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Educación

‘En Colombia sobran universidades y faltan instituciones técnicas’

En los últimos 25 años, el área construida de Icesi se multiplicó casi por diez. El campus se amplió para acoger más estudiantes, profesores, carreras y laboratorios.

En los últimos 25 años, el área construida de Icesi se multiplicó casi por diez. El campus se amplió para acoger más estudiantes, profesores, carreras y laboratorios.

Foto:Icesi

Francisco Piedrahita, saliente rector de Icesi, analiza la realidad actual de la educación superior.

Mateo chacón
Han sido 25 años los que Francisco Piedrahita ha estado al frente de la rectoría de la Universidad Icesi, tal vez una de las instituciones educativas de carácter privado más importantes de Cali y de todo el país.
Durante este cuarto de siglo, tiempo durante el cual Icesi ha ganado reputación nacional e internacional, esta institución también ha vivido una serie de cambios internos importantes, que se han sumado a la constante evolución del sector.
En diálogo con EL TIEMPO, Piedrahita, ad portas de dejar su cargo, se refiere a su gestión como rector de esta universidad y también al estado de la educación superior, que enfrenta una caída en el número de estudiantes, desafíos de transformación digital, la competencia de plataformas virtuales y problemas de financiación.

¿Cómo deja la Universidad Icesi?

En general, con mucha satisfacción. Este ha sido un trabajo de un gran desafío intelectual, en el que hemos logrado grandes avances en temas de inclusión y del posicionamiento de los grupos de investigación, entre otras cosas. En definitiva, una experiencia muy rica. Tuve mucha fortuna de haber estado –con el apoyo de la comunidad universitaria en general–, de compartir con un excelente equipo.

¿Cómo cambió Icesi en estos 25 años?

Francisco Piedrahita, rector de Icesi

Francisco Piedrahita, rector de Icesi

Foto:Icesi

La universidad cambió muchísimo, porque se tomaron decisiones trascendentales. Cuando llegué, Icesi era una escuela de administración, centrada en este tipo de formación. Por varias razones, en el 2003 se hizo una discusión dentro de la universidad, la junta directiva y el consejo superior, en la que se llegó a la conclusión de ampliar la misión de la institución, para pasar propiamente a una universidad, en el sentido amplio de la palabra, con gran diversidad de carreras.
De dos programas de pregrado y uno de maestría, en 1996, pasamos a tener 30 programas de pregrado, 56 entre maestrías y especializaciones médico-quirúrgicas, y dos doctorados.
Todo esto implicó cambios en el profesorado; esa es la razón por la cual hoy tenemos más de 120 docentes con doctorado. El campus también tuvo que ampliarse porque era necesario para más estudiantes, profesores, carreras y laboratorios, entre otra infraestructura. El área construida se multiplicó casi por diez.

¿Y en términos de estudiantes?

La población estudiantil cambió mucho también. De una población que era básicamente de estratos 4, 5 y 6 pasamos a que actualmente más del 40 por ciento de los estudiantes son de estratos 1 y 2, y cerca del 60 por ciento si se suma el estrato 3. Esto nos muestra que hay más diversidad, que estamos dando educación de primer nivel a los jóvenes sin importar su condición.
Ese proyecto de inclusión se vio beneficiado por programas del Gobierno, cosa que pasó en otras universidades, por ejemplo, con la diversificación que hace unos años tuvieron los créditos del Icetex, y que permitieron un aumento en las matrículas desde principios de este siglo.

¿A qué retos se enfrenta la universidad en los próximos años?

Tenemos varios desafíos. Uno es el cambio que se está viviendo en tecnología. La pandemia nos mostró todas las posibilidades que trae; nos hemos adaptado, nos ha ido bien, pero sin duda es algo que el nuevo rector deberá atender. También se debe seguir trabajando en educación continua y posgrados. Lamentablemente, el otro desafío es de financiación de la universidad, en especial para garantizar el acceso de las poblaciones con dificultades porque el Gobierno ha reenfocado sus recursos.

¿A qué se refiere?

El problema real es que en Colombia,
desde siempre, ha habido un número enorme de jóvenes que no tienen acceso a la educación superior, en algunos casos ni se gradúan del colegio

En economía hay subsidios a la oferta, cuando se entrega a una institución, y a la demanda, cuando se entrega a la persona, para que, en este caso, elija dónde estudiar.
Lo que pasa con el sector es que en Colombia tuvimos una combinación valiosa y equilibrada de ambas modalidades. Los subsidios a la oferta son principalmente los entregados a las universidades públicas, que siempre han tenido matrícula subsidiada para sus estudiantes, y eso es necesario.
En cuanto a los subsidios a la demanda, por otro lado, estos se han reducido muchísimo. Por ejemplo, a la tasa del interés del Icetex. Antes beneficiaban a toda la población de estratos 1, 2 y 3, ahora se debe cumplir con un puntaje del Sisbén, con una cobertura mucho más baja, y eso excluye a muchos estudiantes que no pueden entrar a instituciones públicas porque estas no tienen los cupos ni la capacidad, y tampoco ingresar a las privadas, porque carecen de los recursos suficientes.
Ser Pilo Paga era otro programa que permitía, previo cumplimiento de ciertas condiciones, al estudiante ingresar a la universidad que quisiera. Pero eso cambió con Generación E, en su componente Excelencia, que, aunque es valioso, es un programa que en inversión es el 30 por ciento de lo que era antes.

