Colombia es un país de océanos. En total el 44 por ciento del territorio colombiano es de agua salada. Eso quiere decir que en el país unas 89'211.800 de hectáreas son áreas marinas. Esas zonas, no sólo resguardan una riqueza inmensa en términos económicos para el desarrollo de actividades pesqueras y turísticas; sino que, además, son una pieza fundamental en la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad.
Los océanos no solo son inmensos sumideros de dióxido de carbono sino que regulan el clima, producen la mitad del oxígeno que respiramos los humanos y protegen una biodiversidad tan grande como desconocida. Tanto es así que más humanos han pisado la luna (12 astronautas) de los que han explorado la zona más profunda del mar, las fosas oceánicas ubicadas a más de 10 mil metros de profundidad (7 personas entre científicos y multimillonarios).
Lo primero que hay que entender es que gracias a lo que hay en el océano es que los seres humanos podemos respirar.
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Es por eso que 72 países, entre ellos Colombia, se han puesto como meta proteger al menos el 30 por ciento de todos sus territorios marinos (y 30 por ciento de los terrestres también) antes de 2030. El actual Gobierno ha buscado ir más allá. Por lo que, a través de una compleja operación de estudio, identificación y caracterización que requirió de varios meses y diversas entidades nacionales e internacionales esperan superar la meta del 30, y proteger en total 33 por ciento de las áreas marinas. Pasando entonces de tener 12'454.011 hectáreas (ha) de zonas marinas bajo protección (13,41 por ciento), a 30'132.769 ha.
Dicha protección esperan lograrla este año, antes de que termine el mandato del presidente Iván Duque, pues fue él quien se comprometió con la comunidad internacional a acelerar la protección de áreas marinas y terrestres, una decisión que ha sido elogiada por otros Estados del mundo, expertos en conservación, y organizaciones internacionales como National Geographic.
Según explica la bióloga marina y doctora en adaptación al cambio climático, Paula Sierra, en 2010 Colombia tenía apenas 1 por ciento de sus áreas marinas con alguna figura de protección, por lo que este paso que se espera dar al proteger este año el 33 por ciento ayudará al país y al planeta a cuidar sus recursos naturales y hacerle frente a la variabilidad climática.
“Lo primero que hay que entender es que gracias a lo que hay en el océano es que los seres humanos podemos respirar. Este es un planeta que no debería llamarse Tierra, sino el planeta Océano. Tenemos más del 70 por ciento de territorio en aguas marinas y esas aguas contribuyen a que podamos respirar. Ese es un primer punto crucial. Lo segundo es que la relación océano-tierra-atmósfera es esencial para que se dé la regulación climática en el planeta. Además tenemos una gran biodiversidad en estas zonas y tenemos potencial alimento. Entonces, si nosotros dentro de las zonas marinas y costeras protegemos áreas importantes de especies lo que vamos a tener es hábitats de especies que se reproducirán porque nadie las está molestando y esa producción que se da puede ir a otras partes del océano”, destaca la experta.
Sierra, quien fue fundamental en la creación del Subsistema de Áreas Marinas Protegidas (Samp), un primer paso para el desarrollo y ampliación de las zonas marinas para conservación del país, asegura que es gratificante ver como Colombia por fin, después casi 200 años de ser República haya finalmente puesto los ojos sobre sus mares y océanos y haya decidido estudiarlos y protegerlos.
“Nuestro planeta había estado trabajando muy poco alrededor de los océanos. Colombia en particular tiene más 200 años de la expedición botánica, donde hicimos una cantidad de cosas en lo terrestre y apenas empezamos a tener carreras en biología marina hace muy poco. Nuestro sentido era totalmente andino, hemos sido un país incluso en algún momento de espaldas al mar”, destaca Sierra.

