En los últimos meses, los educadores alrededor del mundo hemos tenido que hacer algo que no hubiéramos imaginado nunca: de noche a mañana, hemos tenido que convertir nuestros colegios, exitosos en forma presencial, a colegios igual de exitosos en forma digital. Y lo hemos hecho, a pesar de estar pasando en nuestras casas los mismos retos de encierro y incertidumbre que nos ha traído la covid-19.
Después de ver tantas críticas montadas recientemente contra el sistema educativo por personas que no son educadores, me parece esencial hacer algunas aclaraciones como educadora y líder académica.
Muchas personas creen que la educación es el campus donde se enseña. Como producto de la educación experiencial, estoy convencida de que no es cierto. Aprendemos como sea; como seres humanos, un aprendiz de por vida aprende de cada experiencia, donde sea que se encuentre. Además, los educadores y estudiantes son el corazón de la educación, no nuestros espacios de aprendizaje.
Sin nosotros, las instalaciones son obras de arquitectura, no más. Y sin las instalaciones, lo que seguimos haciendo sí es educación, una educación transformada por las circunstancias de crisis pero aún así importante y valorable.
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Se están reinventando como educadores cada día durante meses para asegurar el crecimiento de sus alumnos. Están recreando planes para enseñar por medios tecnológicos, la mayoría sin ninguna base anterior en el aprendizaje digital.
Cada día, están aprendiendo nuevas estrategias, buscando como cumplir con los indicadores y enganchar a sus alumnos por medios digitales. Más importante aún, están apoyando el bienestar emocional de los estudiantes también, convertiéndose en consejeros y psicólogos, una tarea mucho más allá—y más importante—que los indicadores académicos
El término “homeschooling” es un sistema sin apoyo de profesores ni colegios, donde los padres de familia definen todo el currículo, las herramientas, y cómo asegurar alineamiento con las expectativas del gobierno. Claro que los padres han tenido que hacer más en casa para apoyar los procesos de sus hijos, especialmente los que tienen hijos pequeños que necesitan más acompañamiento.
Pero aunque no sea siempre en vivo por una videoconferencia, son los maestros que siguen creando el currículo, escribiendo sus planes, construyendo actividades y asegurando el cumplimiento de logros por medio de evaluaciones efectivas.
En Gimnasio Los Caobos, vimos muy rápidamente las necesidades de las familias, desde cómo manejar el aprendizaje en casa hasta como fomentar la resiliencia y bienestar emocional durante la cuarentena.
El regreso al aula pedirá todavía más apoyo para la familia, como muchos jóvenes y adultos, van a enfrentar nuevos retos emocionales a distanciarse de sus familias después de tantos meses en casa. Como nos han dicho los psicólogos, lo que vamos a recordar de la época de la covid-19 no será lo académico, sino como nos sentimos durante estos meses de distanciamiento.
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Los colegios del mundo siguen funcionando porque somos mucho más que nuestros edificios. Los educadores somos seres humanos llamados a trabajar en la formación de jóvenes íntegros, felices, y preparados para prosperar en sus vidas. Según las leyes educacionales, nuestro rol es estar “en loco parentis / en lugar de los padres.” No estamos sentados en nuestras salas, mirando televisión.
No somos los que están creando memes y videos sobre su aburrimiento en cuarentena. No estamos aburridos. Estamos trabajando como burros para comunicar con padres y estudiantes, para apoyar los procesos académicos, y para buscar nuevas herramientas y mejores estrategias que aseguran una buena educación para los hijos de otros, además de los nuestros. Somos educadores, y no dependemos de nuestros edificios para hacer nuestra labor de forma excepcional.
JENNIFER D. KLEIN
Rectora de Gimnasio Los Caobos
Para EL TIEMPO