un barco y que, no solo respetará todas las normas ambientales existentes, sino que reconstruirá la naturaleza donde haya sido deteriorada o maltratada.
Parece historia de ficción de Verne, como La isla misteriosa donde el Nautilus también es protagonista, pero las casas flotantes sobre el mar abierto hacen parte de un proyecto que está a punto de convertirse en realidad en Linton Bay Marina, en Puerto Lindo, sobre el mar Caribe en Panamá, donde se encuentra Ocean Builders, la empresa que lo desarrolla.
“Tendremos la primera unidad flotando antes de este verano”, anuncia a EL TIEMPO Grant Romundt, CEO de la firma y quien asegura que su empresa trabaja con “un equipo dedicado de expertos de todo el mundo”, decididos a dar el primer paso en la construcción de los hogares del futuro.
La ambición es grande, pues alimentan la idea de lanzar el proyecto lo antes posible para que muchas personas estén viviendo en las casas flotantes a finales de este año.
“Una vez que haya comenzado la producción, podremos construir dos casas por mes a partir del otoño de este año. El proyecto comprende 30 unidades, que son consideradas como casas flotantes por Panamá. Para registrarlas, hemos hablado con la Autoridad Marítima del país, que está muy entusiasmada, lo mismo que el Ministerio de Turismo y el Gobierno panameño”, afirma.
Los precios de las casas flotantes, que tendrán un área de unos 80 metros cuadrados, son a partir de los 185.000 dólares, pero Romundt no dio detalles ni especificó las características que las harían más costosas.
Lo que sí se sabe con claridad es que el proyecto de Ocean Builders está inspirado en el diseño tradicional de una plataforma petrolera. Es decir, que cada casa cuenta con un mástil que se adentra profundamente en el agua y que la empuja varios metros por encima de las olas, ofreciéndole una vista privilegiada e infinita del océano desde todos los puntos cardinales.

Estas viviendas superan con creces todos los estándares medioambientales con los que se construye cualquier vivienda sobre tierra

Una casa construida de esa forma reduce drásticamente el movimiento porque su estructura principal está por encima de las olas, lo que permite que sea segura, suave y estable. Además, porque por debajo de la columna que la sostiene hay un peso que actúa como un lastre gigante que ayuda a estabilizarla, según los constructores.
Al responder sobre ¿cómo un eventual propietario podría subir desde el nivel del mar hasta esa casa aérea, que ustedes llaman flotante?, el CEO de Ocean Builders respondió que “hay una escalera de caracol en la piscina central que lo lleva desde el nivel del agua hasta su casa”.
Romundt insiste en que las casas son flotantes y que, “por lo tanto, funcionarán bajo las mismas reglas y regulaciones que un barco” y, además, asegura que estas viviendas “superan con creces todos los estándares medioambientales con los que se construye cualquier vivienda sobre tierra”.
Recuerda, por ejemplo, que cuando se edifica una casa tradicional se cortan árboles, se destruye la naturaleza y se atenta contra el medioambiente para poner en su lugar cemento, ladrillos y pavimento y que, por eso, no hay “nada más desastroso y destructivo para el medioambiente que construir una casa sobre la tierra”.
En cambio, asegura que todo se transforma cuando “se construye sobre el agua de la forma como lo hacemos, pues también construimos un hábitat para la vida marina. La sección flotante de las casas crea sombra para los peces y otras especies marinas. Sin siquiera hacer nada, los percebes comienzan a crecer casi instantáneamente en la estructura submarina, esto trae peces al área, el coral comienza a crecer y le sigue otra vida marina”, explica.
Garantiza que “cada hogar construido sobre el agua con esta tecnología ayudará a restaurar el ecosistema marino local”.
A eso se suman otros mecanismos tecnológicos. “Utilizamos máquinas desalinizadoras para producir agua potable. Usamos inodoros incineradores para neutralizar todos los desechos tóxicos de los inodoros. Reciclamos todo lo que se puede reciclar. Eliminamos la basura y la ponemos en el mismo vertedero que todos los demás usan en tierra”, sostiene.
También resalta que están trabajando sobre el futuro inmediato y están planeando lanzar una solución de compostaje, es decir, una técnica que recicla residuos para producir abono de alta calidad, para ponerla en marcha en un año. Además, que usarán “datos móviles para internet y todas las comunicaciones”.

