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Ciencia

En busca del cielo más silencioso de Colombia

Los Investigadores operando CaSiRi.

Los Investigadores operando CaSiRi.

Foto:Archivo particular

Investigadores recorrieron el país para identificar los lugares con menor interferencia de radio.

En el 2019, un equipo internacional de científicos sorprendió al mundo con un anuncio que cambió nuestra forma de entender el universo: por primera vez, y gracias a la radioastronomía –que consiste en estudiar los cielos a partir de señales de radio, un tipo de luz invisible al ojo humano–, lograron tomar una foto de un agujero negro, objetos con tanta masa que su gravedad no deja escapar siquiera la luz.
La imagen, que ofrecía una comprobación observacional de estos cuerpos que solo habían sido explicados teóricamente, fue captada por el Telescopio del Horizonte de Sucesos, conformado por una red de radiotelescopios en varios lugares del mundo y de la que Colombia aspirar a ser parte algún día.
Así lo asegura Julián Rodríguez, profesor de la Universidad Industrial de Santander (UIS), quien durante 12 meses, entre 2019 y 2020, lideró una investigación para encontrar los mejores lugares del país para el desarrollo de esta ciencia.
El objetivo a largo plazo es construir un radioobservatorio y aprovechar los beneficios de este tipo de observaciones que permiten rastrear señales sin la interferencia de los obstáculos que debe sortear la astronomía óptica, como la contaminación lumínica y la nubosidad.
Desde hace décadas, la radioastronomía es utilizada para estudiar eventos cósmicos y objetos del cielo como galaxias, estrellas y cuásares, entre otros. Incluso, ha sido empleada para escanear señales de posibles civilizaciones extraterrestres.
Una antena utilizada por la UIS para hacer mediciones de la calidad del cielo.

Una antena utilizada por la UIS para hacer mediciones de la calidad del cielo.

Foto:Archivo particular

Al estar cerca de la línea del ecuador, Colombia podría convertirse en un punto estratégico y atractivo para países que ya desarrollan grandes proyectos de radiointerferometría de larga base, pues en la actualidad no hay ningún radioobservatorio en estas latitudes”, explica Rodríguez, ingeniero aeroespacial del Observatorio de París y doctor en astrofísica de la Universidad de París-Sur.
El científico agrega que un observatorio cerca del ecuador ayudaría a completar la red que existe, por ejemplo, entre radioobservatorios como Alma, de Chile; VLA, en Estados Unidos, y Ska, de Sudáfrica.
Con esto en mente, Rodríguez y su equipo se propusieron viajar por el país para encontrar esos lugares apartados de las grandes aglomeraciones y con la menor cantidad de interferencias de radio.
Una tarea nada fácil, considerando que todas las telecomunicaciones utilizan el espectro electromagnético para emitir sus señales en forma de radio y que todos los aparatos eléctricos podrían generar interferencias.
Los investigadores aprovecharon como base un trabajo previo realizado por la Universidad Ecci en el que utilizaron imágenes satelitales y datos del Ideam para establecer las zonas del país candidatas a radioobservatorios: estas estaban localizadas en el páramo de Santurbán, en el nevado del Cocuy y en la laguna de Tota.
Otros, con alto potencial, como el parque nacional del Pisba, La Guajira y el desierto de la Tatacoa, se quedaron pendientes por el inicio de la pandemia.

Un ‘detector de silencios’

Para poder encontrar los lugares más ‘radiosilenciosos’, los investigadores diseñaron un laboratorio portátil con instrumentos capaces de detectar las mínimas señales de radio en el ambiente, denominado Caracterización de Sitios en Radio Interferencia (CaSiRI).
“Funciona como cuando sintonizamos emisoras con un radio, haciendo un barrido del espectro electromagnético y detectando con antenas especiales las señales horizontales, que se mueven a ras del suelo, como las de las emisoras locales y canales de televisión, y las verticales, provenientes de aparatos como aviones, satélites e, incluso, generadas por descargas eléctricas”, dice Rodríguez.
El equipo investigador durante una de sus campañas de observación.

El equipo investigador durante una de sus campañas de observación.

Foto:Archivo particular

Solo que, en este caso, el objetivo es encontrar lugares silenciosos o, por lo menos, con la menor cantidad de señales: “El escenario ideal es donde el espectro de radio recibido sea plano, sin interferencia, pero esto es prácticamente imposible en nuestro planeta, donde hay señales de radio en todas partes. Lo que podemos hacer es buscar señales atenuadas, donde no interfieran con las señales astronómicas, que son millones de veces menos potentes que las de las emisoras de la Tierra”, explica Rodríguez.
CaSiRI también cuenta con una cámara que toma imágenes del cielo las 24 horas y una estación meteorológica para medir variables climáticas como la temperatura, la presión, la humedad y la velocidad del viento. Incluso tiene un detector de rayos.
Todo esto, en un aparato portátil, montado en un remolque fácil de transportar con una camioneta que contiene una sala de control con servidores y baterías para su operación autónoma.
Medir estos factores es muy importantes si queremos montar un observatorio permanente de alta montaña, con antenas parabólicas que podrían dañarse si hay mucho viento o si las impacta un rayo”, continúa Rodríguez.

Cuando esto termine seguiremos explorando los lugares más radiosilenciosos de Colombia

Después de varias campañas de observación, los investigadores encontraron que el lugar más propicio para la eventual construcción de un radioobservatorio es en la vereda Saladito, en el municipio de Tona, en el páramo de Santurbán. “Los resultados parciales muestran señales de radiointerferencias 100 veces más tenues que en los otros puntos”, dice Rodríguez.
El proyecto fue financiado por la Agencia Nacional del Espectro (ANE), a la que la UIS ya hizo entrega de un documento con recomendaciones de política para la gestión del espectro en servicios científicos de radioastronomía.
Este insumo nos permitirá definir condiciones adecuadas para la radioastronomía en Colombia y tiene aplicaciones en temas como el monitoreo ambiental, el pronóstico del clima, el monitoreo y la predicción del cambio climático, y la detección temprana de desastres naturales, entre otras”, asevera Fabián Herrera, director encargado de la ANE.
En este momento, y por culpa de la pandemia, CaSiRI está quieto en el páramo de Berlín, desde donde los investigadores esperaban hacer las primeras pruebas para su funcionamiento autónomo y controlarlo a distancia. “Cuando esto termine seguiremos explorando los lugares más radiosilenciosos de Colombia”, apunta Rodríguez.
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ
nicbus@eltiempo.com
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