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Colombia: uno de los 10 países que presenta más casos de bullying
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Ser blanco de las burlas de sus pares es una de las formas más comunes de matoneo. 

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Colombia: uno de los 10 países que presenta más casos de bullying

Ser blanco de las burlas de sus pares es una de las formas más comunes de matoneo. 
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Solo República Dominicana supera a nuestro país, subraya un informe de la Universidad Javeriana.

El 32 por ciento de los estudiantes colombianos de 15 años que participaron en las pruebas Pisa del 2018 aseguraron haber sido víctimas de algún tipo de matoneo en sus colegios.

En total, 7.522 adolescentes del país realizaron en ese momento una encuesta incluida en las pruebas para medir sus actitudes, exposición y percepción frente a la intimidación escolar; representada en actos como la exclusión intencionada de actividades en el entorno escolar, el robo o daño de sus pertenencias, los golpes y empujones, las burlas y las amenazas de otros estudiantes.  

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El Laboratorio de Economía de la Educación (LEE), de la Universidad Javeriana, analizó dichos datos y los comparó con los resultados obtenidos por otros 9 países de América Latina que son aliados o hacen parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) y con el promedio mismo de la organización, que se encarga de realizar las pruebas Pisa. 

A partir de ese análisis, el LEE presentó en un informe el Índice de Exposición al Bullying, en el que Colombia aparece como el segundo país, entre las naciones analizadas, con mayor exposición a matoneo escolar. De hecho, está diez puntos por encima del promedio regional de la organización, que es del 22 por ciento. 

Gloria Bernal, codirectora del LEE, explica que el laboratorio estudió los resultados nacionales para establecer la ocurrencia, la frecuencia y las opiniones de los jóvenes sobre matoneo escolar, y encontró que el país supera los promedios regionales en todos los casos: “Entre las formas de matoneo –dice– detectamos que el 12 por ciento de los encuestados reportaron robo o destrucción de sus cosas, frente a un 6,6 por ciento de la Ocde; el 11 por ciento dijo haber recibido golpes o empujones, en comparación con el 7 por ciento de la Ocde; el 16 por ciento afirmó haber sido excluido a propósito, frente al 8,7 por ciento de la Ocde; un 10,6 por ciento dijo haber sido amenazado por otros estudiantes, frente a un 6 por ciento de la Ocde, y el 18 por ciento fue blanco de burlas, en comparación con el 6 por ciento regional”.  

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Además, cerca del 13 por ciento de los consultados afirmaron que están “frecuentemente” expuestos al acoso escolar, “algo que es más evidente para los hombres que para las mujeres”, explicó Bernal, quien agregó que los datos más recientes son del 2018, dado que las pruebas, que se aplican cada tres años, fueron postergadas para este año por el covid-19. 

Colombia queda segunda superando por algunas milésimas a Argentina, que queda tercera.

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El informe se da a conocer a propósito de la conmemoración, este 2 de mayo, del Día Internacional contra el Bullying o Acoso Escolar, una fecha que fue promovida por la ONG Bullying sin Fronteras, que publicó estadísticas en las que también sale mal librado el país. 

Esta organización auditó los casos reportados de acoso escolar en Colombia entre enero del 2020 y diciembre del 2021, a partir de información obtenida a través del Ministerio de Educación y las secretarías del ramo, instancias judiciales y testimonios aportados por los padres de familia y profesores.  

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“Este trabajo arrojó un total de 8.981 casos graves de bullying en Colombia (...), lo que lo convierte en uno de los países con mayor cantidad de casos de acoso escolar en el mundo”, advierte. 

¿Qué hay tras el bullying en Colombia?

Gloria Bernal considera que entre las causas de este fenómeno hay que contar no solo el hecho de que la colombiana es una cultura muy expuesta a la violencia, sino que la conciencia en torno a la intimidación escolar es distinta a la de otros países; una muestra de ello es que el 68 por ciento de los estudiantes encuestados piensa que “es malo participar en matoneo” contra el 88 por ciento del promedio regional. “Quiere decir que hay un 32 por ciento al que no les parece malo participar en bullying”, dice. 

María Paula Aguilera, psicóloga especialista en psicología clínica y autoeficacia personal de la Universidad El Bosque, sostiene que entre las causas también hay que contar los estilos de crianza autoritarios o permisivos, la falta de armonía y los conflictos familiares, la mala comunicación entre padres e hijos, las críticas y rechazo a niños y jóvenes, y la violencia intrafamiliar, que algunos niños pueden replicar en su contexto escolar, mediante acciones que buscan causar, de manera intencionada, daños físicos y psicológicos a sus pares.

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Comparación del matoneo con Colombia y el promedio Ocde

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Olga Albornoz, especialista en psiquiatría infantil, adolescencia y familia, no descarta, de hecho, que los niños que hacen bullying presencien el matoneo en su propia casa o sean víctimas también. Asegura que el acoso escolar ha existido y existirá siempre, y que los padres deberían tener en cuenta ese principio y partir del hecho de que sus hijos podrían ser un blanco de él, sobre todo si cumplen con ciertos patrones: “Hay niños que tienden a ser más vulnerables al matoneo, y conviene que los adultos lo tengan presente para estar más alertas y tomar medidas para prevenir. Entre ellos están, por ejemplo, aquellos que han sido sobreprotegidos, o que tienen sobrepeso, problemas de déficit de atención, discapacidades e incluso dificultades de aprendizaje”, dice. Agrega que las víctimas suelen mostrar señales como cambios de comportamiento, aislamiento, irritabilidad, bajo rendimiento escolar, pérdida del gusto por ir al colegio, tristeza y depresión. 

Sobre los efectos que el acoso causa en la salud de las víctimas, Isabel Cuadros, directora de la Asociación Afecto, afirma que “el daño que el matoneo causa en la neurofisiología del cerebro es similar al generado por el maltrato infantil. A veces llega a ser tan grave, que puede desembocar en problemas de salud mental severos y hasta en suicidios”. 

Considera que la solución comienza por prevenir, trabajando en la resolución pacífica de los conflictos. De hecho, Afecto dicta talleres sobre el tema, que se aplican también a colegios: “Giran en torno a cinco reglas básicas: identificar el problema, centrarse en él, atacarlo en lugar de a la persona, entender que uno es responsable de lo que hace y dice, y tomar en consideración los sentimientos de la otra persona”. 

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Carolina Piñeros, directora ejecutiva de RedPapaz, reconoce que si bien el panorama de acoso escolar es preocupante, se ha avanzado: “En el 2006 o 2007, la situación era dramática y a los niños afectados no les quedaba otra salida que irse del colegio; gracias a organizaciones de la sociedad civil, la academia y los medios fue posible visibilizar este drama e impulsar la generación de la Ley 1620 del 2013, que dota a los colegios de las herramientas para prevenir la intimidación escolar”. 

La norma creó una ruta para la atención de casos, cuyos protocolos deben estar contenidos en los manuales de convivencia. 

“Los comités de convivencia deben velar por su cumplimiento, pero estas instancias carecen muchas veces de la capacidad para decidir y resolver estos problemas. Ellos tendrían que proteger a quien denuncia, a la víctima y al acosador, y dado que son niños en proceso de formación, deberían lograr que tanto ellos como el entorno escolar aprendan de eso, incluso el victimario, que debe reparar lo hecho y entender que todo acto tiene consecuencias”, dice. 

Afirma que si estas instancias fallan, las víctimas y los denunciantes pueden elevar sus denuncias ante los comités de convivencia locales y regionales. 

SONIA PERILLA SANTAMARÍA
REDACCIÓN VIDA
@SoniaPerilla

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