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Las estrategias de los colegios para innovar en las listas escolares
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El colegio Líderes, de Cali, solo pide en la lista de útiles un computador portátil.

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Archivo particular

Las estrategias de los colegios para innovar en las listas escolares

Estas son algunas propuestas innovadoras para facilitarles la vida a los padres en esta época.

La mayoría de los padres de los 10’203.233 estudiantes que inician clases este enero en los diferentes colegios del país deambulan por los corredores de los comercios buscando los útiles escolares que sus hijos necesitan. Sin embargo, hay un pequeño porcentaje que no vive esa actividad que muchos definen como “penosa”.

De acuerdo con el Ministerio de Educación, las listas de útiles escolares no pueden convertirse en una carga económica desproporcionada para las familias. El contenido de la lista depende del proyecto educativo de cada colegio y es aprobada por el Consejo Directivo, en el que están representados padres, estudiantes y exalumnos.

Hay instituciones educativas que abusan en las listas escolares –las cuales pueden ser denunciadas ante el Ministerio de Educación–, hay otras que se acogen a la normatividad, pero siguen con la lista tradicional y hay unas cuantas que recurren a otras estrategias.

Colegio pone a padres e hijos a hacer los cuadernos

Paola Álvarez es la mamá de Vicente, un estudiante de seis años del colegio Inti Huasi en el barrio Nicolás de Federmán, en Bogotá. Antes de que inicien las clases, Paola y el resto de padres asisten al colegio junto con sus hijos para hacer los cuadernos y la agenda que usarán los estudiantes a lo largo del año escolar.

Según la rectora de la institución, Lucía Correa, esta es una idea que parte de la pedagogía Waldorf. “Les enseñamos a los niños a pensar en el medioambiente y a que sean libres de todas las ataduras”, asegura.

“Los padres cuentan historias, y a partir de estas los niños pintan las carátulas de la agenda y el cuaderno”, explica la madre, quien asegura sentirse muy contenta con este modelo porque le enseña a su hijo a sentirse libre, a que sea capaz de tomar sus propias decisiones y caminos.

Esto mismo lo hacen con los juguetes que usan los niños. “Acá no hay nada plástico, todo es reciclable. Ellos se encargan de hacer sus propios juguetes con trozos de madera y mantas de algodón –explica la rectora–. La idea es que sean muñecos para toda la vida”.

(También: Cerca de 200.000 estudiantes regresan a clases)

Los bibliobancos

Aunque el gasto en útiles escolares es alto, en muchos casos no se compara con el de los textos escolares que piden los colegios. Al respecto, el Ministerio de Educación asegura que las instituciones educativas no pueden exigir que sean comprados a un distribuidor específico. Además, los títulos deben mantenerse por lo menos durante tres años para que, por ejemplo, los hermanos menores puedan heredar los libros de los mayores.

Y así como hay colegios que no cumplen con la normativa, hay otros que desarrollaron estrategias para que los padres de familia no tengan ese gasto cada año. Por ejemplo, los colegios de La Presentación distribuidos en todo el país y que pertenecen a la congregación de los dominicos se caracterizan por sus bibliobancos. Sus estudiantes tienen acceso a los textos y demás implementos de las diferentes áreas, siempre y cuando los retornen a tiempo y en perfecto estado. Los colegios oficiales de Medellín tienen el mismo sistema desde el 2007, cuando se decidió crear el programa Bibliobancos Escolares y la estrategia Vitrina Pedagógica. De ahí que los estudiantes no tengan que comprar los textos. De igual forma, algunas instituciones tienen bancos de útiles escolares.

Al comienzo del año, cada estudiante recibe una dotación de útiles; cuando se le acabe alguno puede solicitar a la institución el reemplazo. Por ejemplo, se acabó el lápiz, entonces se acerca a la profesora y le pide otro, y así con cada uno.

Solo computadores

Aunque los dispositivos tecnológicos rodean casi todas las actividades en la vida moderna, en la educación aún falta mucho para que haya una completa sinergia. Así lo comprobó el estudio ‘Contexto escolar y social del aprendizaje en Colombia’ del Icfes, según el cual los estudiantes colombianos para todo utilizan la tecnología, menos para fines educativos. Y es que aún se emplean en los salones tableros, cuadernos, lápices, esferos y libros de texto, y en muchos casos hay una sola clase en la que se enseñan conocimientos básicos de informática.

Sin embargo, el colegio Líderes, de Cali, rompe con esa tradición. Allí, la lista de útiles es un computador portátil (que se compra una sola vez y debe ser para toda la vida escolar del estudiante), un lápiz, una libreta para apuntes, un borrador y un tajalápiz. Lo demás es virtual; ni siquiera les piden a los padres textos escolares. “Tenemos laboratorios en vez de salones de clase porque el trabajo es distinto, no es con aulas magistrales, es educación personalizada”, explica la directora ejecutiva de la institución, Nora Valenzuela, quien agrega: “Cada estudiante tiene un código y usuario, con los que accede a la plataforma virtual, en la cual subimos todos los contenidos de cada clase: videos, libros, audios. Como es totalmente virtual, no tenemos la solicitud de útiles”.

Nora explica que la razón de esto es acercar a los jóvenes a la tecnología, además de obligarlos a ser más organizados, porque en esta institución no hay exámenes ni pruebas. Los estudiantes presentan evidencias de que aprendieron los conocimientos que les correspondían cuando crean que están listos a través de presentaciones, videos, entrevistas, salidas de campo.

(Visite nuestro especial sobre los mejores colegios de Colombia)

Intercambio de libros

La práctica de intercambiar o canjear textos escolares ha venido creciendo en el último año por iniciativas de colegios, al igual que de fundaciones y empresas privadas que se dieron cuenta de que esta es una forma de alivianar el bolsillo de las familias colombianas.

Aunque en algunos colegios esta práctica era en un principio prohibida porque terminaba perjudicando a las editoriales, la legislación colombiana y el Ministerio de Educación determinaron que se debe permitir. A partir de ese momento, inclusive las mismas instituciones realizan eventos parecidos a bazares en los que las familias llegan con los libros del año anterior para canjearlos por los del año escolar al que entra su hijo.

El Centro Cultural Educativo Español Reyes Católicos es un ejemplo de este sistema. Una vez al año cita a las familias a la institución para realizar este intercambio. Cristina Matías, madre de un estudiante de este colegio, expresó que “es un alivio este sistema; así logramos ahorrar lo que cuesta toda la lista, que a veces supera inclusive el costo de la matrícula”.

Pero esta práctica no es exclusiva de los colegios. Por ejemplo, Compensar realiza cada año un evento de intercambio de libros de cuarto de primaria a grado once.

Las condiciones de este tipo de intercambio consisten en que los libros estén en buen estado y sirvan para el curso escolar.

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