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Educación

Forjarse un camino propio, idea que nace desde el colegio

Young woman leading a business team

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Foto:iStock

El emprendimiento sirve para formar personas capaces de solucionar necesidades de su entorno.

En el país, las instituciones académicas de educación básica-media y superior, buscan formar personas competitivas, que a partir de una idea de negocio, logren impactar de manera positiva a la sociedad.
Inicia la clase. El profesor plantea una problemática de la vida real. Los estudiantes escuchan y deben analizar todas las variables posibles para encontrar una solución, en sesiones que duran más de tres horas. Los alumnos, como lo harían los desarrolladores de Google o de Apple, utilizan ejercicios de ideación y procesos de validación, para resolver el caso planteado.
Así es una clase de emprendimiento en varias universidades y colegios de Colombia, que ven en esa práctica una metodología para formar personas capaces de solucionar necesidades de su entorno más cercano.
Eduardo Gómez, director del centro de emprendimiento de la Universidad del Norte, en Barranquilla, explica por qué esa institución decide formar estudiantes en ese campo. “Es importante crear empresa para dinamizar la economía, generando soluciones a dificultades sociales, económicas y ambientales (...). El objetivo nuestro es sensibilizar a la comunidad en que no solo se viene para formarse y buscar empleo; también para entender que es posible crear una compañía”.
Con esa visión, en la Universidad del Norte los estudiantes, tanto de pregrado como de posgrado, están en la obligación de tomar mínimo tres créditos en clases de emprendimiento.
En el proceso de formación se requiere que los jóvenes aprendan a ser competentes, logren tomar decisiones, tengan la capacidad de adaptación y, sobre todo, que entiendan la noción de negociar. De ahí la importancia, señalan los expertos, de educar a través de la práctica.
“Nuestro proceso de enseñanza está centrado en la experiencia. Estudiamos casos de empresas de la vida real y desarrollamos conocimiento colectivo. No se trata de la típica clase magistral”, señala Branda Molina, profesora de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del Atlántico.
De esos encuentros, la docente cuenta que salen “muchas ideas de negocios”, que por lo general, “terminan materializándose”.
Precisamente, la mayoría de las instituciones de educación superior cuentan con centros de emprendimiento, que además de orientar a los universitarios o egresados, también guían para buscar financiación.
La Universidad EAN, por ejemplo, tiene un programa de incubación de empresas (organización diseñada para acelerar el crecimiento y asegurar el éxito de proyectos). “Acompañamos a los egresados con sus proyectos mediante la validación del mercado, propuestas comerciales y articulación con otros países”, comenta Francisco Matiz, director del Instituto para el Emprendimiento Sostenible de la Universidad EAN. 
El centro, que también funciona como una facultad en esa alma mater, recibe 150 emprendedores cada año. En una misma línea se encuentra la Universidad del Rosario, que fomenta el emprendimiento desde la parte académica y ayuda a sus egresados a materializar sus ideas. “Tenemos un área que se llama incubación, en donde validamos los proyectos de negocio más consolidados y las llevamos a una etapa de aceleración (planeación estratégica, modelo de negocio o financiamiento)”, dice Johanna Salgado, investigadora de la universidad.

A través de la ciencia se busca formar ciudadanos competitivos, pero no en el sentido de ser mejor que el otro, sino que aporten algo positivo a la sociedad.

Pensamiento científico 

Desde la edad escolar también se inculca la formación emprendedora. Por ejemplo, el colegio Bilingüe Richmond, aunque no tiene una materia específica sobre emprendimiento, este es uno de los ejes fundamentales en su modelo educativo. Su enfoque es impulsar esa actividad a través del método científico, lo que ha permitido a sus estudiantes crear proyectos como plástico hecho a partir de la yuca o chaquetas con material reciclable.
Mauricio Mancipe, licenciado en química y magister en docencia de esa institución, explica el objetivo del colegio. “A través de la ciencia se busca formar ciudadanos competitivos, pero no en el sentido de ser mejor que el otro, sino que aporten algo positivo a la sociedad”, explica.
Por eso, desde el grado cuarto los estudiantes deben formular una pregunta, y en los cursos más avanzados tienen la tarea de identificar su viabilidad, explica la institución educativa. “Partimos de problemáticas reales. Por ejemplo, si estamos hablando de fotosíntesis, los alumnos se pueden preguntar por qué es necesario talar árboles si son el filtro del aire”, agrega.
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