SUM: Dos universidades de Medellín desarrollaron un ‘stent’ para tratar esta enfermedad sin necesidad de cirugía abierta. Ya recibieron la patente.
Tras siete años de desarrollo, la Universidad de Antioquia (UdeA) y la Universidad Eafit recibieron de la Superintendencia de Industria y Comercio la patente para una nueva invención: un dispositivo oclusor de aneurismas cerebrales, una enfermedad que se presenta en uno de cada 20 adultos.
“Cuando no se rompe, no produce síntomas, pero si lo hace, que ese es el problema, da una hemorragia cerebral letal, que se lleva la vida del 50 por ciento de las personas que lo sufren y en la mayoría de los sobrevivientes deja graves secuelas. Estamos frente a una enfermedad bastante agresiva y relativamente prevalente”, explicó Carlos Mario Jiménez, neurocir
“Cuando no se rompe, no produce síntomas, pero si lo hace, que ese es el problema, da una hemorragia cerebral letal, que se lleva la vida del 50 por ciento de las personas que lo sufren y en la mayoría de los sobrevivientes deja graves secuelas. Estamos frente a una enfermedad bastante agresiva y relativamente prevalente”, explicó Carlos Mario Jiménez, neurocirujano de la UdeA y quien tuvo la idea de la invención.
Comúnmente, el tratamiento de aneurismas requiere de cirugía abierta en el cráneo; sin embargo, el dispositivo patentado por la UdeA y Eafit se implanta en los pacientes de manera permanente mediante un catéter, proyectándose como una forma menos invasiva y peligrosa de tratar estas lesiones en las venas o arterias cerebrales, producto de la dilatación de sus paredes, la cual genera una bolsa que se va llenando de sangre con el riesgo de estallar.
El implante “es un stent (prótesis dentro del vaso sanguíneo) personalizado para ocluir un aneurisma cerebral de un paciente, que impide el paso de la sangre únicamente en la zona de la boca del aneurisma y permite que haya circulación en las otras zonas”, explicó Jiménez, quien agregó que uno de los problemas con otros métodos para obstruir el paso de sangre es que terminan provocando problemas en la circulación a las áreas del cerebro que rodean la lesión, lo cual trae complicaciones a los pacientes.
El mecanismo es un pequeño tubo perforado, que en su parte más ancha mide entre tres y cuatro milímetros y de largo tiene de dos a tres centímetros. Está hecho con una aleación de titanio y níquel, materiales biocompatibles que no producirán inconvenientes a futuro para que los pacientes se realicen resonancias magnéticos o tomografías, contó Jiménez.
Desde el 2012, ambas universidades se unieron para traer a la realidad el dispositivo. Eafit se ha encargado de la parte de ingeniería, haciendo los modelos físicos y computacionales y el desarrollo tecnológico para fabricar el oclusor.
Por su parte, la idea y estudios clínicos se han realizado en la UdeA, que también estará encargada de las fases de verificación de bioseguridad del aparato y posteriormente de la experimentación en humanos para probar la efectividad y beneficios de la invención, antes de salir al mercado.
MARÍA ISABEL ORTIZ FONNEGRA
Redactora de EL TIEMPO