En varias publicaciones he leído sobre la oportunidad que tiene Colombia de ser la despensa del mundo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura dice que “es uno de los 5 países más importantes para ser despensa mundial de alimentos por su ubicación y disponibilidad de tierras”.
Según la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria, “el 30 % del territorio en el país está subutilizado o sobreutilizado (principalmente por la ganadería), mientras que el 70 % se usa, pero no siempre de forma eficiente”.
Por eso me ha llamado la atención un centro de investigación e innovación en Canadá, orientado al desarrollo de biotecnología en horticultura para innovar en la agroindustria de frutas, vegetales, flores y plantas para el mundo.
En una visita que hice a este centro conocí su modelo, que se basa en invernaderos colaborativos que reúnen al Estado, la industria y los investigadores para fomentar la colaboración e impulsar el crecimiento económico. Todo se hace sobre la práctica en un proceso de innovación abierta interdisciplinar.
El objetivo del programa es diseñar tecnología de automatización en el ambiente interior controlado en un invernadero. En el mismo espacio desarrolla, a siete metros de altura, un cultivo de vegetales, mientras que, a cinco metros de altura, se implementa un cultivo de rosas, haciendo más eficiente la producción y logrando lo que antes era imposible: combinar en una huerta de campo abierto productos diferentes y durante cualquier época del año.
Uno de los proyectos estrella es la producción de tomates de invernadero con mejor sabor, mejor resistencia a enfermedades y baja tolerancia de luz, adecuado para las condiciones de cultivo en Canadá, garantizando el color, sabor y consistencia de cada uno de los tomates producidos.
También llama la atención la producción de rosas, en un clima no apto para esto. El programa se centra en el cultivo de rosas frías que florecen continuamente durante todo el verano, con el desarrollo de técnicas de resistencia a enfermedades de bajo mantenimiento. También son resistentes a temperaturas de -40 °C.