Utilizando la señal radiactiva de las pruebas nucleares de los años 50, un grupo de científicos acaba de descubrir que el tiburón de Groenlandia, que habita en el Océano Ártico, puede vivir más de 400 años, siendo el vertebrado actual más longevo del planeta.
Las portadas de la revista 'Science' nos han sorprendido en las últimas semanas. En el mes de julio destacaba el descubrimiento sobre la participación de las levaduras en los líquenes, un consorcio de especies que por siglos pensábamos que era solamente entre hongos y algas. Esta semana nos muestra una foto del tiburón de Groenlandia ('Somniousus microcephalus') señalando la presencia de individuos de esta especie hasta de 400 años en aguas del Ártico.
En el artículo publicado la semana pasada en 'Science', Julius Nielsen, de la Universidad de Copenhague en Dinamarca, y colaboradores del Reino Unido, Noruega, Groenlandia y Estados Unidos, estudiaron la señal de pulsos de carbono radiactivo del lente del ojo de 28 hembras del tiburón de Groenlandia, capturadas accidentalmente en faenas de pesca.
Las pruebas de armas termonucleares hechas en la superficie de la Tierra, a mediados de los años 50, generaron una señal radiactiva de carbono 14 particular que se acumuló en muchas estructuras de organismos terrestres y marinos en ese entonces. Por lo tanto, un organismo marino que fijara átomos de carbono por ese entonces debe tener la señal de esta “bomba” en sus huesos o conchas.
Existen otros isótopos en los átomos (o sea con el mismo número de electrones y protones pero con neutrones adicionales) que nunca decaen y se llaman, por eso mismo, isótopos estables. Estos tipos de átomos varían con el tiempo, generalmente por razones ecológicas, y esto les dio a los autores una fortaleza adicional para generar un modelo cronológico del carbono en el océano Ártico.
Infortunadamente los tiburones, siendo peces cartilaginosos, carecen de estructuras duras en las cuales buscar estos elementos radiactivos. La esperanza estaba en otras estructuras que permitieran una reconstrucción cronológica de las fuentes de carbono.
Los ojos de los tiburones, al igual que los nuestros, tienen un lente cuyo desarrollo ocurre en el vientre materno. Las hembras del tiburón de Groenlandia que consumieron peces a finales de los años 60 pudieron pasar estos isótopos radiactivos a los lentes de las crías que se desarrollaban en su vientre. Este es un tiburón que permite a sus crías desarrollarse dentro de la madre, a diferencia de otros que dejan que sus huevos se desarrollen libremente en el mar.
El grupo de científicos estudió entonces las señales de las diferentes fuentes de carbono de los lentes de los tiburones capturados y lograron determinar una relación entre el tamaño corporal del tiburón y la composición del carbono en el núcleo del lente del ojo.
Los resultados fueron sorprendentes: uno de los tiburones estudiados tenía cerca de 400 años y el resto alrededor de 272 años, en promedio. Se trata de los organismos vertebrados mas antiguos que habitan el planeta hoy en día.
En el 2012 McNeil y colaboradores ('Journal of Fish Biology' No. 80) revisaron el conocimiento científico sobre este tiburón, y verlo a la luz de este nuevo descubrimiento arroja datos sorprendentes. Con una tasa de crecimiento de 1 centímetro al año, estos tiburones alcanzarían la pubertad a una edad de 150 años y casi dos metros de longitud.
El tiburón de Groenlandia es de hecho el pez más grande del Ártico y uno de los tiburones más grandes del mundo con registros de más de 7 metros de longitud y una tonelada de peso. Un tiburón de esta longitud claramente excedería los 500 años de edad, de acuerdo al nuevo estudio.
El tiburón de GroenlandiaEs uno de los dos tiburones del Polo Norte, habitando siempre por encima de los 42 grados de latitud norte.
Perteneciente al grupo de los tiburones dormilones, tiene una apariencia tranquila con cabeza y ojos pequeños. Una curiosidad de su biología es que generalmente tienen un crustáceo parásito (copépodo) de hasta 6 cm de largo que le cuelga libremente del ojo adherido fuertemente de su córnea. Este parásito disminuye la visión del tiburón llegando muchas veces a dejarlo ciego.
El tiburón de Groenlandia es un depredador del tope, es decir que se alimenta de los animales más grandes del ecosistema, entre ellos sardinas, salmón ártico y el lenguado hipogloso de Groenlandia. Este último otro gigante de hasta 200 kilos. La carne de este tiburón tiene una de las mayores concentraciones de trimetilamina, la sustancia que produce el olor al pescado descompuesto, con grandes aplicaciones químicas, y que el tiburón utiliza como un diluyente de su sangre para prevenir congelamiento en las frías aguas del Ártico.
El tiburón se captura desde el siglo XVII, siendo muy apetecido por el aceite de su hígado. Se llegaron a capturar hasta 200 toneladas del tiburón al año a mediados de los 60 y su pesquería desapareció hacia los 90. Pese a haber sido consumido por los Inuit por siglos, hoy en día consideran su carne tóxica, lo cual se ha corroborado por diversos estudios técnicos que indican la presencia de contaminantes orgánicos por pesticidas como el DDT y diversos organoclorados. Sustancias que, como el mercurio, se bioacumulan en los organismos más grandes y longevos del mar.
Los científicos que estudian el tiburón de Groenlandia reconocen que hay poca investigación directa y que la mayoría de lo que se sabe hoy en día se debe a las capturas de pesca. El hallazgo de un depredador del tope tan longevo en el Océano Ártico es un indicador más de la fragilidad de este ecosistema.
La desaparición de este pez por la pesca incidental, es decir aquella que está dirigida a otros peces y al camarón, pone en riesgo el delicado balance del ecosistema marino Ártico. Si a esto le sumamos el calentamiento global, que predice la pérdida del hielo superficial en los veranos del Ártico hacia la década de 2020, es predecible esperar un colapso, o un cambio dramático, en la biodiversidad y en el balance del ecosistema en las aguas y fondos marinos de esta vulnerable zona del mar.
Este gentil gigante del océano, que acabamos de redescubrir, se suma a muchas otras especies amenazadas que enfrentan la extinción debido al calentamiento global y porque se necesitarían siglos para recuperar sus números poblacionales.
Juan Armando Sánchez, Ph. D.
@biommar
Para EL TIEMPO