Muchas universidades están perdiendo estudiantes. ¿Este es el caso de Icesi?

Universidad Icesi, Cali

Universidad Icesi, Cali

Foto:Icesi

Lo que las estadísticas muestran que hemos perdido es fundamentalmente estudiantes que venían con subsidio a la demanda y hoy ya no tienen la posibilidad de acceder a ello. El desafío es cómo no seguir perdiendo esa diversidad socioeconómica, porque si eso pasa no solo pierde la universidad sino la sociedad.

La caída de matrículas universitarias se da en todo el país desde hace años. ¿Cómo atender este problema?

Hay varias estrategias. Una que apoyamos es un artículo en el presupuesto de la Nación que lleva al Icetex a crear la Financiación Contingente al Ingreso. No es otra cosa que una financiación que permite al profesional futuro pagar en la medida en que tenga ingresos. Si no tiene empleo, no paga nada; si gana poco, paga poco; si su salario es más alto, paga más. Eso está inventado en otros países hace años; posibilitaría que las personas les pierdan el miedo a los créditos del Icetex y que puedan acceder a la educación superior.

¿La pandemia influye también en la caída del número de estudiantes?

Icesi, a diferencia de las cifras nacionales, no venía cayendo en estudiantes en los últimos años. Esa caída se sintió principalmente en el 2020. Puede que la pandemia haya tenido que ver, aunque no mucho por todo el trabajo de acompañamiento que hicimos. Pero es un factor combinado, porque con esa falta de subsidios a la demanda dejan a una población vulnerable sin cómo acceder a las universidades privadas. Y es que estas acogen en su mayoría a estudiantes de estratos 1, 2 y 3.
El problema real es que en Colombia, desde siempre, ha habido un número enorme de jóvenes que no tienen acceso a la educación superior, en algunos casos ni se gradúan del colegio. Lo grave está ahí. La tasa de graduación de bachillerato deja mucho que desear, además del problema de calidad.

Algunos han propuesto matrícula cero para universidades privadas. ¿Está de acuerdo?

Para nada. No creo en la matrícula cero, si soy franco. Ni para privadas ni para públicas. Hay mucha información que nos dice que un profesional graduado tiene ingresos mucho más altos que los de un bachiller.
No tiene sentido que subsidiemos a esos pocos que van a la universidad, porque lamentablemente son pocos, y que van a tener, en el caso de las privadas, cómo pagar su educación con estos créditos de contingencia al ingreso que explicaba antes. Puede haber facilidades, condonaciones, que se subsidie una parte u otros mecanismos, no necesariamente matrícula cero. No me parece justo para aquellos que hoy no tienen la posibilidad de estudiar. La matrícula cero no es para ellos.
En el caso de las públicas, menos. Es una medida que no entiendo, porque se da subsidio a los muchachos que de por sí ya tenían mayor subsidio. Y no aumenta la cobertura, porque igual los cupos son los mismos y estas instituciones no están en la posición para admitir más alumnos.

Muchos cuestionan si las universidades responden a las necesidades del mercado laboral...

Hay universidades que sí preparan a los jóvenes para las necesidades del mercado laboral, pero también hay otras que parece que no. Y es que las instituciones no utilizan las herramientas que ofrece el Ministerio de Educación precisamente y que les pueden ayudar a entender esto. Por ejemplo, no se comprende la dimensión de los resultados de las pruebas Saber Pro, cómo ayudan a evaluar las competencias genéricas, específicas y ciudadanas de los estudiantes y futuros profesionales.
Pero hay una más, que es el Observatorio Laboral de la Educación Superior, que es más misteriosa, nadie la consulta. Hace seguimiento a los egresados de cada cohorte de cada programa de cada institución. Si se hace una mirada juiciosa a esto, seguro que se hallan respuestas.

¿Las carreras que se ofrecen también tienen que ver?

En Colombia sobran universidades y faltan instituciones técnicas y tecnológicas de alta calidad. En el país tenemos una ‘doctoritis’. Creemos que si el título no es universitario, no vale, y no debería ser así. Y también es porque la mayoría de los programas técnicos y tecnológicos dejan mucho que desear. Pero si se mejora esa calidad, hay muchas ventajas; garantizamos mayor acceso, son carreras que la sociedad necesita, más cortas y que pueden ser muy útiles en todos los sectores.

¿Qué opinión le merece la tendencia de educación en plataformas en línea por medio de cursos y MOOC?

No creo en la matrícula cero, si soy franco. Ni para privadas ni para públicas. Hay mucha información que nos dice que un profesional graduado tiene ingresos mucho más altos que los de un bachiller

Un buen pregrado no se puede remplazar con estas plataformas. Ni siquiera se acercan a la calidad educativa que se puede ofrecer en una buena universidad, con un buen campus.
Creo que la formación virtual en pregrado tiene valores importantes para poblaciones que no pueden acceder al campus por edad, porque trabajan, por distancia o situación económica, entre otros factores.
Pero si se tiene la posibilidad de asistir a un campus, es mucho mejor. Con ello, no voy a negar que hay ventajas de la formación continua y virtual en el desarrollo profesional, sin duda. En esto hay una cantidad de jugadores buscando plata. Es una rapiña de empresas vendiendo productos accesibles, pero masivos, con la lógica del dinero. La educación superior en Colombia es sin ánimo de lucro.

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MATEO CHACÓN - REDACCIÓN EDUCACIÓN
En Twitter: @EducaciónET
Mateo chacón
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