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Educación

Leer, la herramienta más poderosa para aprender

La Guajira es la región con más porcentaje de analfabetismo.

La Guajira es la región con más porcentaje de analfabetismo.

Foto:Cortesía Unicef

El alto número de infantes que no saben leer hace necesario replantear procesos educativos.

Las altas cifras de niños que no logran comprender textos sencillos en América Latina y el Caribe (cuatro de cada cinco niños) deberían prender las alarmas sobre las acciones que son urgentes de implementar para lograr que no solo los niños aprendan a leer, sino también a comprender lo que leen: ahí está la clave de los aprendizajes futuros.
Tras la crisis global de la educación, profundizada por la pandemia, es clave es fortalecer iniciativas para la promoción y recuperación de aprendizajes, asegurando el presupuesto, ampliando su oferta y fortaleciendo las capacidades de los docentes en el aula.
“Apreciados líderes mundiales, ¿pueden leer esto? Tienen mucha suerte. En el mundo, 1/3 de todos los niños y niñas de 10 años no pueden”. Con esta frase se buscó llamar la atención de los líderes mundiales en la Asamblea General de Naciones Unidas durante la Cumbre Global para la Transformación de la Educación en septiembre de 2022 sobre un asunto de peso mayor: el alto número de infantes que aún no saben leer o que, aun sabiendo, no comprenden lo que leen. No es para menos, aprender a leer es fundamental para el proceso de aprendizaje. Si usted ha llegado hasta aquí, es porque en algún momento, probablemente en su infancia, alguien le enseñó a leer y a comprender lo que leía.
Por favor, tómese un instante para recordar ese momento en que pasó de no saber leer a lograr descifrar lo que significaban esos símbolos –letras– cuando se juntaban de diferentes maneras. Muchos de nosotros nos sentimos poderosos cuando logramos, por primera vez, leer los titulares de prensa o los avisos publicitarios. Así es: aprender a leer es un momento mágico, ese momento que nos entrega el poder del aprendizaje.
Cuando llegan a los primeros años de escuela, la mayoría de los niños y niñas ya hablan. Por eso, la consciencia fonológica es tan poderosa, porque descubrimos que las palabras que pronunciamos están compuestas por sonidos –fonemas–. Si decimos en voz alta “mamá”, y lo hacemos despacio vemos que es posible identificar cada sonido: /m//a//m//a/.
De la consciencia fonológica se pasa a la decodificación: a lograr identificar los sonidos de las letras en una misma palabra (/m / - / a / - / m / - / a /) para terminar leyendo de corrido la palabra: mamá. Pero el aprendizaje no termina aquí y es en la siguiente etapa donde más fallamos: en la comprensión lectora, es decir, en entender el significado de las palabras que se logran juntar y pronunciar.
En las pruebas del ‘Programa internacional para la evaluación de alumnos’ (Pisa, por sus siglas en inglés) de 2018, uno de cada dos estudiantes colombianos de 15 años evaluados no logró desempeños mínimos en lectura (Icfes, 2019), es decir, no logró reflejar, al responder las preguntas, que había comprendido lo leído.
El último Estudio Regional Comparativo y Explicativo disponible (Terce) confirma que venimos con fallas de preparación: más del 60 por ciento de los estudiantes de 3º y casi el 70 por ciento de los estudiantes de 6º en la región no pudieron relacionar lo leído con su conocimiento sobre el mundo que los rodea (Unesco, 2015). Y esta situación, sin duda, empeoró durante la pandemia, cuando niños y niñas tuvieron que aprender a leer en la distancia, de manera virtual, durante casi dos años.
Nuestro reto es actuar para recuperar, nivelar y propiciar escenarios donde todas y todos puedan hacer de la lectura uno de los logros iniciales en la construcción de su proyecto de vida. Sin saber leer, niñas y niños no podrán aprender historia, biología o leer los subtítulos de las películas. Con una alfabetización inicial adecuada y oportuna, lograremos asegurar la trayectoria educativa completa de muchas niñas y niños en Colombia.

Pisa 2018 en Colombia

Los estudiantes colombianos siguen registrando promedios bajos en lectura, matemáticas y ciencia, según el informe Pisa 2018 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde). De acuerdo con los datos arrojados, que se publican cada tres años, los estudiantes de Colombia obtuvieron un rendimiento menor que la media de la Ocde en lectura (412 puntos), matemáticas (391) y ciencias (413), y su rendimiento fue más cercano al de los estudiantes de Albania, México, la República de Macedonia del Norte y Catar. En Colombia, las mujeres superaron a los hombres en lectura por 10 puntos, la brecha de género más pequeña de todos los países o economías que participaron en Pisa 2018. Sin embargo, la brecha de género en matemáticas y ciencias fue una de las más altas en todos los países y economías participantes en Pisa.