Para investigar las profundidades marinas los investigadores utilizaron equipos de alta tecnología.
Cortesía Invemar
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Actualmente ya está todo listo para que cuatro nuevas zonas marinas se conviertan en áreas protegidas. Habrá dos grandes nuevas áreas que se crearán, una en el Caribe denominada Cordillera Beata y otra en el Pacífico denominada Colinas y Lomas del Pacífico, allí, formaciones montañosas similares a los Andes colombianos se alzan por debajo del mar a profundidades de más de 4.000 metros, lo que es superior a la altura que alcanza la punta del volcán Galeras.
Las otras dos grandes áreas son ampliaciones a zonas protegidas ya existentes, en el Pacífico. Allí se ampliarán las zonas que resguardan el Distrito Nacional de Manejo Integrado Yuruparí – Malpelo y el Santuario de Fauna y Flora Malpelo, creando, además, uno de los más grandes megacorredores marinos con ampliaciones que realizarán en sus aguas territoriales otros países como Ecuador, Panamá y Costa Rica.
Las nuevas áreas marinas protegidasEn el caso de la cordillera submarina Beata, ubicada a 300 km de distancia de la zona costera más cercana, en La Guajira. Al norte, se encuentra en la frontera marítima con República Dominicana a casi 380 km de distancia y cerca de 360 km de Haití. Al este y oeste con aguas oceánicas de Venezuela y Colombia, respectivamente. En total esta zona tiene una extensión de 3'312.547 ha.
Según el director del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), capitán (r) Francisco Arias Isaza, en el área yacen una variedad de unidades morfológicas como colinas, depresiones, escarpes, valles, laderas, llanuras, mesetas y terrazas, registrando los puntos de mayor elevación en la cresta de la Cordillera Beata con una profundidad de 1.587 m y las zonas más profundas en la llanura abisal colombiana con 4.300 m.

Mapa de la Reserva Natural Cordillera Submarina Beata.
Cortesía Invemar
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En total en el área fueron encontradas 188 especies, entre peces, tortugas, aves, mamíferos, artrópodos, equinodermos, moluscos, cnidarios, esponjas, anélidos y ctenóforos. Pero, según explica el capitán Arias, aún hay mucho más por investigar y seguramente por descubrir en las profundidades de esta zona. Para lograr esta caracterización y estudio de esta zona, participaron en total 12 investigadores del Invemar, un investigador de la Red de Centros de Investigación Marina de la Universidad del Valle y personal de la Dirección General Marítima y Portuaria (Dimar) quienes estuvieron en estas alejadas zonas del país en un crucero de investigación que navegó del 13 de enero al 9 de marzo del 2022.
Por otra parte, las Colinas y Lomas submarinas de la Cuenca Pacifico Norte está ubicada al sur occidente del país. Su área total de 2'740,932 ha y al norte limita con el Pacífico norte de Colombia, al oeste limita con la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Panamá y con la Cordillera de Malpelo, al este limita con el Pacífico de Colombia. Allí, durante la investigación fueron encontradas 380 entre especies bentónicas y pelágicas. De hecho, según explica David Alonso, coordinador del Programa de Biodiversidad y Ecosistemas Marinos se hallaron al menos tres nuevas especies para la ciencia en esta zona.

Imágenes de especies avistadas en el DNMI Colinas y Lomas submarinas de la Cuenca Pacifico Norte.
Cortesía Invemar
Estas zonas son tan desconocidas que ya muchas entidades internacionales y organizaciones de conservación han manifestado su interés de realizar allí labores de investigación de la mano con el Gobierno colombiano. También otros gobiernos como el de República Dominicana en el Caribe trabajan actualmente para hacer una conservación conjunta también en sus aguas internacionales.

¿Por qué es clave que otros países se involucren en la creación de áreas marinas protegidas?
Capitán (r) Francisco Arias, director Invemar.
De acuerdo con el capitán Arias, ahora es necesario que el país desarrolle un modelo y muestre un compromiso con el cuidado y la conservación de estas zonas, dado que tanto para investigar como para protegerla se requiere de gran cantidad de recursos económicos y equipos especializados destinados solo a este objetivo. “El país tiene que hacer su parte. Ese es uno de los retos. Y no podemos confiar solo en los recursos de cooperación internacional para cuidar estas zonas y el país tiene que hacer su parte y destinar los recursos que se requieren”, asegura el científico.

