El descubrimiento de 10 planetas similares a la Tierra en la zona de habitabilidad de una estrella en la constelación del Cisne amplía de manera significativa nuestro entendimiento sobre dónde, cómo y cuáles son los planetas que orbitan otras estrellas diferentes al Sol. Estas observaciones fueron realizadas por el telescopio espacial Kepler, dedicado a encontrar otras estrellas en nuestra galaxia.
El telescopio Kepler ha estado observando una región muy pequeña del cielo: el hemisferio norte, en sectores que comprenden las constelaciones del Cisne, Dragón y Lyra. Hasta la fecha, ha detectado poco más de 4.000 potenciales candidatos a exoplanetas, de los cuales 2.335 ya están plenamente identificados como tales.
El método principal de detección de exoplanetas se denomina tránsito fotométrico y consiste, básicamente, en observar la estrella por largos periodos de tiempo en busca de leves cambios en su brillo. Estas variaciones se deben a que el planeta en cuestión se interpone entre la estrella que emite luz y el telescopio que la captura, produciendo así una especie de eclipse’, que ocurre a años luz de distancia.
Los datos son analizados juiciosamente para descartar que se trate de cambios de luminosidad intrínsecos de la estrella. Una vez se tiene certeza de que lo que se está observado es un planeta y no otra cosa, este nuevo cuerpo entra a la familia de planetas extrasolares, familia que sigue y seguirá creciendo.
Dentro de la familia de exoplanetas, existen dos grandes grupos: planetas similares a la Tierra y planetas gaseosos con tamaños similares a los de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, e incluso mayores. Este último grupo ha sido categorizado como ‘grandes helados’.
Este tipo de descubrimientos y el rápido avance en precisión y resolución instrumental darán pie a construir telescopios espaciales dedicados solo a observar estos planetas con un detalle nunca antes logrado.
Saber la ubicación de estos exoplanetas, y diferenciarlos entre terrestres y gaseosos, proporciona elementos claves para empezar a entender cómo evolucionan los sistemas planetarios. Es como tener una huerta con manzanas y naranjas: a pesar de haber crecido en el mismo lugar y de ser frutas, tienen características que las hace diferentes entre sí. Este es apenas el comienzo de una nueva era de exploración de nuestro cada vez más amplio vecindario cósmico.
DAVID TOVAR
Codirector del Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología de la Universidad Nacional
En Twitter: @planetovar