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Educación

Diez historias de doctorandos colombianos en el exterior

Para el autor, quienes fijan las políticas de inversión en el país deben entender que en materia de educación, mientras más se da, más se tiene.

Para el autor, quienes fijan las políticas de inversión en el país deben entender que en materia de educación, mientras más se da, más se tiene.

Foto:Cortesía UniAgraria

Ejemplo de lo que se logra si el país amplía las oportunidades de estudios de alto nivel.

Ana María González
Hay una tradición de cooperación entre instituciones colombianas y la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, donde hoy más de 90 colombianos hacen su doctorado. Aproveché una gentil invitación del Instituto Colombia-Purdue para entrevistar a algunos de nuestros estudiantes de doctorado. Sus historias son un mejor argumento que cualquier teoría para sostener la conveniencia de que el país amplíe las oportunidades de acceso a estudios de alto nivel.
Carolina nació en Medellín, estudió en un colegio privado y es ingeniera mecánica de Eafit. Un buen maestro la encarriló en la academia. Siente pasión por transmitir a otros sus conocimientos. Empezó su investigación en energías alternativas y se ha movido a otra, más enfocada en el almacenamiento y la transferencia de energía en sistemas electrónicos. Siente que podrá hacer aportes educativos en Colombia. Su enfoque es muy aplicado y enfocado en la educación. Le preocupan las noticias que recibe de Colombia, de que es difícil encontrar un buen trabajo, pero “algo se hará...”.
Lisa es ingeniera civil. Nació en Florencia y empezó sus estudios en un colegio público. Su insatisfacción por el nivel de las matemáticas que le enseñaban la motivó para concursar y ganar una beca en un colegio privado. Se graduó antes de terminar formalmente el bachillerato, porque pasó el examen de admisión de la Universidad Nacional a los 16 años y no quería perder esa oportunidad. Fue aceptada al doctorado en Purdue. Ganó la beca de Colciencias, pero no la ha utilizado porque trabaja como asistente de investigación. Desde su pregrado se ha inclinado por el transporte. Su proyecto de maestría evalúa un modelo del transporte desde áreas rurales a un tren que conecta ciudades. Quiere hacer el doctorado en un tema colombiano. Desea regresar, se ve trabajando en la academia. Sueña con el metro para Bogotá y con trenes para pasajeros cruzando el país.
Andrés estudió en un colegio privado en Bogotá y es biólogo de la Universidad de los Andes. Se mantiene en su doctorado trabajando como asistente de docencia. Estudia la estructura química de los pegantes que usan las ostras para construir arrecifes. Esas moléculas son excelentes adhesivos que funcionan bajo agua y tendrán una gran cantidad de aplicaciones, entre otras la de reemplazar las suturas quirúrgicas. Quiere dedicarse a la industria. El grupo en el que trabaja tiene varias patentes, y Purdue apoya su explotación.
Camilo estudió en Medellín en un colegio público y es ingeniero de Eafit. Trabajó un tiempo en la industria, pero se decidió por la investigación. Acabó recientemente su doctorado. Todos sus estudios los ha hecho con becas y como asistente de investigación. Trabaja en la interacción entre computación y educación, y con simulaciones computacionales en ingeniería. Ha dictado cursos y seminarios en Colombia y promovió proyectos para adelantar iniciativas pedagógicas en niños y jóvenes. Quiere regresar al país. Dice que no quiere ser político, pero sí tener impacto en las políticas. Intentó ganar un concurso docente en una universidad pública; fue descalificado por ser ingeniero y no licenciado. Seguirá tratando y lo logrará.
Daniela es muy joven. Apenas está empezando la primera fase de su programa conducente a doctorado. Estudió en un colegio público en Engativá, y entró a estudiar filología en la Universidad Nacional siendo aún una niña. Terminó una doble titulación con sociología. Ve su futuro en el campo de la educación, sobre todo en diseño de tecnologías para el aprendizaje. Se mantiene como asistente de investigación. Desde pequeña había decidido estudiar un doctorado.
