El pasado viernes llegó a Houston el huracán Harvey. A su paso, dejó una quincena de heridos, casas destruidas, barcos estrellados contra edificios, líneas eléctricas derribadas, fuertes lluvias e inundaciones que tienen paralizada a la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos.
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No cesan las labores de búsqueda y rescate en áreas inundadas de la ciudad. La guardia costera se ha esforzado por salvar a las personas que se encuentran atrapadas en el agua y los escombros.
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Veinte helicópteros y varios botes fueron movilizados para atender la emergencia. Según la Cruz Roja estadounidense, más de 1.800 personas se encontraban hasta la noche del sábado en 35 refugios de Texas y en el vecino estado de Luisiana.
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Según EFE, el centro Nacional de Huracanes (CNH) informó que Harvey se degradó el sábado a tormenta tropical, pero que aun así, continuará con vientos fuertes de 65 kilómetros por hora y con tormentas que seguirán provocando inundaciones.
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En esta ciudad, donde viven cerca de 2,3 millones habitantes, las autoridades ordenaron la evacuación de más de 50.000 personas de áreas como Fort Bend Country, la cual está ubicada a 55 kilómetros al suroeste de Houston.
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Las escuelas, los aeropuertos y las oficinas están cerradas. Las autoridades consideran que la reconstrucción del lugar, tras los daños de Harvey, tardará varios años.
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Este huracán ha sido el más poderoso que se ha presentado en Estados Unidos desde Katrina, en el 2005, el cual dejó cerca de 1.800 personas muertas.
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, planea ir a Texas este martes para evaluar los daños que dejó el huracán.