Las universidades, más allá de ser centros de formación, también son focos de generación de conocimiento. La Universidad Nacional (UN), coherente con esa filosofía es uno de los centros de investigación en todas las disciplinas que tiene. Además, sus docentes, en su gran mayoría con doctorado, se dedican, además de enseñar, a investigar.
De ahí que la UN sea una de las instituciones que más patentes e innovaciones tecnológicas produce en todo el país.
Por ejemplo, entre algunas de sus patentes está un compuesto que ayuda a disminuir los efectos adversos que generan los medicamenos que se aplican para curar la leishmaniasis, elimina al parásito y ayuda a cicatrizar.
También están desarrollos que ayudan a aumentar la producción agrícola, a combatir plagas, a cultivar piel humana para personas quemadas, o por ejemplo un prototipo que congela y refrigera entre uno y cinco litros de agua por medio del calor de la luz solar. Además, en la UN diseñaron péptidos con potencial antibiótico y para controlar la leucemia.
Es decir, es innegable el aporte al avance científico del país que genera la institución. Pero este impacto no solo ha sido nacional, sino también internacional.
Algunos de los aportes científicos que se han gestado en sus instalaciones o que son producto de sus egresados llegaron a tener un gran impacto internacional. Ejemplo de ello son las vacunas sintéticas desarrolladas por el egresado de la Nacional, Manuel Elkin Patarroyo, o el programa de las ‘madres canguro’ que ha traspasado fronteras, o por ejemplo la Válvula de Hakim que ayuda a las personas con hidrocefalia de todo el mundo.
Quizás, el avance científico colombiano que ha alcanzado una mayor resonancia internacional es el llevado a cabo por el médico y químico tolimense Manuel Elkin Patarroyo, quien en 1987 desarrolló la primera vacuna sintética contra la malaria. Este aporte significa uno de los avances en medicina inmunológica más importantes de los últimos años a nivel mundial y la investigación. Ha servido para establecer los parámetros para la elaboración y producción de vacunas en el laboratorio y no de la manera tradicional, que es con el microbio causante de la enfermedad infecciosa, entero, mutado o muerto, o con un fragmento de él.
De acuerdo con Patarroyo, egresado y profesor de la Universidad Nacional, este avance “representa un cambio de paradigma en la medicina” y abriría las puertas para la prevención y el manejo, a través de vacunas, de más de 500 males infecciosos, que afectan a dos terceras partes de la humanidad y matan cada año a cerca de 17 millones de personas.
Colombia es un país con una corta tradición astronómica. Sin embargo, buena parte de lo que se ha construido en esta materia es resultado del trabajo hecho en el Observatorio Astronómico Nacional, el primero de América y que nació en 1803 en predios de lo que hoy es la Casa de Nariño; más adelante, cuando se creó la institución (en 1867) entró a hacer parte de la misma. El Observatorio fue fundamental para la elaboración de la primera carta geográfica de la nación. La que puede ser considerada la institución científica más antigua del país es el lugar en el que recibieron sus primeras clase de astronomía, astrofísica, mecánica celeste y cosmología algunos de los científicos colombianos más prolíficos de la actualidad.
La válvula de HakimEl neurocirujano y científico colombiano Salomón Hakim, egresado de la Universidad Nacional, inventó en 1966 la válvula que lleva su nombre. Las primeras de estas válvulas las implantó en la década de los años 70. Con este desarrollo se trata en la actualidad quirúrgicamente la hidrocefalia y enfermedades similares. Hakim nació en 1929 en Barranquilla, estudió Medicina en la UN, donde destacó como un excelente estudiante. Luego, se especializó en neurología en Estados Unidos en la Universidad Trinity College de Cambrigde. El científico dedicó gran parte de su vida a estudiar sobre la hidrocefalia normotensiva, conocida como el síndrome de Hakim.
Las madres ‘canguro’ que salvan bebésA finales de la década de los 70, el médico Édgar Rey Sanabria, jefe de pediatría del Instituto Materno Infantil, dependencia del Hospital San Juan de Dios que por muchos años fue centro de práctica médica de la Universidad Nacional, desarrolló e implementó la técnica de las madres canguro.
Como su nombre lo indica, se inspira en la forma como los marsupiales cuidan a sus crías. En ella, las madres, inspiradas en los principios de amor, calor humano piel a piel y leche materna, acompañan el crecimiento de sus recién nacidos.
Ese método, según han reconocido entidades como las Naciones Unidas y la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), ha sido clave para disminuir la tasa de mortalidad en bebés prematuros.
VIDA
Comentar