En el caso de la pesca, una de las actividades económicas de la costa Caribe, de la que deriva el sustento diario de varias poblaciones de algunos departamentos, se están investigando las causas de la desaparición de los peces, lo que afecta la economía de las familias.
Una de las causas de esta problemática es que los recursos pesqueros están siendo sobreexplotados, entre otros factores, por las capturas excesivas de los peces y el desconocimiento de alternativas de pesca amigables con el ecosistema, las cuales conllevan a la desaparición de especies y, por tanto, a la alteración del ecosistema.
Precisamente, entre los grupos de investigación de la Universidad del Magdalena existe uno a cargo de buscar alternativas para mitigar esta problemática.
Se trata del grupo Ciencia y Tecnología Pesquera Tropical (Citept), que estudia la historia de vida de las especies, el tama- ño de los ‘stocks’ y la ecología de los recursos pesqueros de importancia comercial en Colombia, así como los efectos de las actividades pesqueras, el clima y los procesos oceanográficos en la dinámica de las poblaciones tropicales explotadas.
Su reto es lograr el desarrollo sostenible de los recursos pesqueros en el país, para lo cual se ha fijado objetivos como comprender el funcionamiento de las poblaciones de peces tropicales y asesorar a los pescadores, administradores y público en general en el uso sostenible de los recursos pesqueros.
En este momento, está desarrollando el proyecto ‘Aportes a la diversificación de las pesquerías artesanales del área marina y costera de todo el departamento del Magdalena, Caribe colombiano’, financiado por el Fondo Nacional de Regalías, con el objetivo de identificar recursos pesqueros en áreas más profundas y lugares en el mar más apropiados para la pesca. También capacitar pescadores en pesca responsable, conservación y uso de ecosondas y GPS.
El impacto de la investigación
“(Entre otros hallazgos) encontramos un potencial de recursos pesqueros entre 200 y 600 metros de profundidad. Por ejemplo, unos crustáceos de aguas profundas que tienen un potencial para una nueva pesquería”, explica Jorge Enrique Páramo Granados, líder del grupo de investigación.
Más de 400 pescadores del Magdalena, que corresponden a más de 20 comunidades pesqueras fueron capacitados, y los integrantes de la Asociación de Pescadores Artesanales de Playa del Muerto (Asoplam) se han capacitado desde hace varios años.
Yoanis de Ávila Santiago, representante de esta asociación, explica que utilizaban diferentes artes de pesca desconociendo que les hacía daño a los ecosistemas marinos, como el chinchorro de arrastre que se lanza y daña el pasto marino y va arrastrando los corales. Les han enseñado cuáles son las artes amigables y cuáles no.
Conocimiento que les ha ayudado para mantener los ecosistemas y así lograr que la población de peces crezca.
Por ejemplo, explica, “el chinchorro de arrastre se cambió por el trasmallo estacionario y no se tira todos los días para dejar que el pez esté por el área de la bahía, con eso conseguimos que haya flujo de peces. Usamos el trasmallo que tiene un ojo de malla de una libra en adelante, la captura que se hace es de ese peso, no de menos”.
La meta de la universidad, según De Ávila, es que el pescador artesanal sea amigable con el medio, el producto no escasee y mejore la calidad de vida de los pecadores; sin embargo, les falta acceso a las ecosondas y a los GPS.
“Las capacitaciones fueron muy buenas, pero no tenemos las tecnologías y al no practicar se va olvidando”, dice Néstor Carrillo, otro de los pescadores.
Los resultados de las investigaciones de este grupo son compartidos con la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), la Gobernación, la Alcaldía, la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata) y otras entidades para que tengan herramientas de manejo de los recursos pesqueros. Perdomo asegura que una de estas entidades está estudiando la posibilidad de dotación de las tecnologías en mención para algunas comunidades de pescadores.
El grupo de investigación en Transporte Tranvía de la Universidad del Norte, a través del proyecto ‘Programa de innovación en logística y gestión portuaria del Caribe’, está avanzando en identificar la cadena de suministro asociada a la industria de offshore, para posteriormente hacer desarrollos que permitan que la ciudad y la región puedan dar soporte en actividades logísticas.
“Estamos haciendo una investigación centrada en reparación, mantenimiento y en cómo hacer la logística para transportar el producto”, dice Carlos Paternina, coordinador del grupo.
Además, el año pasado, la Universidad del Norte publicó la primera edición de la revista de periodismo científico Intellecta, que informa sobre las investigaciones en todas las áreas y busca llevar estas investigaciones y conocimiento a todo el país.
Por otra parte, el Grupo de Investigación Modelación Ambiental (Gima) de la facultad de Ingeniería de la U. de Cartagena adelanta estudios sobre las acciones del hombre y los procesos físicos, químicos y biológicos que afectan la calidad de vida de los ecosistemas.
También desarrolla, diseña y plantea estrategias, mecanismos y tecnologías para la prevención, tratamiento y control de la contaminación. Uno de sus proyectos es ‘Generación de energía eléctrica a partir de la desalinización de aguas cianuradas y marinas mediante procesos osmóticos’.
“Nos dimos cuenta de que con el mar se puede aprovechar su energía química para convertirla en energía eléctrica, y nos dimos a la tarea de investigarlo, afirma Édgar Eduardo Quiñones, líder del grupo.