Fracasos y otros sueños

El proyecto de Ocean Builders de Panamá nació después de un descalabro y de una gran pérdida en muchos sentidos. Habían lanzado con éxito un prototipo completo de casa flotante en aguas internacionales, a 13 millas de la costa de Tailandia, pero, después de unos meses, el sueño se vino abajo.
“Todo iba según lo planeado hasta que algunas personas corruptas de la marina tailandesa invadieron nuestra casa y nos convertimos en ‘enemigos del Estado’ con la amenaza inminente de la pena de muerte, y tuvimos que escondernos y huir”, cuentan los constructores.
Recuerdan que ese hecho fue cubierto por medios internacionales como BBC, CNN, NBC y otros, y revelan que “la historia completa se está escribiendo en un libro y es guión de una película en donde se revelarán todos los secretos sucios detrás de la corrupción en la marina y los medios tailandeses”.
Después de eso, el sueño de Ocean Builders fue trasplantado a Panamá, donde los constructores aseguran estar trabajando estrechamente con el Gobierno de ese país para hacer realidad la ‘casa en el aire’ de Escalona y los Nautilus de Verne del siglo XXI que sobrevivirán no por debajo, sino por encima del mar.
Su confianza en el éxito de su proyecto en el país vecino radica en que “Panamá no le teme a una economía marítima, ya que posee la mayor cantidad de registros de embarcaciones en el mundo. Es un país amigable con los navegantes y cuenta con muchas instalaciones marinas en ambas costas. Además, porque tiene la economía más grande y el Gobierno más estable de Centroamérica”.
Pero el sueño de los Constructores del Océano no es el único que se ha concebido, construido y planeado como proyecto flotante del futuro, con el mar como telón de fondo.

Panamá no le teme a una economía marítima, ya que posee la mayor cantidad de registros de embarcaciones en el mundo

En 2017, el proyecto de la Isla Flotante en la Polinesia Francesa ganó mucho impulso cuando el Instituto Seasteading, una ONG creada en 2008, que congrega a expertos de todo el mundo y que promueve la creación de sociedades oceánicas flotantes como solución a problemas ambientales como el aumento del nivel de los mares y la superpoblación, firmó un memorando de entendimiento con el Gobierno de la Polinesia Francesa para desarrollarlo. Pero hubo problemas, le dice a EL TIEMPO Carly Jackson, directora de Desarrollo del Emprendimiento.
Cuenta que durante las elecciones de ese año, un grupo minoritario de polinesios franceses difundió la información mentirosa de que el proyecto se había concebido para desacreditar al presidente Édouard Fritch, quien, aunque ganó las elecciones, no pudo evitar que toda la campaña de descrédito pospusiera el proyecto indefinidamente.
“Una caída importante en las criptomonedas ese año tampoco ayudó. Se devolvieron los fondos restantes para el proyecto”, relata Jackson.
Sobre las lecciones aprendidas de esta experiencia The Seasteading Institute reconoció que sabía sobre los riesgos que se corrían por depositar la esperanza en un proceso político y que, aunque el proyecto de la Isla Flotante no se completó, ganó muchos seguidores y conexiones que hoy trabajan en otros proyectos relacionados con las metas de la entidad en otras partes del mundo.
Menciona como ejemplo a Blue Frontiers, otra ONG sin ánimo de lucro que construye islas flotantes sostenibles para enfrentar el aumento del nivel del mar y negocia marcos de gobierno especiales para catalizar la innovación en la gobernanza, según se define.
De su acción como constructores del futuro, Jackson afirma que “como pequeña organización sin fines de lucro, no tenemos la intención de diseñar y construir sistemas nosotros mismos, pues nuestro papel es de investigadores en tecnología general y animadores de la visión del panorama general. Pero reconocemos que, en la actualidad, el proyecto que tiene más tracción es el de Ocean Builders en Panamá”.
Por eso, al hablar del futuro y de la vida que lo esculpirá solo podemos ingresar, de momento, al mundo de la creación y de la fantasía, que hizo posible el nacimiento del Nautilus y que hoy alimenta los sueños de las casas del futuro o películas de Netflix como El príncipe de la anarquía, que relata la historia de un ingeniero italiano que construyó su propia isla con restaurante, bar, tienda de recuerdos e incluso oficina de correos en las aguas del mar Adriático a finales de la década de los 60 en el siglo pasado.
También, por eso, el gran físico alemán de origen judío Albert Einstein (1879-1955) no se equivocó al afirmar que la “imaginación es más importante que el conocimiento”, pues sin la primera, el segundo carecería de valor.
GLORIA HELENA REY
Especial para EL TIEMPO
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