Ana María Fríes tiene mil historias que pueden contar las raíces y la riqueza de este país. Las ha oído de labios de sus protagonistas: los artesanos. Las ha aprendido a leer en los dibujos de una mochila, de un individual, de una madera tallada, de un collar de chaquiras, de un fique trenzado... Las ha entendido viendo las ágiles manos laboriosas de quienes se dedican al oficio de preservar nuestros orígenes e identidad a través de objetos rituales, utilitarios y artísticos.
Lo ha hecho durante muchos años como arquitecta dedicada al interiorismo y la escenografía, y luego como directora de la revista Axxis, y ahora mucho más como gerente general de Artesanías de Colombia, entidad que organiza Expoartesanías, la principal feria del sector, que se lleva a cabo en Corferias.
Dicen que la artesanía es el nuevo lujo, ¿es así?
Es así. Lo hecho a mano tiene un valor único. Cuando ese objeto involucra una técnica artesanal ancestral, que además hace referencia a un origen, a una cultura, a un pensamiento y a una tradición que es heredada de generación tras generación, le da aún más valor, un valor que convierte la artesanía en el nuevo lujo.
¿Por qué ahora queremos cosas artesanales, auténticas?
Creo que hay un fenómeno en el diseño a nivel mundial, y es la necesidad de volver al origen, a la tierra, a las raíces. Es un tema de identidad, de lenguaje y de autenticidad. El diseño siempre ha buscado piezas que sean auténticas y perdurables en el tiempo, que sean únicas y trasciendan fronteras, y las artesanías lo están logrando.
¿Cómo se logra ese equilibrio entre ser autóctono y a la vez contemporáneo y global?
Todos los programas de Artesanías de Colombia, como los 33 laboratorios de innovación que tenemos en los departamentos y en Bogotá, el programa de etnias, el de atención a población desplazada, el de moda y joyería, el de Diseño Colombia y las asesorías puntuales buscan preservar la artesanía original y la técnica, porque son patrimonio material e inmaterial, que contiene cultura, conocimiento y pensamiento. Y a partir del respeto y del diálogo consensuado con los artesanos, invitamos a la cocreación, que permite elevar las capacidades de producción, a través de diseños competitivos, ampliando el portafolio de los artesanos.
¿Cuál es esa línea roja que no se debe traspasar entre la innovación y la tradición?
Se debe conservar el ADN de la técnica, no deformar el lenguaje y hacer una propuesta nueva muy respetuosa, entendiendo las tendencias del mercado contemporáneo. Por ejemplo, la chiva colombiana: tenemos la tradicional de colores, luego se hizo una propuesta de sustracción de color, que muestra el material en crudo, y se ven la belleza y la dificultad de la fabricación. Pero también prestamos atención a las tendencias y sabemos que hay un mercado joven que busca algo más kitsch; entonces le apostamos a un color neón, como las chivas verdes y azules que tenemos en este momento en Expoartesanías. Es la misma chiva, pero hemos ampliado sus posibilidades, creció el portafolio del artesano y con él, la posibilidad de adquirir nuevos ingresos, y al tiempo atendemos diferentes segmentos de consumidor.
En el pabellón Diseño Colombia, en Expoartesanías, se puede ver el trabajo de cocreación entre artesanos y marcas y diseñadores, y cómo dialogan las artesanías.
Foto: Diego Caucayo Correa
Queremos que las artesanías sean parte del escenario natural de la vivienda y el vestuario de los colombianos y de los extranjeros. ¿Cómo han resultado esas alianzas entre artesanos y marcas y diseñadores?
Un ejemplo claro de esas alianzas se puede ver en el pabellón Diseño Colombia y Moda Viva, que tienen el propósito de invitar a diseñadores e industrias para hacer una asociación productiva de largo aliento con los artesanos. Promovemos acuerdos en los que el artesano aporta su conocimiento, técnica y cultura, y el diseñador, una propuesta para desarrollar una colección de acuerdo con su propio lenguaje. De esto han salido nuevos productos con éxito comercial. Es el caso de Zientte y Tucurica, por nombrar dos ejemplos, en muebles.
Los laboratorios, los diversos programas, estas alianzas... ¿cómo han incidido en la calidad de nuestras artesanías?
En las capacitaciones a través de los laboratorios insistimos mucho en este aspecto; queremos llegar a la perfección de la técnica. Sabemos que la artesanía colombiana solo va a hacer competitiva por su técnica, calidad y diseño. Hacemos un acompañamiento identificando esas brechas en la producción y aportando desde materiales, herramientas hasta cómo hacer que el agua no se afecte, rescatar una puntada o disminuir los tiempos de producción para elevar la productividad del sector. Y lo hemos logrado. Los maestros artesanos hacen parte de los equipos de formación de los laboratorios de innovación para asegurar la transmisión del conocimiento y de la maestría artesanal para que siga pasando de generación tras generación.
Hablemos del precio. Mucha gente cree que por ser artesanal debe ser barato, y que Artesanías de Colombia vende caro.
