La convulsa situación geopolítica entre Rusia y Ucrania vivida en la última década entró la semana pasada en un nivel que puso en alerta al mundo entero, con acciones bélicas que amenazan la seguridad y la paz mundial, poniendo a tambalear una vez más las manecillas del reloj del apocalipsis.
Los conflictos entre naciones, especialmente desde mediados del siglo pasado, han cubierto al planeta con un velo de incertidumbre sobre el futuro, producto del espanto que genera el uso de armas de destrucción masiva y las acciones beligerantes alimentadas por intereses económicos y de poder de diversos gobiernos y gobernantes.
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La producción de las primeras armas nucleares durante la Segunda Guerra Mundial representó un punto de inflexión en la capacidad humana para hacer daño, y hasta para autodestruirse. Fue justamente en ese contexto nuclear, poco después de los bombardeos atómicos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, cuando un grupo de investigadores que trabajaban en el proyecto Manhattan deciden crear una publicación dirigida al público general para difundir temas relacionados con nuestra propia supervivencia.
Con el nombre de Boletín de los Científicos Atómicos, la publicación pretendía hacer un llamado de atención sobre el desarrollo de la humanidad amenazado por armas de destrucción masiva.
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En 1947, un par de años después de su primer número, en la portada de la revista aparecía por primera vez la imagen de un reloj. Se trataba de un sencillo dibujo de un reloj cuyas manecillas marcan siete minutos para la medianoche, con el cual la artista Martyl Langsdorf quiso alertar sobre el tiempo que nos queda.
Desde entonces, el reloj del apocalipsis se va actualizando con el paso de los años. A finales de la década de 1980, gracias a la presión de los científicos sobre las nefastas consecuencias del uso de armas nucleares, los presidentes Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov firmaron los tratados de desarme nuclear entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética; el reloj se atrasaba, pero solo por poco tiempo. Nuevas amenazas entrarían en escena, entre ellas el cambio climático y hasta la guerra de información cibernética. Por su parte, las armas de destrucción masiva siguieron siendo un dolor de cabeza, con nuevos actores como Corea del Norte o China.
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Este año, en su aniversario número 75, el reloj marca 100 segundos para la medianoche, lo más cerca que ha estado de las 12; una metáfora que en este momento en la historia de la humanidad conviene recordar para involucrarnos procurando retrasar la hora final; tanto líderes como ciudadanos, como se advierte en la frase “los líderes de todo el mundo deben comprometerse de inmediato a renovar la cooperación en las muchas formas y lugares disponibles para reducir el riesgo existencial. Los ciudadanos del mundo pueden y deben organizarse para exigir que sus líderes lo hagan, y rápidamente. El umbral de la perdición no es un lugar para holgazanear”.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional
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