Esta semana, los más de 48.000 estudiantes de Soledad, Atlántico, vivieron el que puede ser el sueño de miles de niños y jóvenes. Aunque usualmente entran a las 7 de la mañana, en estos días lo hicieron a las 9. Y gozaron de más tiempo libre porque que no les enviaron tareas para la casa; las hicieron en clase, con los profesores. Así lo acordaron los rectores de las 31 instituciones educativas oficiales con el alcalde del municipio, Joao Herrera, quien ha promovido ambas iniciativas.Fue una prueba piloto, con el fin de evaluar el modelo y analizar si es viable implementarlo desde el 2018.
El alcalde Herrera está empeñado en esta propuesta porque asegura que “es una crueldad levantar a un niño y bañarlo a las 4 de la mañana y que luego, si llega tarde, el profesor lo regañe”.
Es una crueldad levantar a un niño y bañarlo a las 4 de la mañana y que luego, si llega tarde, el profesor lo regañe
La ministra de Educación, Yaneth Giha, le mandó dos mensajes al Alcalde: El primero es que se debe respetar la autonomía escolar, y el segundo, que por ley, hay números de horas semanales de clases que se deben acatar.
Según el decreto que regula la jornada escolar básica primaria de las instituciones educativas estatales, esta debe durar 25 horas semanales en clase; esto significa 1.000 horas al año; para básica secundaria y media son 30 horas semanas; es decir, 1.200 horas al año.
El mismo decreto especifica: “los periodos de clase serán definidos por el rector o director del establecimiento educativo al comienzo de cada año lectivo y pueden tener duraciones diferentes de acuerdo con el plan de estudios, siempre y cuando el total semanal y anual, contabilizado en horas efectivas, sea igual a la intensidad mínima definida”. Según el Alcalde, el cambio horario no implica menos intensidad en los estudios. Y las normas le dan la razón.
La ministra Giha es madre de una niña de 12 años. Y dice que no es partidaria de que le pongan tareas excesivas para hacer en la casa; sin embargo, sí cree que son útiles cuando tienen un balance. “Sirven para revisar todo lo que aprendió en el colegio”, expresó.
“Hago un llamado a que entendamos la realidad en la que estamos, las leyes a las que nos tenemos que supeditar y a los equilibrios que todos los miembros de la comunidad educativa necesitan”, concluyó la Ministra. En ese sentido, la propuesta del Alcalde no se sale de la norma. Mientras cumpla las horas semanales, todo está bien. Y si quiere implementar el modelo que ya ensayó, podrá hacerlo.
Martha Castillo, presidenta de la Asociación Nacional de Rectores y Colegios Privados, considera “injusto” que “niños tan pequeños tengan que despertarse tan temprano”.
El rector del Instituto Pedagógico Nacional, Alejandro Álvarez, coincide con los padres que creen sensato cambiar los horarios escolares y adelantarlos un poco. Aunque aclara que es necesario ver el contexto –el clima, el tráfico y los horarios laborales de los padres, por ejemplo–. “En Bogotá me parece que entre 7:30 y 8 de la mañana es una buena hora”, asegura.
En cuanto a la eliminación de las tareas, también está de acuerdo siempre y cuando el colegio sea de jornada completa; por ejemplo, de 7 de la mañana a 3 de la tarde. De hecho, el Pedagógico se caracteriza por tener la jornada completa desde hace 20 años y por eso no deja tareas. “Las tareas se terminan convirtiendo en un drama familiar. El niño llega cansado, no las quiere hacer, la madre se enoja y empieza a hacerla ella, luego llega el padre y empiezan a pelear porque todos quieren descansar”, dijo.
Las tareas se terminan convirtiendo en un drama familiar. El niño llega cansado, no las quiere hacer, la madre se enoja y empieza a hacerla ella
El rector añade que el tiempo de la familia es sagrado y que los colegios tienen tiempo suficiente para educar. “Yo reemplazaría las tareas por unos talleres con los padres sobre cómo pasar el tiempo con sus hijos”, asegura Álvarez.
Sin embargo, la organización que representa a los padres colombianos, RedPaPaz, no está del todo de acuerdo con la propuesta. Lina Saldarriaga, directora de investigación, asegura que se deben tener en cuenta varios puntos: “no podemos pasar por alto que los niños tienen que estar protegidos. Se debe tener en cuenta que los padres suelen entrar a trabajar temprano. Cuando los adultos no están, los niños quedan en riesgo”. Y añade que la idea es que los padres estén involucrados en todos los procesos de sus hijos.
