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Educación

Proyecto Utopía ha graduado a 380 ingenieros agrónomos de zonas de conflicto

La carrera que dicta Proyecto Utopía es de cuatro años. En el último año, los estudiantes deben de diseñar un proyecto productivo con un capital que les entrega la universidad.

La carrera que dicta Proyecto Utopía es de cuatro años. En el último año, los estudiantes deben de diseñar un proyecto productivo con un capital que les entrega la universidad.

Foto:Universidad de La Salle

La iniciativa, de la U. de La Salle, se creó hace 13 años con el propósito de educar para la paz.

Gloria Helena Rey
Popularmente se piensa en la utopía como algo irrealizable, pero los hermanos de las Escuelas Cristianas de la Universidad de La Salle la entendieron como la posibilidad a punto de nacer. Transformaron el concepto de utopía en una realidad.

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El hermano Carlos Gabriel Gómez Restrepo, actual Vicario General de la congregación en Roma, creó el Proyecto Utopía para favorecer a los jóvenes campesinos, indígenas y afrodescendientes oriundos de las zonas más afectadas del país por todo tipo de violencias para que, con la educación, tuvieran un futuro más esperanzador.
Construyó Utopía con recursos de la Universidad cuando era su rector hace más de una década y se inspiró en la juventud rural, en los procesos de restauración del tejido social y en la necesidad de reinventar la Colombia agrícola para construir la paz.
Sacó provecho de su experiencia en Zambrano, La Guajira, donde salvar las vidas de niños y jóvenes era algo habitual en la década de los 80, y, en medio de un país que vive la pobreza y la violencia, fue ideando lo que sería Utopía con base en sus conocimientos sobre la Colombia profunda. Comprendió que la educación brindaría un futuro posible a estos jóvenes y que ejercería como plataforma de transformación social.
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Utopía nace como un anhelo y un propósito superior para generar un futuro posible para los jóvenes de la Colombia profunda a través de la educación superior de alta calidad

“Utopía nace como un anhelo y un propósito superior para generar un futuro posible para los jóvenes de la Colombia profunda a través de la educación superior de alta calidad”, reitera a EL TIEMPO Sylvia Castrillón, directora de Filantropía y Financiamiento Externo de la Universidad de La Salle.
“Cuando pensamos en Utopía, entendimos que la oportunidad era ahora, y que, como Universidad, podíamos hacer que las cosas pasaran, pese a los grandes desafíos”, añade.
Aunque oficialmente el Proyecto Utopía nació hace 10 años, comenzó a cocinarse mucho antes en la hacienda San José de Mantepantano, de unas 20 hectáreas, en Yopal, Casanare.
Utopía es hoy un sueño hecho realidad que “se materializa en un modelo educativo para la construcción de la paz y el desarrollo rural integral y territorial”, explica Castrillón.
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El proyecto es, sobre todo, un modelo educativo para la construcción de la paz y el desarrollo rural y un concepto único que le apuesta a la reinvención de la Colombia agrícola.
Desde que Utopía abrió oficialmente sus puertas ha recibido a más de 700 jóvenes de la Colombia profunda, de los que 380, provenientes de 24 departamentos y unos 150 municipios, se han graduado como ingenieros agropecuarios.
Hoy la equidad de género y el desarrollo de la mujer campesina, dos de los grandes desafíos de la ruralidad colombiana, son una de las principales apuestas de Utopía.
Sembrado de plátano.

Sembrado de plátano.

Foto:Universidad de La Salle

Con becas

En estos 13 años, el Proyecto ha llegado a 28 departamentos en 228 municipios y espera impactar a más territorios y beneficiar a un mayor número de jóvenes cada año. Unos 70 nuevos alumnos ingresarán a Utopía en mayo del 2023.
Cada año, se seleccionan unos 13 departamentos a los que se desplaza un equipo multidisciplinario que invita a los jóvenes participar y los selecciona.
Todos los escogidos son becados con matrícula por los cuatro años de estudios y con alimentación y residencia por tres años. Todos viven en el campus de la universidad y cuentan con un capital semilla de hasta 10 millones para desarrollar el proyecto productivo que se exige a cada alumno en el último año de carrera.
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En los tres primeros años, los estudiantes viven en el campus de la universidad, pero el cuarto lo realizan en su zona de origen, donde desarrollan su proyecto productivo.

La Universidad no abre inscripciones sino que, a través de una cuidadosa logística, busca a los jóvenes en sus municipios y territorios

El modelo educativo de Utopía se enfoca en la población vulnerable y emplea la metodología de “aprender haciendo y enseñar demostrando” con una clara perspectiva en el liderazgo, construcción de la paz y formación de empresas.
La selección de los alumnos, que dura unos seis meses, de agosto a principios del año siguiente, es diferente a la de otras iniciativas educativas nacionales o regionales. “La Universidad no abre inscripciones sino que, a través de una cuidadosa logística, busca a los jóvenes en sus municipios y territorios”, explica Castrillón.
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Los aspirantes deben ser bachilleres, tener entre 18 y 22 años, haber presentado las pruebas saber 11, contar con un puntaje en el Sisben entre A1 y B7 ; poseer experiencia en actividades agrícolas; ser hijos de campesinos o haber trabajado en la agricultura familiar; ser oriundos o estar establecidos de manera permanente en zonas o pertenecer a municipios rurales.
Se espera que los jóvenes demuestren liderazgo, capacidad de convivir en comunidad, vocación por el campo, arraigo con la agricultura y que sean originarios de la ruralidad de la Colombia profunda.
Anualmente se seleccionan entre 65 y 70 estudiantes, que comienzan su carrera en mayo con un calendario académico organizado en 12 cuatrimestres, equivalentes a cuatro años.
Los recursos que financian sus becas son propios de La Universidad de La Salle o provienen de donaciones y aportes de aliados, que han creído y se han sumado a la transformación del campo colombiano a través de la educación.
Estudiantes del programa Utopía.

