Comienza oficialmente la temporada decembrina y con ella se inician las reuniones familiares, las celebraciones y las comidas tradicionales.
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Infortunadamente también empieza una época durante la que, aún hoy en día, en muchas poblaciones se hace uso de la pólvora como método para darles la bienvenida a la Navidad y al Año Nuevo.
Por fortuna, muchas poblaciones del país han ido prohibiendo, regulando o sustituyendo su uso en las celebraciones, teniendo en cuenta la peligrosidad que implica para los seres humanos y también para animales dentro de las que se cuenta principalmente a perros, gatos y aves silvestres.
Cada año ellos se convierten en víctimas por el ruido, el humo, las vibraciones y las quemaduras, entre otros riesgos.
Conocida como fonofobia o acusticofobia, esta es la sensación que presentan seres humanos y animales a ruidos fuertes como truenos, gritos, música y estallidos de pólvora.
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Los animales resultan más afectados que los seres humanos. Ellos tienen un sentido de la audición mucho más desarrollado: se estima que las personas tienen capacidad para escuchar de hasta 20.000 hercios, mientras que en los perros esta va desde los 10.000 hasta los 50.000, y en los gatos puede alcanzar hasta los 100.000 hercios.
En conclusión, los animales pueden escuchar los sonidos siete veces más fuerte que las personas, así que si la pólvora puede ser un estruendo para el oído humano, para perros y gatos puede serlo aún más.

Los perros y los gatos pueden percibir el ruido de la pólvora con mucha más intensidad que las personas. Esto puede causarles desde estrés y arritmias, hasta la muerte.
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Sin embargo, la afectación por la pólvora no solo se da a través de la audición. Los estruendos fuertes suelen producir vibraciones en el suelo que son captadas por los perros y gatos a través de las huellas de las patas.
Por el aire también viaja el humo con partículas resultantes de la combustión y de la coloración de los fuegos artificiales (como potasio, bario, cloro y estroncio), que son inhalados por las mascotas o que, al caer, pueden contaminar el agua del suelo (la cual beben algunos animales en condición de calle) e incluso pueden incendiar los nidos o quemar a las aves silvestres que se encuentran en los árboles.
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Aunque los perros suelen verse más afectados por convivir más cercanamente con el hombre, tanto perros como gatos pueden llegar a manifestar signos de miedo a la pólvora. Dentro de los más comunes están:
– Aumento de la frecuencia cardiaca (taquicardia) y de la frecuencia respiratoria (taquipnea).
–Vocalizaciones, como aullidos, quejidos, ladridos o maullidos.
– Inquietud, estrés, ansiedad, depresión y miedo.
– Aumento de la producción de saliva y aumento del acicalamiento.
– Vómito o náusea.
– Micción o defecación involuntaria y en lugares no adecuados.
– Apatía, pérdida del apetito y bajo consumo de agua.
– Contracciones musculares involuntarias, temblores o epilepsia.
– Abortos espontáneos debido al miedo o estrés.
– Irritabilidad
Como resultado de todo lo anterior, pueden llegar a sufrir de episodios de pérdida de la orientación o paro cardiorrespiratorio; además, al buscar alejarse o protegerse pueden salir despavoridos, lo que puede propiciar pérdidas, extravíos o accidentes.
La principal recomendación es evitar al máximo el uso de la pólvora en cualquier ocasión: hoy se conocen otras formas de celebrar que son más seguras y amigables con los animales.
Los ciudadanos pueden instar a los alcaldes, gobernadores y personas en general a sustituir el uso de la pirotecnia por otros métodos, como el uso de proyecciones láser, uso de luces, desfiles y muestras artísticas.
Para prevenir y controlar el miedo de los animales hacia la pólvora, existen diferentes mecanismos que pueden ser de gran ayuda:
– Exposición controlada de los animales a ruidos fuertes o sonidos que pueden resultarles molestos desde etapas tempranas. Esto hará que ya siendo adultos puedan estar más familiarizados a estos estímulos externos.
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– Se recomienda establecer una zona segura dentro de casa: lejos de cualquier estímulo, en el que el animal se sienta cómodo y seguro y se encuentren todos los elementos necesarios: comedero, bebedero, cama, juguetes y arena sanitaria. La zona también debe ser a prueba de escapes.
– Estudios en mascotas han demostrado la gran ayuda que brinda la música suave. Música clásica, instrumental o sonidos relajantes se pueden encontrar en aplicaciones o canales de televisión que tienen programación especial para las mascotas.
– Trate de hacer actividad física por largos periodos de tiempo antes de que caiga la noche: esto hará que la mascota esté cansada y duerma tranquilamente.
–Existen herramientas para controlar el miedo como los aceites esenciales, esencias florales y feromonas. Estas deben ser sugeridas por un médico veterinario.
–Brinde compañía y calma a través de un lenguaje tranquilo, palabras de afecto y ayúdese con elementos como snacks, alimento o juguetes. Evite siempre regañar o castigar a los animales.
– Evite al máximo los desplazamientos o los paseos nocturnos para evitar que se extravíe o sufra un accidente al intentar escapar.
– No automedique a su mascota y busque siempre asesoría por de un médico veterinario o un etólogo para controlar adecuadamente los comportamientos de miedo, angustia, ansiedad o estrés.
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GABRIEL GARCÍA, MÉDICO VETERINARIO
PARA EL TIEMPO
En Twitter: @NoSoyEseGabo