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Educación

La covid-19 regresaría la educación de América Latina a los años 60

Matilde (izq.) y Marlene Pimentel, dos jóvenes salvadoreñas, su suben todos los días a una colina para tener señal de celular y poder estudiar.

Matilde (izq.) y Marlene Pimentel, dos jóvenes salvadoreñas, su suben todos los días a una colina para tener señal de celular y poder estudiar.

Foto:Afp

Según estos expertos, esta crisis podría hundir 60 años de avances en este campo.

La pandemia de covid-19 pone a América Latina en grave riesgo de perder los avances que la región ha logrado en las últimas décadas en materia de educación.
Según Unicef, el 97 por ciento de los niños están fuera de las aulas en una región donde la movilidad social proveniente de la educación ya es baja y donde la igualdad de oportunidades es poco común. Pero la generación actual de niños en edad escolar puede, y especialmente en los hogares de bajos ingresos y menos educación, enfrentarse a un futuro bastante oscuro con lo que serían los peores niveles de logros educativos desde la década de 1960.
Retroceder en la educación no solo es malo para los niños afectados. El futuro de América Latina podría presenciar pérdidas en el crecimiento económico y una mayor polarización política como resultado.
Si bien las escuelas cierran sus puertas a los niños de todos los orígenes socioeconómicos, su capacidad para seguir aprendiendo depende, claramente, de los ingresos y el nivel educativo de sus padres.
Al igual que en otras regiones del mundo, los padres con educación superior tienen mejor acceso a internet y a computadores, tabletas, etc., así como los conocimientos y las habilidades no cognitivas para apoyar la educación en el hogar de sus hijos.
También tienen los recursos económicos para contratar tutores y comprar las mejores opciones en línea para los materiales del curso. Por el contrario, los niños de hogares con bajo nivel de educación de los padres pueden tener dificultades, si no imposibilidades, para continuar su educación en el hogar debido a la falta de equipo adecuado, conectividad y, sobre todo, entrenamiento individual.
Solo como ejemplo de tales desigualdades, la cobertura de internet para hogares cuyo jefe tiene menos de secundaria en Bolivia, El Salvador, Honduras y Nicaragua ronda el 30 por ciento, mientras que está por encima del 90 en familias, dentro del mismo país, encabezadas por adultos con más que educación secundaria.

La probabilidad de completar la escuela secundaria para las personas con padres con poca educación es considerablemente menor en la etapa pospandémica

Desplome histórico

Los niños de hogares desfavorecidos terminarán con niveles más bajos de aprendizaje y muchos podrían abandonar la escuela por completo. Esto dará como resultado una menor movilidad social y una mayor desigualdad de oportunidades en el futuro. Los gobiernos de la región han implementado una serie de medidas, cuya escala varía significativamente entre países, como programas de televisión, radio, impresiones y aprendizaje en línea, así como programas de apoyo a los ingresos.
Pero estas políticas de mitigación simplemente no son suficientes. Nuestras proyecciones, que se basan en ejercicios de simulación que explicamos en nuestro próximo artículo sobre los efectos intergeneracionales de covid-19 en América Latina, estiman que la probabilidad de que los estudiantes de hoy en día completen la educación secundaria en América Latina pronto podría caer de un promedio regional de 61 por ciento al 46 por ciento. (El documento será publicado pronto por el Instituto de Compromiso con la Equidad).
Este promedio, sin embargo, esconde notables diferencias entre países y grupos socioeconómicos. Si bien el impacto de las personas de familias altamente educadas apenas se ve afectado, la probabilidad de completar la escuela secundaria para las personas con padres con poca educación es considerablemente menor en la etapa pospandémica, disminuyendo en casi 20 puntos porcentuales, del 52 por ciento al 32 por ciento.
Este bajo nivel de logro educativo para los niños de familias con bajo nivel educativo se informó en América Latina para las cohortes nacidas en la década de 1960. El descenso más pronunciado se estima en Brasil: 32 puntos porcentuales; el menos dramático, para Uruguay: 9 puntos porcentuales. En Guatemala y Honduras, la probabilidad de que los individuos de familias con menor nivel educativo terminen la escuela secundaria podría incluso caer por debajo del 10 por ciento.
La brecha en la probabilidad de terminar la escuela secundaria entre los niños de familias con bajo nivel educativo y los niños de familias con alto nivel educativo, que ya era alta antes de la pandemia, podría aumentar significativamente.

