Aprovechando los ecos de la visita del papa Francisco, vale destacar que a lo largo de sus cuatro años de pontificado ha mostrado un acercamiento al conocimiento científico, defendiendo teorías como el Big Bang y la evolución, sobre las cuales destaca que “son reales”.
Algunos de sus 265 predecesores mostraron igualmente un interés por reconciliar ciencia y religión, y se les reconoce por sus esfuerzos por promover el conocimiento de temas científicos entre la sociedad.
Remontándonos a 1847, encontramos al papa Pío IX, quien fundó la Pontificia Academia de los Nuevos Linces, destinada a promover investigaciones científicas. En realidad no fue idea suya, y solamente le volvía a dar vida a la antigua Academia Nacional de los Linces, creada en 1603 con patrocinio del papa Clemente VIII gracias a la iniciativa de un príncipe romano. Su nombre fue escogido para referirse al lince, un animal con una aguda visión, la misma que necesitaba la ciencia para indagar sobre los diversos aspectos del mundo natural.
Tuvo entre sus miembros a Galileo Galilei, admitido a finales de 1611, cuando ya se destacaba como uno de los principales exponentes del conocimiento en Europa gracias a sus descubrimientos en campos como la física y la astronomía, convirtiéndose en el estandarte intelectual de la Academia.
Poco después de la muerte de su fundador –el príncipe Cesi– en 1630, la Academia cerró, hasta que Pío IX la refundó en el primer año de su pontificado, con la idea de establecer un centro para el estudio de la física y la matemática. Hasta 1870, la producción de la Academia llenaba 23 volúmenes, pero varios miembros abandonaron y pasó a manos privadas.
Hace 80 años, el papa Pío XI volvió a refundar la Academia de la Santa Sede y desde entonces lleva el nombre de Pontificia Academia de las Ciencias, cubriendo una amplia gama de temas científicos en campos como bioética, física, ciencias de la vida y de la Tierra y filosofía de la ciencia, entre otros.
Su actual presidente es el suizo Werner Arber, premio nobel de medicina por su descubrimiento de las enzimas de restricción, que posibilitaron realizar modificaciones a la molécula de ADN y potenciar el campo de la biotecnología. El mismo Stephen Hawking es miembro activo de la Academia.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional
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