Los perros no son solo una gran compañía, también son uno gran apoyo para personas que tienen problemas de salud mental. La siquiatra Nise de Oliveria lo intuyó a mediados de los años 40, cuando trabajó con enfermos mentales en un hospital en Brasil.
La vida de esta mujer de avanzada está contada en la película Nise: el corazón de la locura y relata cómo un paciente totalmente aislado logró restablecer contacto con el mundo gracias a un perro. Con base en esta experiencia, la doctora llevó más de estos animales al hospital mental y se convirtieron en verdaderos sanadores de los pacientes, porque crearon un vínculo con otros y con sus propias emociones.
Hoy, 60 años después de que esta mujer hubiera contado con estos apoyos caninos, existen psicólogos que cuentan con perros en sus consultas diarias y son una de sus principales herramientas de trabajo. Además, universidades del país han ampliado su oferta académica a cursos y diplomados sobre terapias e intervenciones asistidas con perros.
Una de estas profesionales es Andrea Milena Rodríguez Torres, psicóloga con especialidad en neuropsicología y quien desde el 2000 se empezó a involucrar con animales, primero con caballos y luego se centró en la sicoterapia asistida con perros.
Ella dicta el curso de la Universidad del Rosario que se llama “Intervenciones asistidas con perros”.
Explica que durante muchos años se entendió el manejo de los perros como solo un entrenamiento conductista, cuando es un animal que tiene un mayor alcance. Estudió los procesos cognitivos de los perros, las investigaciones al respecto y encontró que, con la evolución, los perros aprendieron a leer las emociones de los humanos, a interpretar la forma en que comunicaciones los mensajes y eso lo aportan a la relación con el hombre.
“Cuando yo descubro esta cantidad de riqueza del animal, empiezo a ver canales de vía de salud y, en especial, de salud mental, que es lo que nos está aquejando a nosotros los humanos”, afirma Rodríguez.
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Según ella, a los seres humanos nos están faltando herramientas de regulación emocional y en sus terapias los perros ayudan en estos procesos. Así lo ha experimentado con niños con déficit de atención e hiperactividad, con niños impulsivos o con dificultades para relacionarse con otros. Trabaja con niños, adolescentes y adultos y sus terapias consisten en crear un equipo entre el perro y el paciente, ella tan solo es una facilitadora para la interacción entre los dos.
El objetivo es que el paciente construya una nueva forma de relacionarse con el animal que luego va y aplica en su vida cotidiana. “El perro ama estar con los humanos y tiene una capacidad de adaptación impresionante, y esto es lo que nos da a los humanos la capacidad de repensar lo que hacemos”, afirma Rodríguez.
Además de la Universidad del Rosario, otros centros académicos que realizan cursos alrededor de estos temas son la Fundación Universitaria Sanitas que ofrece el Diplomado de Introducción a las intervenciones asistidas por perros en salud y la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, FUCS, que también cuenta con un diplomado en intervenciones asistidas con caninos.
En el programa del diplomado de esta última, la universidad explica que “el uso de las intervenciones asistidas con animales (IAA) se ha relacionado con resultados prometedores en diversas poblaciones, incluyendo el aumento de la interacción social entre los niños con trastorno del espectro autista, el aumento de los comportamientos sociales y la reducción de la agitación y la agresión entre las personas con demencia, reducción de los síntomas en los pacientes con depresión, y el aumento del bienestar emocional como la reducción de la ansiedad y el miedo en las personas”.
Y agrega que el tacto de un animal aumenta la liberación de endorfinas en el ser humano lo que genera una relajación en el cuerpo y permite alcanzar un estado de serenidad en el ser humano.
Cuando yo descubro esta cantidad de riqueza del animal, empiezo a ver canales de vía de salud y, en especial, de salud mental, que es lo que nos está aquejando a nosotros los humanos: Andrea Rodríguez
Un ejemplo de este apoyo emocional es la historia de la periodista y escritora Margarita Posada quien sufre de depresión y ‘Primo’, su perro gran danés, está certificado como perro de apoyo emocional por el siquiatra que la trata. Esto significa que ‘Primo’ la acompaña a todas partes, incluso asiste a la oficina con ella. Él llega allí después de ir al colegio y la acompaña en sus reuniones, al lado en su escritorio, está todo el tiempo con ella. Primo le da tranquilidad, paz y seguridad a Margarita.
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Rodríguez explica que muchas personas con depresión pueden ser movidas por un perro para levantarse de la cama, para estar pendiente de otros ser, para dejar de estar tan ensimismadas y mirar algo fuera de sí. Esto es un gran apoyo. No significa por ello que el paciente deje de lado el tratamiento médico, por el contrario, el perro es un apoyo emocional para poder salir adelante.
La psicóloga cuenta también la historia de un paciente que tenía alucinaciones y le entregaron un perro como apoyo. Si la persona veía gente o hechos o situaciones y el perro no tenía ningún tipo de reacción, como ladrar o batir la cola, era porque no estaba sucediendo nada en la vida real, lo que la persona veía era una alucinación.
Situaciones como estas no son ajenas en Estados Unidos o Europa donde las terapias asistidas con animales se han utilizado desde hace más de 40 años, pero en Colombia, a pesar de intentos aislados que se hicieron en hospitales del país como el Instituto Roosevelt hace muchos años, solo hasta ahora el tema ha llegado a las universidades y se está comunicando a un público más amplio.
CATALINA GALLO
Para EL TIEMPO