Soluciones posibles, grandes retos

¿Se puede hacer algo? Para paliar el impacto negativo del cierre de escuelas en los niños, los gobiernos están experimentando formas de reabrirlas prudentes desde el punto de vista epidemiológico. La reapertura de las escuelas, sin embargo, no es suficiente ahora y tampoco será suficiente en el período postpandemia. Será necesario compensar las pérdidas aumentando tanto la cantidad como la calidad del tiempo de aprendizaje una vez que se domestique al covid-19.
Los sistemas escolares deberán contemplar horarios extendidos, programas de verano y después de la escuela y una instrucción más personalizada. Los esfuerzos también deben estar orientados a desarrollar recursos en línea y fuera de línea disponibles de forma gratuita y ampliar la conectividad a las escuelas y otros lugares para que los recursos se puedan descargar sin costo alguno. La atención debe centrarse en los niños más vulnerables. Es decir, los niños de hogares con bajo nivel educativo, ya que son los que probablemente hayan perdido más tiempo de instrucción.
Las acciones correctivas y las operaciones de rescate requerirán recursos, especialmente recursos financieros. Una recomendación clave es que los gobiernos no recorten el gasto en educación cuando se enfrenten a la inevitable necesidad de controlar los déficits fiscales (déficits incrementados durante la pandemia). De hecho, es posible que los recursos fiscales dedicados a la educación deban aumentar.
El desafío es tan abrumador que también se necesitará ayuda de actores no estatales. La filantropía privada, el sector con fines de lucro y las organizaciones comunitarias, junto con los gobiernos, deben lanzar una cruzada para evitar que la próxima generación de niños vulnerables se quede atrás.
NORA LUSTIG*, GUIDO NEIDHÖFER** Y MARIANO TOMMASI***
Americas Quarterly
* Lustig (@noralustig) es profesora de Economía Latinoamericana y directora del Instituto de Compromiso con la Equidad de la U. de Tulane; investigadora senior no residente de Brookings Institution, el Centro para el Desarrollo Global y el Diálogo Interamericano; y presidenta emérita de la Asociación Económica de A. Latina y el Caribe.
** Neidhöfer (@GNeidhofer) es investigador avanzado en ZEW - Centro Leibniz de Investigación Económica Europea en Mannheim, Alemania.
*** Tommasi es profesor de economía y director del Centro de Estudios para el Desarrollo Humano de la Universidad de San Andrés en Argentina y miembro de la Econometric Society.

En dos meses, 56 mil niños dejaron de estudiar en Colombia

El caso en Colombia no es menos preocupante. En medio de dificultades de diferentes tipos, cerca de 158.000 niños, niñas y adolescentes interrumpieron sus estudios a raíz de esta crisis, según dijo la ministra de Educación, María Victoria Angulo.
Esta cifra global, que abarca de marzo a diciembre del 2020, da cuenta de un aumento de 56.000 menores que suspendieron el colegio en menos de dos meses, pues, para finales de octubre la deserción era de 102.000 menores de los 9’395.000 registrados en el Sistema de Matrícula (Simat).
“Se trata de una deserción baja comparada con otros años y con las metas de este año, pero que en ningún momento estamos desconociendo, y tenemos que trabajar por el retorno”, afirmó Maria Victoria Angulo, ministra de Educación, durante el foro ‘Estado de la Nación: ¿Qué viene para Colombia en 2021?’, realizado por la Universidad del Rosario y EL TIEMPO.
La Ministra agregó que el principal reto del sector educación para este año será el retorno seguro a las aulas mediante el modelo de alternancia, que combina sesiones presenciales con trabajo en casa, con la aplicación de los protocolos de bioseguridad.
La actual cifra de deserción corresponde al 1,3 por ciento, un número que, aunque menor a las previsiones anuales, no deja de ser preocupante, pues históricamente se refleja un nivel de deserción importante en el cambio de año, por lo que habría que ver cuál será el impacto de cara al período de matrículas del año 2021.
Para 2021 tenemos un presupuesto que por tercer año es el más alto de todos los sectores. Esto debe acompañarse de un trabajo en equipo con los gobernadores, los alcaldes y los maestros”, sostuvo Angulo.
El otro reto al que se refirió la funcionaria corresponde a lo académico. Pues el cierre de las escuelas a causa del covid-19 ha provocado rezagos en el proceso informativo y de aprendizaje de los niños, según han alertado organizaciones internacionales como la Unesco y Unicef.
“Es claro que se generaron brechas en los procesos de aprendizaje. Por eso creamos un sistema que se llama ‘Evaluar para avanzar’, que va de grado tercero a once y busca detectar esas brechas y acompañar a los niños”, explicó.
A esto hay que agregar los problemas socioemocionales que el aislamiento provocó en los niños que, entre otras cosas, fue uno de los motivos por los que las organizaciones internacionales pidieron la reapertura de los colegios.
“Tenemos el Fondo Solidario para poder conectarnos con las familias y los estudiantes, además, hemos tenido que trabajar de la mano con el Ministerio de Hacienda, porque además de tener el máximo presupuesto, fueron 1,7 billones adicionales para atender la emergencia, incluyendo la preparación de los protocolos de bioseguridad (...). Los recursos ya están en las regiones y estamos esperando a que alcaldes y gobernadores lo incorporen”, remató la Ministra.
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