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Medio Ambiente

¿Jaguares cerca a páramos? Un registro inquieta a científicos

Registro de cámaras trampa de un jaguar en la reserva Tapichalaca, a una altura de 2.660 metros.

Registro de cámaras trampa de un jaguar en la reserva Tapichalaca, a una altura de 2.660 metros.

Foto:Estudio: Nuevos registros altitudinales de Panthera onca (Carnivora: Felidae) en la región andina de Ecuador

Dos jaguares fueron captados en zonas de hasta 2.660 metros de altura en los Andes ecuatorianos. 

Edwin Caicedo
Hace apenas un par de siglos, el jaguar (Panthera onca) era el rey de América. El inmenso felino, el único miembro del género Panthera en este lado del Atlántico, recorría a sus anchas desde Estados Unidos hasta Argentina, con poblaciones que migraban a través de diferentes ecosistemas.
Hoy, el jaguar ha perdido más del 50 por ciento del territorio que solía habitar, está prácticamente extinto en tres países (Estados Unidos, El Salvador y Uruguay) y numerosos esfuerzos buscan salvaguardar su hábitat y evitar su desaparición en los 18 países donde, se sabe, aún transita.
Por eso, cuando hace algunas semanas investigadores de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) presentaron el registro de dos individuos de jaguar que se movían por zonas encima de los 2.000 metros de altura, en áreas distintas de los Andes ecuatorianos, expertos en toda América Latina quedaron fascinados y pensativos. El primer registro fue en el Parque Nacional Río Negro-Sopladora, a 2.300 metros de altura. El segundo fue en la Reserva Tapichalaca, a 2.660 metros. Y constituyen la primera evidencia fotográfica de que estos animales transitan por zonas de tal altitud en ese país. 
Si bien es cierto que los jaguares son capaces de vivir y moverse en distintos ecosistemas de toda la región –pasando de manglares a bosques de pino, y de desiertos a montañas– también es cierto que prefieren las selvas bajas tropicales y los bosques subtropicales ubicados a menos de mil metros de altura, dado que allí pueden encontrar más fácilmente agua y comida. De hecho, se calcula que en el Amazonas habita el 89 por ciento de la población de jaguares que aún existe. 
Entonces, ¿qué hacían dos jaguares (separados por miles de kilómetros de distancia) moviéndose en zonas rodeadas de páramos y bosques de altura del Ecuador? Según explica el doctor en Ecología y Biología evolutiva y uno de los investigadores del estudio, Daniel Griffith, la respuesta corta es que no es sencillo determinar todavía el porqué estos animales podrían estarse moviendo por zonas altas, entre las razones podrían estar pulsos migratorios generados por los humanos, el cambio climático y la falta de hábitat. 
Registros de jaguares en zonas altas de los Andes ecuatorianos.

Registros de jaguares en zonas altas de los Andes ecuatorianos.

Foto:CEET

“Nosotros especulamos que puede ser por pulsos migratorios que no habían sido detectados antes por falta de monitoreo. O puede ser también el resultado de la presión que los jaguares están sufriendo en las tierras bajas. Hemos hablado de eso en el artículo, pues a través de nuestro trabajo con comunidades locales y ganaderos encontramos que los jaguares tienen conflicto con los ganaderos, y podría ser que a raíz de eso estos animales estén buscando refugio en otras zonas porque hay deforestación y conflicto directo con los ganaderos. Mencionamos también que puede ser el cambio climático. Todo esto está en la mesa”, señala Griffith. 
En Ecuador los jaguares han perdido gran parte de su hábitat debido a la colonización, la deforestación y la ganadería que desde hace varias décadas viene dejándolos sin espacio para moverse. Sumado a ello, los conflictos con los humanos sobre todo en la región amazónica, ha llevado a que en ese país las poblaciones de este animal estén clasificadas como En Peligro Crítico (CR) de extinción, según la Lista Roja de la UICN. 
En el área donde se dieron los registros, que hacen parte del Corredor de Conectividad Sangay-Podocarpus, las zonas bajas no solo están fragmentadas, sino que presentan elevados niveles de deforestación que han cortado el paso natural de estos animales de comportamientos migratorios.
De hecho, según cifras del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio) en los últimos 26 años, Ecuador, que hace parte del grupo de países megadiversos del mundo, ha perdido más de 2 millones de hectáreas de bosque tropical, es decir, cerca del 7,8 por ciento de su superficie. 
Cambios en la distribución de los jaguares duante las últimas décadas.

Cambios en la distribución de los jaguares duante las últimas décadas.