Según ella, esto mejora el proceso de aprendizaje y las competencias socioemocionales. “Son oportunidades para que se construya un vínculo verdadero. Lo más importante es poner a los niños en el centro. Si esta norma no hace esto, no la recomendamos”, concluyó.
El exsecretario de educación de Bogotá, Óscar Sánchez –hoy coordinador Nacional de Educapaz–, aseguró que en la educación no existen fórmulas mágicas. “Soy amigo de entender que los procesos educativos pertenecen a cada comunidad y cada institución educativa. Sin embargo, soy más de la tendencia de que los niños tengan una carga lo más ligera posible; el exceso de tareas no me parece una buena práctica y los horarios sacrificados no me parecen buenos”. Y coincide en que medidas tan trascendentales se deben tomar entre padres y maestros.
¿En una ciudad como Bogotá sería recomendable que los estudiantes entraran más tarde? Los colegios oficiales entran, en promedio, a las 6:30 de la mañana, según la Secretaría de Educación Distrital. Teniendo en cuenta que el tiempo de desplazamiento es aproximadamente de una hora y media, los niños se deben subir a la ruta escolar a las 5 de la mañana; es decir, se tienen que despertar sobre las 4 de la mañana para alcanzar a desayunar, bañarse y vestirse. Y ni qué decir de quienes deben tomar transporte público y viven lejos del colegio.
Los colegios privados, en promedio, comienzan labores entre las 7 y 8 de la mañana. Pero en contraste con los públicos –donde la mayoría de estudiantes vive cerca– en los privados las distancias suelen ser mayores.
Es el caso de Federico Cortés, de 17 años y estudiante del Colegio San Carlos, en el norte de Bogotá. Se levanta a las 4:30 de la mañana para que la ruta lo recoja a las 5:30 y llegue al colegio a las 6:30. “Y eso que lo tengo en ruta particular para que no madrugue tanto”, dice su madre. Por la tarde sale a las dos y llega a su casa a las 2:45 p. m. La hora a la que se acuesta: sobre las 11 de la noche, por la cantidad de tareas.
Ángela Fernández, su mamá, ve con buenos ojos que su hijo pudiera entrar un poco más tarde, pero lo que más pide es reducir las tareas: “Me parece que los niños tienen una jornada muy larga en el colegio y llegan cansados a la casa. Están el suficiente tiempo en el colegio para que refuercen todo lo necesario y se establezcan los aprendizajes”, dice.
María Victoria Angulo, secretaria de Educación de Bogotá, recuerda que los horarios dependen de las dinámicas sociales. “En Bogotá, muchos de los padres encuentran conveniente que los chicos comienzan clases a las 7 de la mañana, porque son las horas en las cuales ellos también comienzan su jornada laboral o sus actividades. Restringir el ingreso a los chicos a las 9 de la mañana puede generar indisposición y problemáticas con algunos padres de familia”.
Hace un año, miles de padres de familia marcharon en España convocados por la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa) exigiendo al Gobierno reducir la cantidad de tareas que dejan a sus hijos. Luego el tema es una preocupación a nivel global.
El país modelo en este tema es Finlandia.
Allí, aunque no está regulado por ley, está implícito en las instituciones educativas que las tareas que se envían deben durar entre 10 y 20 minutos diarios. Y el finlandés es uno de los mejores sistemas educativos del mundo.
Diversas investigaciones de reconocidas universidades han comprobado que es mejor que los niños y adolescentes tengan tiempo para dormir y descansar. Kyla Wahlstrom, directora del Centro para la Investigación Aplicada para el Desarrollo Educacional de la Universidad de Minesota, Estados Unidos, investigó sobre el impacto de empezar tarde las clases en los estudiantes.
En el estudio demostró que los estudiantes que entran más tarde al colegio registran mejores calificaciones y les va mejor en las pruebas. Además, comprobó que son menos propensos a la depresión, al uso de drogas, alcohol y tabaco.
Los hallazgos dicen que, por ejemplo, el cerebro de los adolescentes se despierta más tarde, de ahí que sea normal que se queden dormidos en el salón de clases si entran antes de las 8:30 de la mañana. De esta investigación, la Academia de Pediatría de Estados Unidos se sumó a la iniciativa de correr el horario de entrada escolar.
SIMÓN GRANJA MATIAS
EL TIEMPO@Simongrma