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Educación

Comer en familia no solo alimenta al cuerpo

Involucrar a los niños en la compra de los alimentos, su preparación y poner la mesa ayuda a que tengan mayor gusto por la comida.

Involucrar a los niños en la compra de los alimentos, su preparación y poner la mesa ayuda a que tengan mayor gusto por la comida.

Foto:123RF

Sentarse a la mesa todos juntos fortalece los lazos afectivos y acrecienta la comunicación.

Reunir, compartir, celebrar, acompañar, consentir, festejar, disfrutar, saborear... Estos verbos podrían ser sinónimos de sentarse a comer en familia y con amigos.
Aunque sabemos todo lo que aportan estas palabras en la vida de las personas, el agitado ritmo del siglo XXI deja cada vez menos espacio para compartir todos juntos la hora del desayuno, el almuerzo o la comida.
El televisor, el computador o el celular son muchas veces los compañeros de mesa, en detrimento de los beneficios que trae compartir juntos en torno a la mesa por lo menos 15 minutos al día.
“Muchos estudios confirman los grandes beneficios de comer en familia. El ritual de sentarse a la mesa tiene un gran poder emocional, y en ese sentido reporta grandes ventajas para cada persona”, comenta la sicóloga de familia María Elena López.
Estos minutos también reportan beneficios para la salud y el desarrollo de los niños. “Cuando se come en familia se alimentan de forma más sana y nutritiva, y una buena nutrición aporta al desarrollo físico y neurológico de los niños, lo cual repercute en un buen desempeño académico y físico porque cuentan con la energía para las actividades diarias, que son muchas”, afirma la nutricionista Angélica Pérez.
Las profesionales aportan esta lista de los beneficios de comer en familia para no perder esta buena costumbre, que recordamos este Jueves Santo con la última cena que compartió Jesús con sus discípulos.
* Es un punto de encuentro importante para las familias: fortalece los lazos afectivos, acrecienta la comunicación y las oportunidades de compartir. En este sentido es un factor de protección para conductas de riesgo como adicciones y otros trastornos de orden emocional como depresión, estrés y ansiedad.
* En el tiempo de comer, las personas de la familia intercambian opiniones, conversan y hablan en confianza.
* Se hace más fuerte el sentido de pertenencia, ya que comer alrededor de la mesa cohesiona la familia como grupo, y se intensifica la experiencia de estar unidos.
* También se fortalecen de manera tácita las figuras de autoridad (desde el puesto físico que ocupa en la mesa cada integrante hasta la ‘dignidad’ que cada uno ostenta) y los roles de cada uno de los miembros.
* Mejora el rendimiento académico de los niños y jóvenes. Incluso está asociado a calificaciones más altas y más horas dedicadas a leer, mayor vocabulario y hacer tareas. Son más exitosos en el colegio.
* Esta relacionado con mejores hábitos alimenticios. A través del ejemplo, el cual es una poderosa manera de enseñar, se transmiten valores y costumbres alrededor de la comida, sin tener que estar haciendo énfasis por medio del discurso. Igualmente, se puede ejercer mayor supervisión si fuera necesario. Se ha demostrado que comer en compañía genera una gran satisfacción y sensación de disfrute, además de que hacerlo en horarios regulares está asociado a menos obesidad.

Lo ideal es preguntar por esas cosas que los hicieron felices, lo mejor del día. Si se tienen relaciones positivas durante la comida, hay una mejor aceptación de los alimentos

Aprender de forma divertida

Como este puede ser el único momento del día que compartan todos, por lo menos unas tres veces a la semana, hay que evitar que se convierta en un mal rato a causa de obligar a comer y aprender los buenos modales.
“Destine un tiempo y evite que sea un evento que se hace siempre de afán. Aunque la puesta en común de puntos de vista diferentes puede ser parte de la dinámica de comer juntos, no se puede volver un escenario de disputas y confrontaciones”, comenta la sicóloga López.
Es un momento para socializar lo vivido en el día. “Lo ideal es preguntar por esas cosas que los hicieron felices, lo mejor del día. Si se tienen relaciones positivas durante la comida, hay una mejor aceptación de los alimentos”, dice la nutricionista Pérez.
No siempre es tan fácil: los padres quieren que sus hijos coman todo lo que se preparó, y el tema de consumir vegetales puede ser un problema. Para esto, la nutricionista recomienda involucrar a los niños en el proceso de compra y preparación de los alimentos. “Hay que llevarlos al supermercado y permitirles que los vean y los elijan. Luego, en la casa, pueden ayudar a poner la mesa, e ir asumiendo responsabilidades de acuerdo con su edad”, agrega Pérez.
La idea es poder disfrutar de un momento en familia que alimente el cuerpo y el alma.

Reflexión para este Jueves Santo

Cuando Jesús se reunió con sus apóstoles el Jueves Santo, fue para celebrar la cena de la Pascua judía, que recuerda la liberación del pueblo hebreo en Egipto tras 210 años de esclavitud, en la que se comía un pan ácimo (elaborado sin levadura) y vino. Sin embargo, esa noche Jesús hizo algo más: “Una vez terminada la celebración tomó el pan ácimo, lo partió y dijo que ese era su cuerpo y que cada vez que hicieran la cena y partieran el pan de esa manera estarían comiendo el cuerpo de Cristo”, explica el padre Víctor Moreno, de la Escuela de Contemplación Salmos. Así instauró la comunión: unirse como hermanos en torno a un mismo pan.
“Esto, hoy día, además de la comunión en la iglesia, es una invitación a que volvamos a reunirnos en torno a la mesa, no viendo TV o internet. Que sea un encuentro de familia y recordemos que estamos dispuestos a servirnos los unos a otros”, agrega el sacerdote.

Receta de tallarines y atún

Ingredientes (para 1 porción)
1 taza de tallarines cocidos
1/3 taza de salsa de soya
¼ de taza de zucchini, cortado en julianas
¼ de zucchini amarillo, cortado en julianas
100 gramos de atún
¼ de taza de raíces chinas
7 unidades de camarones
1 cucharada de fécula de maíz
Sal al gusto
1 cucharadita de pasta de ajo
½ cucharadita de ajonjolí tostado
Para la salsa
½ taza de salsa soya
½ taza de azúcar
¼ de taza de vino blanco
½ cucharadita de ‘hondashi’ (caldo de pescado en polvo)
Preparación
Para la salsa: mezclar todos los ingredientes y llevar a la sartén, dejar reducir hasta que tome una consistencia espesa.
En una sartén, verter la mantequilla y saltear los vegetales durante un minuto, incorporar los tallarines y reducir la llama. Revolver suavemente para no partir los tallarines. Agregar la salsa y los vegetales, y mezclar suavemente durante tres minutos.
Aparte, colocar los camarones en un recipiente con fécula de maíz y sal, cubrir bien y retirar el exceso de fécula con ayuda de un colador. Llevar a una olla con aceite caliente y freír hasta que queden crocantes. Reservar.
Por otro lado, sellar el atún a alta temperatura, dorar ambas caras. Para servir, colocar los tallarines en un tazón, luego añadir las verduras, encima el atún cortado en medallones y los camarones fritos.
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