Foto:CEET

Para Griffith es clave señalar que el hecho de encontrar por primera vez dos registros de este felino en zonas altas no permite entregar una conclusión definitiva de las razones de porqué podrían estar ahí, y que más allá de la especulación el hecho constituye un llamado a investigar de maneras más profundas qué podría estar sucediendo con las poblaciones de este felino que habitan en Ecuador. 
“El tema más importante de este registro es la conectividad de las poblaciones. Por ejemplo, en el Chocó de Colombia es diferente porque todavía hay mucho bosque, pero en el Chocó ecuatoriano, toda la zona de la costa debajo del bosque húmedo está muy deforestada y fragmentada. Como mencionamos en el artículo uno de los registros es en una Reserva Natural muy aislada. Probablemente esa es una población condenada. Pero el otro registro al norte, es curioso porque si el jaguar es capaz de migrar desde la zona amazónica es necesario saber si hay algunos machos jóvenes explorando. En esa zona todavía hay conectividad entre la parte amazónica, la parte andina y la costa, entonces es importante para nosotros entender qué está pasando y qué implicaciones puede tener, por ejemplo a nivel genético”, señala Griffith. 
Crónica Gráfica - El hogar del jaguar

Crónica Gráfica - El hogar del jaguar

Foto:Gabriel Ferrero

Esa es una opinión que comparte Rodrigo Cisneros, experto en conservación de mamíferos neotropicales en el sur del Ecuador y otro de los investigadores del estudio. Para él, es clave señalar que estos dos registros más allá de lo curiosos, abren la puerta a la necesidad de investigar más a profundidad y por más tiempo qué está sucediendo con los jaguares y si, por ejemplo, eso podría repetirse en otras zonas del continente. 
“En Ecuador en general no tenemos muchas experiencias sostenidas de programas de monitoreo. Casi siempre hay estudios de biodiversidad que se convierten en líneas base, y ese es un reto, porque no hay financiación”, enfatiza Cisneros. 
Para el experto, que hace parte al igual que Griffith del Laboratorio de Ecología Tropical y Servicios Ecosistémicos de la UTPL, aún hay mucho por analizar sobre todo si se tiene en cuenta que más allá de las presiones, el jaguar podría vivir tranquilamente y casi sin ningún inconveniente en zonas altas y frías mientras tenga presas que cazar y cuerpos de agua por donde moverse. 

Con esta cantidad de hábitat, ¿qué tal que acá esté viviendo una subpoblación? Eso sí sería novedoso y yo no lo descartaría a priori

Lo que sí habría que preguntarse, señala Cisneros, es si estos dos registros son hechos aislados de animales que solo están migrando, o si en cambio son sub-poblaciones que habitan estas áreas. 
“El registro de la Reserva Tapichalaca, a 2.660 metros, nos llama mucho la atención porque la población de jaguares más estable y reconocible está cruzando un montón de área y territorio transformado. Y aquí hay todo un bloque de bosques siempreverdes, montanos, medios e incluso bajos. Es decir, este hallazgo es tremendo porque tienes disponible mucho hábitat que no es ‘hábitat jaguar’. Aquí es urgente entender si aquí hay una población, indistintamente de que haya capacidad migratoria. En la versión más sencilla puede ser un pulso migratorio. Pero, con esta cantidad de hábitat, ¿qué tal que acá esté viviendo una subpoblación? Eso sí sería novedoso y yo no lo descartaría a priori”, enfatiza el experto. 
Por su parte, Maricruz Jaramillo, coordinadora de ciencia de Panthera, organización mundial dedicada a la conservación de los felinos salvajes, considera que los registros en todo caso son positivos, dado que el jaguar es una especie que funciona como indicador de la buena conservación de un ecosistema. Es decir, si hay jaguares en una zona esto quiere decir que es un área bien conservada. 
Jaramillo agrega que si bien el hecho de este registro es llamativo, es clave tener en cuenta que aunque hoy ya no sucede, históricamente se sabe que los jaguares habitaron zonas con elevaciones mayores a los 2.000 metros en la cordillera de los Andes. Además, este animal es fácilmente adaptable a casi todo, su única amenaza real hoy en día es el ser humano. 
“Este es un animal que no es tolerante a las grandes urbes o a los impactos humanos, por lo que el hecho de que se encuentre eso nos indica la buena conservación que hay en un sitio. Y la posibilidad de seguir conservado no solo el jaguar sino todos los animales relacionados a él, pues nosotros consideramos el jaguar como una especie sombrilla. Entonces yo creería que es una excelente noticia, pues nos indica que es un lugar en buenas condiciones y es una alegría saber que se encuentra en estos bosques andinos”, finaliza la bióloga ecuatoriana. 

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EDWIN CAICEDO | REDACTOR MEDIOAMBIENTE
Edwin Caicedo
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