Primero, Artesanías de Colombia no es un comercializador, es una plataforma de promoción y articulación entre el sector artesanal y el mundo. Hacemos campañas en cada feria para que la gente no regatee; si no lo hacen en un almacén, por qué sí en las ferias y al artesano. Y, segundo, pensar que debe ser barato es desconocer el tiempo de elaboración de una pieza. Por ejemplo, una mochila wayú de un hilo, que es la tejeduría más fina de ellos y tiene denominación de origen, se demora 20 días. Al tiempo, hay que sumarle la técnica, la dificultad, la gráfica.
A los artesanos, en el proceso de acompañamiento, se los ayuda en aspectos como el costeo del producto para que tengan un análisis objetivo y matemático de cuánto vale la producción de X artesanía, para que puedan vender directamente, empoderarse, tener habilidades de ventas, de atención al cliente, de empaque, de marcas colectivas e individuales.
Hay un fenómeno en el diseño a nivel mundial, y es la necesidad de volver al origen, a la tierra, a las raíces
También hay que tener en cuenta que cada pieza cuenta una historia...
Claro, y eso también le da mucho valor. Los compradores deberían preguntarles a los artesanos por esas historias y luego contarlas. Ellos, más que nadie, saben la historia del origen, lo que está escrito, lo que simboliza cada grafía, desde un río hasta un oso o una mariposa, o los colores, y esto ha pasado de generación en generación. Acercarse y preguntar es realmente un viaje por Colombia, porque se trata de una fibra, de un territorio, de una cultura.
¿Valoran más nuestras artesanías en el extranjero que nosotros mismos?
Estamos logrando las dos cosas. Hay reconocimiento del público colombiano, que se maravilla y se sorprende del talento que tenemos, de tanta creatividad. La gente sale feliz de Expoartesanías y llena de orgullo patrio. El público internacional se enloquece, y tanto las artesanías como esta feria se han posicionado como líderes en la región. Por ejemplo, Crucelina Chocho, artesana wounaan del Chocó que trabaja el werregue, acaba de estar en Nueva York, invitada por Donna Karan, que quiere esos productos para su línea Urban Zen.
Como la artesanía está de moda, muchos diseñadores y comercializadores se acercan a los artesanos, pero no siempre se hacen negocios justos, ¿cómo evitar que los tumben?
Nuestra misión es proteger al eslabón más débil de la cadena, que es el artesano. Por eso buscamos su fortalecimiento y empoderamiento para que tengan capacidad de negociación. Somos un puente para hacer las alianzas y velamos por que se establezcan acuerdos y pagos justos, con ganancias tanto para el artesano como para el aliado.
De otro lado, Artesanías de Colombia paga el precio más alto a los artesanos, y con el trabajo que hacemos, solo en ferias durante el año, se generan 26.000 millones de pesos que se revierten en ingresos para el sector artesanal. Y a partir de estos eventos, se generan contactos comerciales con terceros, y así los artesanos atienden sus pedidos durante el año.
¿Qué aporta que varias de nuestras artesanías tengan denominación de origen?
Esta es une herramienta de propiedad intelectual para nuestras comunidades y artesanos. Esto permite que no aparezcan sombreros vueltiaos made in China. Además, es un sello de calidad que demarca un territorio, una cultura, un origen. Y para el cliente es muy importante porque sabe que tiene un producto de calidad original. En Colombia hay 27 productos con denominación de origen, y de estos, 11 son artesanales, como las mochilas wayús o el mopa mopa.
¿Cómo decorar y vestir con artesanías colombianas?
Vengan al pabellón Diseño Colombia, al de Innovación y Diseño, y a la muestra Moda Viva para que vean cómo dialogamos con nuestras artesanías, incluso en un mismo espacio como la mesa del comedor: platos base de La Chamba (Tolima), vajillas de Carmen de Viboral, individuales de cualquier región como Guacamayas o Usiacurí... En moda tenemos muchos ejemplos también de cómo llevar prendas de comunidades, de manera respetuosa, integrándolas a un vestuario contemporáneo.
¿Por qué ir a Expoartesanías?
Porque es un encuentro con la riqueza y la diversidad cultural del país. Porque conviven pasado, presente y futuro. Porque están todas las expresiones de la artesanía: desde las etnias, como origen ancestral, que sigue viva ahí, pasando por la tradicional y la contemporánea. Porque van a comprar algo espectacular, que le habla del origen, de la identidad y que da orgullo por Colombia.
En Expoartesanías se pueden recorrer los orígenes y las tradiciones colombianas a través los distintos pabellones, organizados así: en el 1, Innovación y diseño, y en el segundo piso, Cocina del mundo. En el 3, Artesanía tradicional y moda, y en el segundo piso, artesanía étnica. En el 5, Diseño Colombia. En el 6, Decoración, instrumentos e infantiles. En el 8, Joyería y bisutería.
La feria, que cuenta entre sus grandes patrocinadores con el Banco de Bogotá y Ecopetrol, está abierta hasta el 18 de diciembre en Corferias, a partir de las 10 a. m. Boletería: 18.500 pesos, y niños de 5 a 11 años, 6.000.
NATALIA DÍAZ BROCHET
EDITORA DE EL TIEMPO
ndiazbrochetnatdia@eltiempo.com
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