Equipo de investigadores que participaron en el crucero de investigación hecho en Colinas y Lomas submarinas de la Cuenca Pacifico Norte.
Cortesía Invemar
El país tiene que hacer su parte. Ese es uno de los retos. Y no podemos confiar solo en los recursos de cooperación internacional para cuidar estas zonas
El capitán Arias asegura que para ello la investigación y el trabajo de entidades como la Armada Nacional será clave. Sumado a eso el Samp desarrollado por la experta Paula Sierra (quien trabaja también con el Invemar) jugará un papel crucial en cómo se crea el plan de cuidado y conservación adecuado para estas zonas. “Administrar áreas protegidas en el mar es distinto que hacerlo en tierra, se necesitan otras habilidades, unos guardaparques distintos, herramientas distintas como embarcaciones, radares, sistemas remotos”, afirma Arias.

¿Por qué la Armada juega un papel clave en el control y manejo de estas áreas?
Carolina Jarro, Subdirectora de Gestión y Manejo de Áreas Protegidas.
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Actualmente, según destaca Carolina Jarro, Subdirectora de Gestión y Manejo de Áreas Protegidas de Parques Nacionales Naturales, el país está adelantando el desarrollo de un plan de manejo que puede estar listo dentro de un año y que puede hacerse tras la declaratoria. “Una línea fuerte que van a tener estas áreas protegidas va a estar concentrada en investigación y monitoreo para eso lo que se busca es seguir haciendo expediciones y esas expediciones la idea es que generen la información para poder hacer el manejo del área”, enfatiza la experta.
Una línea fuerte que van a tener estas áreas protegidas va a estar concentrada en investigación y monitoreo
Además, dado que esta es una zona montañosa submarina, su protección y manejo requiere también de poder verla y entenderla. Eso significa que los mapas que se hagan en esta área deben ser en tres dimensiones, para observar no solo el polígono cuadrado que se protege sino las distintas alturas y zonas que existen en estas regiones montañosas.
Para ella no solo es importante la creación de estas nuevas áreas, sino la aplicación de las dos existentes que ya estaban bajo el manejo de Parques Naturales y donde, según se conoce, se encuentran también una de las áreas más biodiversas del planeta en la cual, además, habitan poblaciones de especies icónicas como tiburones martillo o ballenas jorobadas.
En el caso del Distrito Nacional de Manejo Integrado Yuruparí – Malpelo, este aumentó en 78 por ciento su tamaño, creciendo 9.622.880 ha. Así, pasó de poco más de 2 millones de hectáreas a una nueva área total de 12'314.861 ha. Allí las profundidades oscilan entre los 4.100 metros en la zona de la fractura de Panamá y 215 metros en el bajo Navegator, también llamado Rica, el cual está localizado en el extremo oeste de la dorsal Yuruparí.
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Al este de esta zona se ubica el Santuarios de Fauna y Flora Malpelo, que ahora cuenta con 4'788.963 ha. En total esta zona aumentó 43 por ciento su extensión, pues antes contaba con 2'667.907 ha. En esta zona ya se permitía desde antes actividades de buceo y turismo sostenible dado que es una de las mejores áreas para ver migraciones marinas dentro del Pacífico.
“En todas estas zonas la Armada juega un papel fundamental. Con la Armada hemos trabajado todos estos procesos pues ellos tienen un papel fundamental en términos de control y vigilancia en estas áreas marinas. Ahora lo que viene es implementar un centro de vigilancia de las áreas en términos de vigilancia y cumplimiento de la protección que tienen”, finaliza Jarro.
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EDWIN CAICEDO | REDACTOR MEDIOAMBIENTE
@CaicedoUcros | @ElTiempoVerde
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