Tan fragmentado y degradado, el bosque seco tropical (BST) resiste silencioso ante las presiones que lo acechan. Cercano a las grandes urbes, los procesos de transformación se lo han ido comiendo a mordiscos con el pasar del tiempo. Hoy el ecosistema –que en algunos sitios está categorizado en peligro crítico de extinción– se encuentra agonizando y con una necesidad urgente de protección y restauración.
De las 9’000.000 de hectáreas que solía cubrir originalmente en Colombia solo queda el 8 por ciento, apenas 720.000 hectáreas. Aunque ha sido declarado un ecosistema estratégico para la conservación de la biodiversidad en el país –con cerca de 2.600 especies de plantas, al menos 230 de aves y 60 de mamíferos– su participación dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap) es muy pobre, menos del 5 por ciento tiene alguna figura de protección que lo resguarde.
Por eso, alarmados por el grado de amenaza que sufren estos bosques, investigadores colombianos estudiaron su heterogeneidad ambiental, la composición de las especies de flora y el estado de conservación de las coberturas en las seis regiones en las que se puede encontrar: el Caribe, los valles interandinos de los ríos Cauca y Magdalena, la región norandina en Santander y Norte de Santander, el valle del Patía, los Llanos Orientales en Arauca y afloramientos rocosos del Vichada.

De las 9’000.000 de hectáreas que solía cubrir originalmente en Colombia este ecosistema solo queda el 8 por ciento. Bosque San Juan Nepomuceno.
Felipe Villegas, expediciones IAvH
Los investigadores utilizaron el mapa nacional de BST a escala 1:100.000 y seleccionaron aleatoriamente 571 fragmentos de este bosque en todo el país, luego con un muestreo de campo y técnicas de interpretación de imágenes satelitales, capturaron la información sobre especies de flora, los motores de transformación y el estado de las coberturas.
Bosque Seco Tropical by Tatiana Pardo on Scribd
“El bosque seco es inherente a la sociedad, está completamente inmerso en las actividades humanas y cercano a todas las principales ciudades del país. Nuestro referente de bosque seco es el Parque Nacional Natural Tayrona a 30 minutos de Santa Marta, pero si usted vive en Bogotá, en Girardot y Ricaurte encuentra BST; si está en Pasto, lo verá en el Patía; si está en Medellín, lo verá por Santa Fe; si está en Bucaramanga, entonces, en Chicamocha. Lo hemos utilizado, transformado por completo y ahora está fuertemente amenazado. Necesitamos reaccionar y convivir con él sin maltratar lo que queda”, advierte Roy González, autor principal del estudio publicado en Environmental Research Letterse e investigador del Instituto Humboldt.
En promedio, seis actividades le están generando presión al bosque seco tropical, aunque hay zonas en las que se evidenciaron hasta 13 actividades distintas que lo acorralan al mismo tiempo. El ecoturismo mal manejado, la cacería, la extracción de productos forestales no maderables, la tala selectiva, el pastoreo de ganado dentro del bosque, la tala intensiva, la agricultura, la ganadería, la infraestructura humana, los hidrocarburos, los incendios, la minería y la erosión fueron las acciones identificadas durante el trabajo de campo.

El BST tiene una biodiversidad única de plantas y animales que se han adaptado a condiciones de estrés hídrico.
Felipe Villegas, expediciones IAvH
Las primeras cinco se identificaron a partir de entrevistas con los lugareños, las demás se pudieron ver a simple vista. Los Llanos es la región que presenta menos usos, aunque no significa que no sea grave su condición. El valle del Magdalena, el norte de los Andes y el Patía fueron los más amenazados por los altos niveles de fragmentación del bosque.
“No solo el bosque está intervenido en su interior, también en las áreas que lo rodean. Eso significa que si las presiones siguen, que si no hacemos un trabajo de sensibilización con la sociedad en general y no emprendemos acciones de restauración, el bosque seco tiene pocas opciones de recuperarse naturalmente y extenderse, recuperando así bienes y servicios que necesitamos día a día, como la regulación hídrica, la captura y almacenamiento de carbono, la provisión de hábitat, etc.”, dice González.
El bosque seco tiene una biodiversidad única de plantas y animales que se han adaptado a condiciones de estrés hídrico, por lo que presenta altos niveles de endemismo, lo que significa que tiene especies que no se dan en ningún otro tipo de ecosistemas y que están adaptadas al déficit de agua que generan los largos periodos de sequía.
“Esta información no solo contribuirá a nuestra comprensión de los factores abióticos, bióticos y antropogénicos que dan forma a los bosques secos en Colombia, sino que puede respaldar estrategias de conservación y mejor gestión”, dice el artículo.

El 66 por ciento del bosque seco en la región se ha perdido debido a la deforestación.
Felipe Villegas, expediciones IAvH
Y es que el único análisis de cobertura del BST a escala global que se ha hecho hasta la fecha –publicado en Journal of Biogeography en 2016– reveló que la deforestación entre 1980 y 2000 fue seis veces mayor en América Latina (12 por ciento) en comparación con Asia y África (2 por ciento). Se evidenció que el 66 por ciento del bosque seco en la región se ha perdido debido a la deforestación, y solo el 4,5 por ciento está sujeto a protección.
Porque hoy solo quedan pequeños remanentes de bosque en territorios altamente transformados, y falta mayor conocimiento sobre su dinámica y funcionamiento, en el 2013 investigadores regionales iniciaron una estrategia nacional para la investigación y el monitoreo del bosque seco en Colombia (Red BSTCol), cuyo objeto es generar datos científicos relevantes para la gestión integral de este ecosistema. Así como trabajar de manera articulada con la sociedad que vive, utiliza y necesitará los bienes y servicios que provee este ecosistema durante muchos años más.
*ESPECIES, UNA NUEVA EXPEDICIÓN es resultado de una alianza entre la Casa Editorial El TIEMPO y Canal Trece. Financiado por la ANTV.
TATIANA PARDO IBARRA
tatpar@eltiempo.com@Tatipardo2
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