La forma actual de producir y consumir alimentos es una de las amenazas que la naturaleza enfrenta. El 80 % de las especies de mamíferos y aves clasificadas como cercanas a la extinción por la UICN están amenazadas por la forma en que comemos. A la vez, la agricultura ha causado el 80 % de la deforestación en el mundo.
Si tenemos en cuenta que para el año 2050 se estima que la demanda global de alimentos se duplicará, ¿cómo nos alimentamos para garantizar que haya suficiente para todos?
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Aunque existen diferentes alternativas y necesidades de alimentación, en el Día Mundial de la Alimentación, la ONG WWF Colombia comparte 3 acciones básicas que cualquier colombiano puede tener en cuenta a la hora de comer con conciencia ambiental.
Al preferir alimentos producidos en Colombia, y de preferencia producidos o cultivados lo más cerca de casa, y con buenas prácticas, se puede reducir la generación de emisiones de gases efecto invernadero, aquellos que calientan al planeta y causan el cambio climático.
Sólo basta pensar en las emisiones de barcos, camiones y aviones que atraviesan el mundo para transportar alimentos de un lado a otro. Un porcentaje de estas emisiones asociadas al transporte puede reducirse si más personas comen local.
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Por supuesto, comer alimentos importados es posible y una opción a la que se tiene acceso; lo importante es hacerlo de manera consciente.
¿Qué hacer?
● Antes de comprar un producto vale la pena preguntar de dónde viene, cómo fue producido o revisar la etiqueta.
● Al visitar un restaurante, prefiera aquellos platos que incluyen ingredientes colombianos, y mejor si cuentan con algún atributo como como orgánico o de temporada.
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● Al elegir un pescado, prefiera la pesca colombiana; mejor si es artesanal y sostenible.
● Hacer uso de las iniciativas que conectan a clientes con productores locales, como los mercados campesinos.
Desde inicios del siglo 20, cerca del 75 % de la variedad de cultivos del mundo ha desaparecido de los campos de los agricultores y sólo nueve representan el 66% del total de la producción agrícola. Aunque el hombre ha llegado a cultivar al menos 6.000 especies de plantas, los principales cultivos globales son sólo tres: arroz, trigo y maíz.
Esta forma poco variada de producción implica un mayor desgaste para el suelo y sus nutrientes, la pérdida de variedades de alimentos y la cultura en torno a ellos, y en ocasiones, un mayor uso de fertilizantes, algunos, generadores de gases efecto invernadero.
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¿Qué hacer?
● Incluir más frutas y verduras en su alimentación diaria, lo recomendado son 400 gramos. Según los expertos, estos deben ocupar al menos la mitad del plato.
● Incorporar un alimento que se consuma de manera poco frecuente cada vez que haga mercado.
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● Elegir más alimentos frescos y menos procesados, pues estos requieren de menos recursos para producirse.
● Apoyar a los campesinos que cultivan variedades diferentes de un alimento; están rescatando semillas y alimentos que de otra forma podrían desaparecer.
El Departamento Nacional de Planeación (DNP) calculó que cada año en el país se pierde o desperdicia el 34% de los alimentos producidos. Pero los colombianos parecen no querer hablar de esta situación.
En una reciente investigación realizada por WWF en 8 ciudades del país, un 31,6 % de los encuestados, manifiesta no desechar comida, afirmación que parece contrastar con la realidad, pues según cifras del DNP el desperdicio en los hogares colombianos se calcula en 1,5 millones de toneladas anuales, equivalente a 32 kilos per cápita.
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No obstante, éstos afirman que la posibilidad de ahorrar dinero con un 42 % y el querer administrar su hogar de manera más eficiente con un 46 % son dos de las principales razones que los llevarían a reducir la cantidad de alimento que se desperdicia en su hogar, lo que indica que todavía no hay consciencia sobre el impacto que nuestra alimentación tiene en la naturaleza.
¿Qué hacer?
● Comprar alimentos frescos como frutas y verduras con más frecuencia, en vez de una gran cantidad, pues esta es la comida que más se desperdicia en Colombia.
● Evitar manipular en exceso los alimentos para verificar su estado de madurez: esto hace que se dañen más rápido.
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● Aprender cuál es la manera adecuada de almacenar los alimentos frescos. Por ejemplo, los bananos deben almacenarse lejos de otras frutas para retrasar su maduración y, en lo posible, colgados.
● Reducir las porciones y permitir que cada miembro de la familia se sirva directamente, de acuerdo a su apetito.
● Si sobra comida al visitar un restaurante, siempre pedir para llevar. Eso sí, teniendo en cuenta no usar recipientes difíciles de reciclar como los de poliestireno expandido (icopor).
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● Revisar nuevas maneras de usar las frutas o verduras sobre-maduras: salsas, postres, panes, batidos son opciones para evitar que éstas lleguen a la caneca.
● Investigar recetas para usar creativamente las sobras y gestionarlas de manera segura.
Empezar con estas simples prácticas es una forma efectiva en la que los colombianos pueden aportar y empezar a tener una alimentación dentro de los límites planetarios. Es preciso anotar que no existe una sola manera de alimentarse sosteniblemente, pues la geografía, la cultura, la tradición, la disponibilidad y la asequibilidad influyen en las elecciones que cada persona hace a la hora de comer.
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También, es importante tener presente que, para proteger nuestra comida, también necesitamos cuidar la naturaleza. Los sistemas alimentarios dependen de procesos naturales como la polinización, el mantenimiento de suelos, el control de plagas, la regulación del agua, los sumideros de carbono y la conservación de los hábitats para la vida silvestre. Por lo tanto, revertir la pérdida de biodiversidad es esencial para salvaguardar los alimentos a largo plazo.
REDACCIÓN MEDIOAMBIENTE
Con información de WWF Colombia
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