Estudiantes del programa Utopía.

Foto:Universidad de La Salle

Primeros pasos

Utopía empezó a caminar cuando ingresaron los primeros 64 jóvenes hace 13 años para cursar la carrera de Ingeniería Agronómica o Agropecuaria, un programa académico que sus gestores definen como “necesario y estratégico para el desarrollo de la nueva ruralidad colombiana”.
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Desde su nombre, Utopía rompió esquemas y paradigmas y, Castrillón considera que en eso, precisamente, radica “parte de su magia”.
Utopía no sólo es un proyecto educativo único en Colombia sino “revolucionario, en términos de educación rural. Es replicable y puede crecer e impactar cada vez a más jóvenes y territorios rurales. Cuenta con el primer campus universitario rural de Colombia, que busca que los jóvenes no se alejen de su ruralidad, soluciona su problema de vivienda y les facilita su retorno a sus zonas de origen cuando terminan los estudios académicos”, sostiene.
La metodología de “aprender haciendo y enseñar demostrando” es novedosa. Articula el trabajo en clases y las aproximaciones teóricas con las prácticas de laboratorio e investigación, el trabajo de campo y la práctica productiva en el último año de la carrera.
Además, Utopía es un laboratorio de paz en el que conviven jóvenes oriundos de lugares diversos, con ideologías e historias de vida diferentes. Todos comparten un sueño común, aprender sobre herramientas de construcción de la paz y de liderazgo, pero, sobre todo, a mirar hacia un futuro esperanzador.
Se espera que, después, esos jóvenes repliquen en sus territorios y comunidades el aprendizaje y experiencias adquiridos en esta atípica universidad rural.
Es que “Utopía es una idea inagotable, un sueño que se va construyendo. Después de 13 años seguimos encontrando oportunidades para caminar esa milla extra que nos impulsa a continuar dando respuestas a los desafíos”, argumenta Castrillón.
Los gestores de Utopía tuvieron claro desde el principio que debían ofrecer oportunidades de educación superior de alta calidad a los jóvenes más vulnerables; que enfrentarían desafíos relacionados con la tierra, la producción de alimentos y la sostenibilidad y que tenían que levantar los cimientos para la industrialización del campo, transferir conocimientos y educar sobre las nuevas tecnologías que beneficien al agro.

Objetivos

Buscamos formar líderes para que regresen a sus territorios a transformarlos social, política y productivamente

El Proyecto Utopía se formó con tres objetivos principales. El primero, la educación, que convierte en ingenieros agropecuarios a bachilleres campesinos, indígenas y afrodescendientes de las regiones más afectadas por el conflicto armado, la violencia, la falta de oportunidades y los cultivos ilícitos.
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El segundo, que Castrillón considera como el más importante, está relacionado con el liderazgo. “Buscamos formar líderes para que regresen a sus territorios a transformarlos social, política y productivamente. Esta es la gran apuesta de la Universidad de La Salle por el desarrollo rural integral y territorial. Formamos a jóvenes para transformar la vida de sus familias, comunidades y territorios”, afirma.
El tercero tiene que ver con la formación de empresas “mediante la implementación de los proyectos productivos que nuestros jóvenes rurales desarrollan en sus zonas de origen en su último año de formación académica”, explica Castrillón.
Pero entre los objetivos de Utopía también figura el desarrollo, mediante el trabajo de los egresados, en los municipios y territorios de donde provienen. Se calcula que un 90 % de ellos trabajan en sus comunidades de origen para impulsar su desarrollo. Son productores agropecuarios, docentes, funcionarios públicos, emprendedores rurales o líderes sociales, entre otras cosas.
La tasa de ocupación de un egresado de Utopía, que trabaja como productor y emprendedor rural, está entre el 58 y el 85 %, “lo que hace parte de esa gran apuesta de la universidad por empresarizar el campo”, según Castrllón.
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Entre los egresados, algunos se han postulado a cargos de elección popular: hay alcaldes y secretarios de desarrollo o agricultura. Otros trabajan con Naciones Unidas, federaciones o transforman sus comunidades desde la educación rural.
Frank Fierro Guarnizo, nacido en Rioblanco y residente en Planadas, Tolima, se graduó como ingeniero agrónomo de Utopía hace 7 años, comenzó como técnico en varias cooperativas municipales y en 2017 realizó un máster en Educación Agrícola y Extensión rural en los Estados Unidos, con apoyo de la Embajada Americana.
Al regresar fue secretario de Desarrollo Rural, Ambiental, y Económico de Planadas e impulsó la primera subasta virtual de café durante la pandemia y la institucionalización de los mercados campesinos, entre otras cosas.
La ingeniera agrónoma Ángela Patricia Avella, del municipio de Trinidad, Casanare, lleva ocho años trabajando con entidades como ICA y Agrosavia, y comercializa en el mercado local patacones del plátano hartón, empacados al vacío, con la idea de que su marca ‘Pelao’ se venda nacional e internacionalmente más adelante.
Amalia Aguilera Peña, hija de padres campesinos, mayor de seis hermanos y nacida en Puerto Carreño, Vichada, es otra ingeniera agrónoma de Utopía que fundó no solo la Asociación de Productores de Caña de su localidad, sino que comercializa panela bajo la marca de ‘Panelas Don Aguilera’, en honor a un sueño de su papá y que hoy genera más de 40 empleos al mes.
Todos los egresados, según Sylvia están convencidos de que “la paz de Colombia se construye desde la ruralidad y que la educación tiene el poder de transformarla”.
GLORIA HELENA REY
PARA EL TIEMPO

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