Interesarse siempre por la rutina diaria de los niños, preguntarles constantemente cómo se sienten, escucharlos, creerles y asumir una actitud más activa frente a lo que hacen los colegios, son algunas recomendaciones que expertas hacen a los adultos para prevenir y detectar el abuso sexual infantil.
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La psiquiatra Isabel Cuadros Ferré, directora de la Asociación Afecto contra el Maltrato Infantil, y Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Redpapaz, aconsejan, además, estar siempre atentos a las señales que pueden indicar la potencial ocurrencia de abuso sexual contra los niños y actuar sin dilación para detener las situaciones que lo estén propiciando.
Isabel Cuadros pone el énfasis en la necesidad de frenar a los abusadores: “Las estadísticas señalan que de 100 casos denunciados, 97 pueden quedar en la impunidad. Si a ese número le restamos seis o siete que, se estima, pueden corresponder a falsas denuncias, tenemos 90 casos causados por abusadores que siguen actuando con total impunidad, pues tienden a ser seriales”, advierte.
Insiste en que los colegios se tomen en serio el tema, “las recientes denuncias demuestran, con toda claridad, que muchos no lo están haciendo. Un simple ejemplo de eso es que desde hace cinco años Afecto ofrece un curso sobre prevención, detección y manejo de casos de abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes, y en todo ese tiempo ni un solo colegio lo ha tomado”.
En dicho curso se abordan temas como el código de conducta que debe regir dentro de los planteles, para minimizar los riesgos.
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Afirma que los papás y adultos responsables en general deben tener presente quién o quiénes tienen acceso a los niños y por qué, y que es vital enseñarles a los menores de edad que no se puede tener sexualidad antes de los 14 años.
Si bien se trata de algo que está absolutamente claro para todos, “no se aborda en cátedras, charlas o clases de educación sexual; es muy importante que se entienda que ningún adulto puede estar en una relación uno a uno con un menor de edad”, sostiene.
Aconseja a los padres y adultos preguntarles con mucha frecuencia a los niños cómo les va en el colegio, cómo se están sintiendo, escuchar detenidamente lo que tienen que decir y creerles: “Las denuncias que se han conocido –dice- son una muestra clara de que los adultos no escuchan a los niños y tampoco les creen. A la larga, acaban protegiendo a los adultos, por encima de los pequeños”.
"Muchos llegan a desarrollar estrés postraumático. En ese orden de ideas, están muy irritables, hipervigilantes, suelen tener pesadillas y, en general, su rendimiento académico tiende a bajar”.
También propone estar atentos a señales que pueden indicar que algo no está bien: “La más importante de todas es que de un momento para otro el niño o la niña ya no quieran ir al colegio y empiecen a mostrar cambios en su estado de ánimo; en otras palabras, pueden estar tristes e irritables; también furiosos e incluso hostiles”, afirma la directora de Afecto.
Agrega que incluso muchos de ellos llegan a desarrollar estrés postraumático: “En ese orden de ideas, están muy irritables, hipervigilantes, suelen tener pesadillas y, en general, su rendimiento académico tiende a bajar”, agrega. Cabe decir que también pueden presentarse señales corporales y malestares físicos, que los papás pueden pasar por alto, como dolor en genitales, sangrados e infecciones urinarias a repetición. “Estos son indicadores que los pediatras deben reconocer”, dice.
Carolina Piñeros señala que todos los adultos, no solo quienes tienen hijos, “debemos hacer el ejercicio de reconocer y desnormalizar toda forma de violencia contra las mujeres en general y contra los niños, niñas y adolescentes en particular”.
La directora ejecutiva de Redpapaz aporta las siguientes recomendaciones a todos los adultos:
- Muchas formas de abuso están relacionadas con estereotipos de género, chistes, piropos fuertes, de doble sentido, que hacen sentirse incómodas a las niñas y a las mujeres, “que no tienen por qué aguantárselos. Si no desnormalizamos eso va a ser difícil que deje de vivirse eso también en los colegios y, en general, en los entornos en los que crecen las niñas. Eso termina siendo violencia de género”, afirma.
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- Es vital, señala Piñeros, que los padres de familia, adultos responsables y acudientes se acerquen a los jardines infantiles y a los colegios y pregunten si las instituciones cuentan con protocolos de manejo de denuncias o casos de abuso, y si su personal
(administrativo, profesores, vigilancia, aseo, transporte) está debidamente capacitado en estos protocolos. Es fundamental que todos ellos estén formados para prevenir, identificar y manejar situaciones de abuso sexual. En caso de que no tengan protocolos, es deber de los adultos promover su adopción.
- No olvidar -dice- que estas situaciones no solo ocurren en los colegios; infortunadamente están presentes en todos los espacios, incluso en los familiares. Vale anotar que el mayor número de victimarios de niños, niñas y adolescentes proviene de su círculo cercano (profesores, entrenadores deportivos, familiares, amigos de la familia, vecinos).
- Entender siempre que la protección de los niños, niñas y adolescentes frente al abuso es responsabilidad delos adultos. En ese orden de ideas, los padres deben hablar abiertamente con sus hijos pequeños para explicarles qué actitudes o comportamientos de los adultos están mal y para detectar señales que alerten sobre un potencial abuso.
- Nunca minimizar o normalizar situaciones. Decir que “la niña se enamoró de un profesor” está mal. Más allá del pensamiento romántico que una menor de edad pueda expresar sobre, por ejemplo, un profesor, no puede perderse de vista que los adultos están en la obligación de poner barreras ante estas situaciones.
- Creerles siempre a los niños y niñas. A veces sucede que los adultos consideran que los pequeños exageran o confunden situaciones, así que no les dan importancia o las reinterpretan. Si algo hace sentir a un niño incomodo o preocupado, es deber de los adultos darles credibilidad y adoptar acciones para frenar la situación.
- Otra obligación de los adultos es reportar los casos, incluso si solo se trata de una sospecha. Toda situación de abuso debe denunciarse a través de la línea 141 de Bienestar Familiar, la 123 de la Policía Nacional o en la web www.teprotejocolombia.org. Si las personas tienen información de un delito, es importante ponerla en conocimiento de la Fiscalía.
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