María del Rosario estudió en un colegio privado de Medellín y se graduó de ecóloga en la Universidad Javeriana. Trabajó en Colombia como asesora y en una fundación para el desarrollo ambiental. Fue admitida en Purdue, donde trabaja como asistente de investigación para mantenerse. Su doctorado se centra en la simulación del ciclo del carbono en bosques tropicales, un problema sobre el cual hay poca información y en el que se hacen extrapolaciones, que no son válidas, en su opinión, de otras zonas climáticas. Durante la maestría trabajó con energías renovables y dispositivos termoeléctricos. Quiere mucho regresar a Colombia, pero tiene temor de no conseguir trabajo.
Rodrigo es el primero en su familia con un título profesional. Su abuela era indígena y se instaló en Valledupar. Estudió en un colegio público y se graduó de licenciado en la Universidad Popular del Cesar. Hizo una maestría en la Universidad del Norte con inmensos esfuerzos. Ganó una beca Fulbright por tres años, sigue en su doctorado, trabajando como asistente de enseñanza en Purdue. Investiga sobre la evaluación del aprendizaje del inglés como lengua extranjera y sobre efectos del lenguaje en la admisión de estudiantes de posgrado interculturales. No tiene ninguna duda de que va a regresar a Colombia, donde espera influir en las políticas educativas.
Johann es de Barrancabermeja, estudió allá en un colegio público. La madre, maestra de idiomas, promovió su educación con clases extras de química, física y matemáticas. Tenía claro que solo podía estudiar si entraba a una universidad pública y terminó ingeniería civil en la Universidad del Cauca. Hizo una maestría en administración en una universidad privada. Se presentó a un doctorado en la Unam (México), pero no fue admitido; sí lo logró en Purdue, en ingeniería agrícola. Estudia tendencias de cambio en el clima, en el suelo y en diferentes fuentes de contaminación. Colabora con un proyecto en la Orinoquia colombiana y otro en Perú. Terminará dentro de dos años y no sabe qué hará después. Quiere seguir vinculado a proyectos de investigación, teme no poder conseguir en el país un buen trabajo.
Christian estudió con beca en un colegio privado en Bogotá y es ingeniero civil de la Universidad Nacional. En su doctorado investiga seguridad vial y conflictos de tránsito. Con escáneres láser (como los que usa Google Maps) mide el flujo vehicular para encontrar posibles conflictos y simular sus efectos negativos. Posteriormente propone medidas, especialmente en el diseño de vías, para evitar los problemas antes de que sucedan. Tiene beca de Colciencias, pero no la usa porque en Purdue le dieron un cargo de asistente de investigación.
Ulianova se movió entre Bogotá, Rionegro y Neiva. Estudió en la Normal Montessori, luego hizo una licenciatura en biología en la Universidad Pedagógica Nacional. Un profesor la convirtió en un híbrido entre pedagoga y entomóloga, y eso quiere ser.
Hace su doctorado en agronomía, tuvo beca de Colciencias y ya casi presenta su disertación, que versa sobre la comunicación química entre las plantas y unas avispas que las ayudan a controlar las plagas. Espera poder diseñar moléculas parecidas que ayuden en el control natural de plagas. Quiere mucho regresar y ha intentado presentarse a concursos en universidades públicas, pero siempre queda descartada porque los perfiles solicitados son excesivamente, y en mi opinión innecesariamente, específicos.
Como estas diez hay otras historias de vida de nuestros jóvenes estudiantes de doctorado en el exterior y en el país. Una mezcla de orígenes y de clases sociales. Estudiantes del sector público, del privado y de los dos. Sienten que su preparación académica en Colombia fue buena, y la mayoría quiere regresar. No ambicionan riquezas, pero esperan, y merecen, trabajos interesantes que les permitan vivir dignamente y ser felices y productivos. Sus temas de estudio son extraordinariamente interesantes y relevantes. Ahí está el futuro del país. Ojalá quienes fijan las políticas nacionales de inversión entiendan que en el campo de la educación, como en ningún otro, mientras más se da, más se tiene.
MOISÉS WASSERMAN
Twitter: @wassermannlm
Ana María González
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