Sembrando futuro con educación

Tanya Chapuisat, representante Unicef en Colombia.

Tanya Chapuisat, representante Unicef en Colombia.

Foto:Unicef

Intenta convencerla. No lo consigue. Su madre no quiere que ponga en riesgo su vida. Llueve y las improvisadas trochas de arena en el desierto de la alta Guajira se vuelven peligrosas para transitar en moto, medio de transporte que utiliza su padre para llevarlo al colegio. Con una tristeza que no puede ocultar, Sebastián Freille, un niño wayú de 12 años, se arma de coraje. Por segundo día consecutivo tendrá que aprender en casa, leer por su propia cuenta y guiar las tareas de sus hermanos menores.
“No me gusta faltar al colegio porque me atraso y luego, para ponerme al día, me toca pedirles los cuadernos a mis compañeros”, dice Sebastián, quien cursa séptimo grado. Lo que más le aflige es no poder aprender cosas nuevas, tener retrasos en el aprendizaje y alejarse de su propósito de convertirse en profesional.
“Mi sueño es graduarme. Estudiar la carrera de odontología y trabajar en el centro de salud de El Paraíso”, dice. Y es que, en este extenso desierto de 8.200 kilómetros cuadrados, un territorio más grande que 75 países del mundo y donde habitan cerca de 57.000 indígenas wayús, no hay un solo odontólogo. Para tener acceso al servicio hay que viajar hasta Maicao (unos 160 km) o hasta la capital del departamento, Riohacha (casi 200 km), y él quiere ser el primero “para que ningún niño de su comunidad sufra de caries”.
Sacar adelante su proyecto de vida no ha sido nada fácil. Primero fue la pandemia por covid-19. Cerraron el colegio, y para Sebastián fue difícil estudiar a través de videollamadas. “Aunque trataba de concentrarme, era muy difícil, en casa hay muchas distracciones. Extrañaba las clases de artística, también las de wayúunaiki y las de inglés, que son tan importantes para poder estudiar fuera del país, que es mi otro sueño”, confiesa Sebastián.
El cierre prolongado de escuelas y la falta de acceso a un aprendizaje de calidad durante la pandemia de covid-19 expusieron y exacerbaron una crisis de aprendizaje preexistente que ha dejado a millones de estudiantes en todo el mundo sin habilidades básicas de aritmética y alfabetización.
En el documento ‘Dos años después: salvando a una generación’, Unicef, Unesco y Banco Mundial advierten que los niveles de aprendizaje son alarmantemente bajos, ya que se calcula que solo una tercera parte de los niños y niñas de 10 años del mundo pueden leer y comprender una historia sencilla.
Consciente de esta problemática que ha vivido en carne propia, uno de los días más felices de Sebastián fue cuando el colegio Jaibaren retomó las clases presenciales. Estudiar en estos territorios es un derecho que no tienen algunos niños y niñas de su comunidad debido a que deben contribuir a la economía familiar.
Por su parte, Sebastián está comprometido en recuperar el aprendizaje perdido, de ahí la tristeza que siente cuando se presentan obstáculos como las lluvias que afectan los caminos e inundan los colegios, impidiendo ir a estudiar. De hecho, La Guajira de los departamentos con más índice de analfabetismo en el país, 27,2 %. Según el Dane, además tiene bajo logro educativo, 60,3 %. 
Resolver los vacíos académicos es fundamental para casos como el de Sebastián, y para ello es clave la labor de los docentes, quienes también deben reforzar los hábitos de estudio y las habilidades socioemocionales de los estudiantes. Por eso, Unicef ha realizado un llamamiento a los gobiernos para que se comprometan a proporcionar a todos los niños y niñas una educación de calidad.
“Instamos a que se realicen nuevos esfuerzos e inversiones para asegurar que existan las condiciones para que cada niña, niño y adolescente aprenda”, asegura Tanya Chapuisat, representante de Unicef Colombia.
Por lo pronto, Sebastián seguirá estudiando con convicción para “ser alguien en la vida”; en su caso, el primer odontólogo wayú de Bahía Honda, en la alta Guajira.
TANYA CHAPUISAT
Representante Unicef Colombia

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